Realidad Esencial




REALIDAD ESENCIAL




Bienvenidos al blog donde investigaremos sobre la Realidad, sobre lo que realmente somos más allá de las apariencias e ilusiones, sobre la no-dualidad.

Lee las entradas con una mente abierta dejando que los contenidos te "resuenen", lo que no puedas aceptar, déjalo para más adelante. No se trata de creer nada, más bien, se trata de investigar por si mismo lo que nos apuntan los grandes maestros. La experiencia nos confirma que somos un potencial inmenso, infinito de amor, inteligencia y energía (en palabras del maestro Antonio Blay) a actualizar, a llevar a la acción…



Espero te sientas a gusto en este espacio creado con amor.

Juani


domingo, 27 de julio de 2025

Nuestro núcleo de sabiduría


Dentro de cada uno de nosotros hay una profunda fuente de renovación, desde donde brota el conocimiento intuitivo. La sabiduría se extrae de sus profundidades, de la oscuridad del inconsciente a la luz del entendimiento; para ello, debes sumergirte profundamente, dirigiendo tu atención hacia dentro y dejando de lado las influencias externas.
Aproximarse al núcleo de la sabiduría requiere humildad: debes ir desnudo, sin llevar ninguno de los soportes del ego, y sin ninguna máscara de personaje, sin la traba del peso de los miedos o las dudas.

El viaje hacia el conocimiento de uno mismo precisa que entremos gustosamente en la oscuridad de la incertidumbre. Hacerse más consciente tiene su momento oportuno, profundo en su perfección que no tiene nada que ver con nuestras preferencias personales.

Presionar impacientemente para lograr respuestas o intentar acelerar las cosas en busca del conocimiento conducirá invariablemente a callejones sin salida. Sin embargo, todas las equivocaciones aparentes y giros erróneos son una parte esencial del proceso único de cada persona, y no se pueden evitar.

El entendimiento solo surge de haber vivido totalmente tu propia experiencia y de ser guiado por tu propio corazón. A veces, en la búsqueda de la verdad, se presenta una oportunidad excepcional cuando encontramos a un individuo cuya profunda sabiduría conmueve lo más hondo de nuestro ser. La experiencia de su compasión y entendimiento, puede afectar profundamente el curso de nuestra vida. 
En su presencia, parece que vemos reflejada nuestra serenidad, gracia y sabiduría, como si estuviéramos mirando en un espejo y viendo el rostro de nuestro potencial supremo. Su efusión de sabiduría parece ser inagotable y no requerir ningún esfuerzo: no importa cuanto lo compartamos, el manantial de gracia nunca parece secarse.

En última instancia, sin embargo, este trayecto con otro debe hacernos volver al núcleo de nuestra propia consciencia, ya que los pasos finales al reconocimiento de la verdad únicamente los puedes dar solo.
Poco a poco, nos vamos dando cuenta de que el entendimiento emerge del interior de nuestro propio ser y nunca nos lo puede proporcionar otra persona. 

Es una bendición ser guiados amorosamente en el camino por un guía espiritual o un amigo lleno de sabiduría, pero ellos nunca pueden andar nuestro camino por nosotros. Es un poco como montar por fin en una bici sin esas pequeñas ruedas laterales de seguridad…. al principio es bastante tambaleante, pero poco a poco nos acostumbramos y ya nunca volvemos atrás.

Beber de la fuente de la claridad en las profundidades del ser, está disponible para todos los que estén sedientos y dispuestos a sumergirse hasta el centro del ser para ser nutridos.
Una vez que has saboreado las aguas claras de la consciencia, volverás a ella a menudo. Es la fuente que sustenta y refresca, fluyendo eternamente como un manantial claro por toda la existencia.




jueves, 24 de julio de 2025

El deseo- demanda interior


Cuando en nosotros hay el deseo de algo, eso quiere decir que esencialmente existe en nosotros la posible realización de ese algo. El deseo puede tener dos formas básicas: o bien yo deseo llegar a ser de un modo determinado, o bien deseo algo externo a mí.
Yo puedo desear llegar a vivir con una gran serenidad, o con una gran seguridad interior, o con una gran paz; o puedo desear una casa muy bonita, o poder disponer de unos medios económicos que me permitan una autonomía en mi vida.

O sea, puedo desear algo de mí, de mi interior (en relación a mi modo de ser), o puedo desear un objeto. Pero cuando miro bien eso..., me doy cuenta que en último término las dos cosas son una sola.
Yo deseo un objeto, o deseo unas determinadas condiciones exteriores, porque creo que en aquellas condiciones yo me sentiré mejor, yo seré más feliz, yo viviré de un modo más pleno.

O sea que, en definitiva, siempre estamos buscando vivir de un modo más pleno, más satisfactorio, más completo, más auténtico. Lo que pasa es que a veces lo buscamos directamente, aspirando al estado en sí, y otras veces lo buscamos indirectamente, a través de una condición externa: que las personas cambien, que tengan otro carácter, que en mi trabajo me asciendan, que yo aumente de categoría, etc. Pero en el fondo siempre todo va a parar a esta exigencia profunda de vivir yo más mi propia plenitud, de un modo u otro.

Esta plenitud se desea porque ya está empujando por dentro. El deseo no viene simplemente de algo que nos falta. Si nos faltara algo y sólo eso, esto no generaría nunca el deseo.
El deseo solamente se genera cuando, por un lado, yo vivo limitado, y por otro lado, otro nivel en mí vive o percibe una plenitud. Es el contraste entre estas dos cosas que hay en mí lo que genera el deseo.

Si yo solamente fuera eso limitado, viviría la limitación como única posibilidad, sin contraste posible, sin demanda posible. Yo sería eso y no podría aspirar a más porque no podría sentir o intuir nada más.
Pero resulta que a pesar de vivir unas limitaciones, algo en mí intuye que hay otro modo de vivir más pleno, más auténtico. Esto es lo que produce el deseo.
El deseo no nos viene nunca del exterior, el deseo nos viene por ese desequilibrio interior existente entre lo potencial y lo actualizado.
Si no hubiese este potencial, aunque se nos ofrecieran exteriormente toda clase de estímulos, no habría respuesta interior.

Yo tengo hambre y en la medida que tengo hambre, la intuición, el instinto, me dice que he de comer unas cosas; pero en el momento en que el hambre ha quedado satisfecha, en el momento en que hay un equilibrio entre mi conciencia orgánica y mi demanda interior, entonces ya no hay hambre, y aunque aparezcan alimentos en el exterior, aquello no me produce hambre. El hambre se debe, pues, a un desequilibrio interior. Y todo deseo es exactamente igual; las cosas exteriores no me tentarían si no hubiera una demanda interior.

A. Blay



miércoles, 9 de julio de 2025

El sueño de la identificación


Mientras vivimos en el sueño de la identificación, nos valemos de los sentidos físicos para percibir de manera limitada lo Real.
Nuestra existencia se arma con recuerdos del pasado, experiencias que hemos tenido, deseos , temores… vivimos atrapados en el tiempo, sin permitirnos funcionar naturalmente, perdiéndonos valiosos mensajes de nuestro cuerpo por no estar atentos, en el presente, en el ahora.

Vivimos de una manera mecánica, condicionada, y todo lo complicamos actuando compulsivamente, de manera reactiva, y creemos que eso es la realidad.
Mientras estoy identificado con lo que creo ser, no puedo elegir las respuestas más adecuadas, saludables a la situación porque sale lo automático, lo impulsivo, lo mecánico, por la fuerza del condicionamiento; y es que el pasado está tiñendo el presente, proyectándose en un futuro ilusorio, supuestamente mejor…

Todo cambia cuando suelto el tiempo psicológico y me instalo en el presente, viviendo momento a momento, vigilando, observando lo que pasa en mi mente y soltándolo. Observando los mecanismos reactivos que se ponen en marcha ante los estímulos externos, dándome cuenta que sólo son programas con los que venimos funcionado durante muchos años …

Al despertar, expresamos en muestra vida los valores del ser surgiendo la acción de manera espontánea, inspirada ( no teñida por las emociones y pensamientos que se mueven en la superficie) independientemente de lo que acontezca, en una actitud contemplativa.
El despertar nos lleva a mirar la verdad directamente, descubriendo la inteligencia, la belleza, la energía y el amor que soy, la Realidad, ese potencial en vías de actualización, atestiguando todo lo que acontece desde la conciencia.

Una vez descubierta la Verdad, debo mantenerme allí donde la he visto, si quiero que ilumine mi vida, como un faro que alumbra el camino del navegante en la oscuridad del océano.
Cuando me despisto, me distraigo, se trata de observar esa distracción y volver a la contemplación con una actitud amorosa, para ello debo de tener una vocación por vivir desde la verdad y estar “vigilante” para darme cuenta. Mantenerme atenta a la luz que soy en lo profundo.
Luego que se va haciendo el camino, ese estado de lucidez se mantiene sin esfuerzo, lo mantiene la luz, y, al estar despierta, más lucidez, paz, alegría, espontaneidad y amor sin causa sentiré.

Para despertar a la Verdad es imprescindible hacer silencio de lo pensado, sentido, soñado, imaginado; un camino de soledad y silencio hacia el sí mismo, adentrándose en la aventura del descubrir.
Lo que nos separa de la Realidad es la mente entretenida con sus imaginaciones y sueños, se trata entonces de “girar” la mente y mirar hacia adentro, hacia la luz, y a partir de esa mirada despierta, el amor surge espontáneo inevitablemente.