Realidad Esencial




REALIDAD ESENCIAL




Bienvenidos al blog donde investigaremos sobre la Realidad, sobre lo que realmente somos más allá de las apariencias e ilusiones, sobre la no-dualidad.

Lee las entradas con una mente abierta dejando que los contenidos te "resuenen", lo que no puedas aceptar, déjalo para más adelante. No se trata de creer nada, más bien, se trata de investigar por si mismo lo que nos apuntan los grandes maestros. La experiencia nos confirma que somos un potencial inmenso, infinito de amor, inteligencia y energía (en palabras del maestro Antonio Blay) a actualizar, a llevar a la acción…



Espero te sientas a gusto en este espacio creado con amor.

Juani


viernes, 27 de enero de 2023

El Amor

                                      

En la medida en que amamos nos convertimos en aquello que amamos. El amor tiende a unificar a amalgamar, a hacer una unidad de lo que aparecía como diverso, porque nos conduce al fondo y el fondo es realmente común. Por eso el amor, no se debe confundir con la intensidad de un sentimiento, pues es mas bien la profundidad del sentir.

Es la profundidad la que nos transforma, y no la intensidad por sí sola.

La intensidad viene determinada por un canal muy energético, y entonces puede darse un amor muy intenso aunque poco profundo. Se vivirán grandes cosas, pero del mismo modo que se viven, desaparecen. Lo que da estabilidad al amor no es la intensidad, sino la profundidad.

El acto de amor auténtico consiste en aprender a vivir, a amar, cada vez mas profundamente, mas genuinamente, mas desde el fondo, y esto es lo que nos va conduciendo hacia el centro.

La intensidad y la profundidad pueden ir unidas, pero también pueden no ir unidas. En la profundidad siempre hay intensidad, pero en la intensidad no siempre hay profundidad.

- En eso que estás diciendo ¿resultará que hemos de amar también a las personas que nos son hostiles, aunque en ellas no veamos amor?


- Es que el amor depende de ti, no del otro. Si el amor depende del otro, entonces ¿qué amas?, no amas al otro, amas lo que él hace, lo que te da.

El amor eres tú. Sé tú mismo amando, y cuanto mas profundamente ames, más tú mismo serás. Pero ahora el amor es una transacción mental: me conviene, no me conviene, me cae bien, etc., y eso no es amor.


- He entendido que hemos de amar a todas las personas de la misma forma, y a mí me parece que no es posible.

- He dicho que el amor es uno, y en la medida en que ese amor está actualizado en nosotros, está ahí siempre, indistintamente. El problema es que como yo no estoy viviendo allí donde el amor es, sino que estoy metido en la mente por mi funcionamiento defectuoso, entonces confundo el amor con mis ideas de valor de las personas. Y a unos les digo que sí, y a otros que no, en función de cómo concuerdan con mi escala de valores, con mi comparación, con mis exigencias, con mis modelos. Pero si yo viviera el amor en su sitio, me daría cuenta de que hay un amor total, indistinto, indiscriminado, para todo el mundo y para todas las cosas.


- ¿Entonces deberíamos amar a todos los seres de la misma manera?

- En efecto. No podemos amar a dos seres de una manera distinta puesto que el amor es Uno, y eso es lo que somos. Si yo soy auténticamente yo, amaré indistintamente, con un amor total, aunque luego exprese ese amor de un modo diferente de acuerdo a mi inteligencia y mi visión de cada una de las situaciones. Pero una cosa es la expresión, como yo expreso el amor, y otra cosa es el amor que yo vivo.

El amor es uno, no es múltiple. El amor no es que sea grande para algunas personas y pequeño para otras. El amor es una realidad, es una luz encendida, es un sol, es un volcán que está dentro, y el volcán sigue siendo el mismo en todo momento. El problema es que no vivimos el amor donde está, sino a través de la mente, y es la mente la que está diciendo a este sí y a este no, este es bueno y este es malo, este me ayuda y el otro es enemigo.

De este modo se da la paradoja de que viviendo el amor con unos seres, se vive odio o indiferencia respecto a otros.


- Yo siento el amor por unas determinadas formas, esto no encaja…..

- El amor en sí no tiene forma. El Amor en sí es Plenitud, la forma se la da la mente. El amor es un sentir, no es un pensar. Vive el amor en el sentir, mantente atento a ese sentir y descubrirás que ese amor es una totalidad en sí que no tiene formas.


- Entiendo que el amor es darse, pero nosotros sólo amamos en la medida en que somos correspondidos.

- El amor para nosotros, es como si fuera algo que damos al otro, se vive así, en un sentido siempre transitivo, relacional. La visión debiera ser otra. Cuando uno trabaja interiormente, descubre que es de otro modo.

El amor no es que yo lo tenga, que sea una cosa que pueda dar o no dar.

El amor soy yo mismo. El amor es mi fondo. Y amar a una persona significa que sea yo mismo desde el fondo en relación con la otra persona.

El amor no es una sustancia que yo de, que a uno doy y a otro no doy, a uno doy mas y a otro menos.

El amor es mi naturaleza profunda, y amar a una persona es ser uno mismo profundamente abierto en relación con ella.

Si intuyes esa visión, verás como cambia tu sentido del amor. Por eso digo que cuanto más amas, más tú mismo eres. Y que al amar, nunca le estás haciendo un favor al otro, es el otro el que te está haciendo un favor a ti, por permitirte ser mas tu mismo. Pero como esto se vive a través del yo-idea que está juzgando, valorando, calculando lo que puede conseguir, dice: “yo te amo si….” Y entonces es cuando viene el drama, porque el otro dice que sí… y luego pasa a decir que no.

Antonio Blay

Despertar y sendero de realización

sábado, 21 de enero de 2023

“El silencio da entrada a una visión directa de la Realidad”


Lo malo del pensamiento es cuando te identificas con él. Es necesario hacer silencios en la mente y en las emociones para contemplar y experimentar directamente la vida. Entender es intelectualizar, teorizar; comprender es experimentar la Unidad.

Has de distinguir muy bien lo que significa comprender para no confundirte creyendo que estás comprendiendo cuando solamente entiendes cosas. Entender cosas es descifrar símbolos: descifras símbolos del lenguaje o descifras símbolos matemáticos, símbolos técnicos u otros. Entonces entiendes. También hay a quien le interesa descifrar símbolos religiosos. Entonces entiende de eso, de descifrar símbolos. Pero eso no es comprensión; comprender es integrar cada una y todas las cosas en una totalidad.

El pensamiento no es malo ni bueno, simplemente es un instrumento psicofísico mecánico, no creativo, que, habitual e inconscientemente, se identifica con la propia identidad. En esa identificación está el problema.

La visión de la Verdad es lo único que ofrece soluciones en los conflictos, tranquilidad, felicidad incluso.

Por no haber observado el funcionamiento de la mente se puede confundir una intuición o visión verdadera con el pensamiento que la formula.

Es necesario hacer silencio en los pensamientos y en las emociones que ocasionan para poder observar el funcionamiento de la mente. Al hacerlo, y no antes, se descubre que la realidad no es lo que parecía mientras estábamos identificados con los pensamientos, es decir, con las sensaciones interpretadas, con teorías o doctrinas acumuladas en la memoria y luego repetidas de mente en mente.

El silencio da entrada a una visión directa de la Realidad. Desde él se percibe ya la brisa de algo verdadero; y se descubre allí también algo de la plenitud del Ser a distintos niveles de percepción.

La paz y felicidad que anhelamos están en lo profundo de nosotros mismos y únicamente desde allí la recibe la persona. Creemos que la persona la obtiene desde fuera y la buscamos inútilmente en experiencias exteriores. Ese es un error de graves consecuencias. Nos falta lucidez.

Atravesadas las zonas condicionadas por creencias y emociones de todas clases, la Luz de la conciencia que eres se manifiesta en un vivir sereno, armonioso y creativo. La claridad de la conciencia ilumina nuestra vida. Esto quiere decir que lo que vivimos es siempre expresión del lugar interno de la conciencia en que nos encontramos.

Contemplar es profundizar más y más en la conciencia. Al hacerlo, veo todo más claro y, por consiguiente, me muevo de manera más inteligente y armoniosa. Al hacerlo, lo descubriré. Pensar sobre ello, mantenerlo en la memoria como una teoría más, no servirá de nada.

Cuando hablamos de contemplación, nos estamos refiriendo aquí a una nueva manera de colocar la mente mirando hacia el origen de la Luz. Esto no es un ejercicio que se aprende por repetición y se hace para conseguir algo ajeno al meditar mismo, pues el mismo deseo de conseguir algo obstaculiza esa colocación mental. La contemplación se realiza por amor a la Verdad, a la Libertad, a la Belleza o al Amor mismo.

No puede tratarse de forzar nada en la contemplación. Sin la verdadera vocación por contemplar no tiene sentido intentarlo pues la intención sería falsa y los resultados engañosos. Antes de contemplar, o meditar, ha de darse en la persona un “des-engaño” por buscar la felicidad y realización en lo externo, en las apariencias. Y aquí, volvemos a la necesidad de la reflexión e investigación filosófica vivencial.

No se medita para conseguir mejores cosas o situaciones en la vida. Se hace, en realidad, cuando hay un anhelo intenso por descubrir la vida verdadera. Si ese anhelo está tapado con evasiones, no se emprenderá un camino contemplativo hasta haberlo puesto al descubierto. Intentarlo por mera curiosidad no llevará a ninguna parte. Las vicisitudes de la vida pueden parecer que van abriendo paso a esa sincera necesidad, pero no sucede así necesariamente.

Si lo que anhelamos es la Belleza verdadera hemos de ir a buscarla donde se encuentra, en el origen de nuestro anhelo. Eso requiere silencio de emociones y deseos. Contemplar la Belleza traerá belleza a nuestra vida.

El silencio está siempre detrás del ruido de los pensamientos y emociones, detrás de la distracción con las sensaciones y actividades. El silencio está siempre ahí. Habría que hacer una parada del aturdimiento y volvernos a nuestro interior.

¿Cómo conseguir el silencio?

Mejor tendríamos que preguntarnos como conseguimos ahogar con nuestras distracciones la bella melodía del silencio. En contacto con la naturaleza es más fácil percibir esa bella melodía.


Consuelo Martín