Realidad Esencial




REALIDAD ESENCIAL




Bienvenidos al blog donde investigaremos sobre la Realidad, sobre lo que realmente somos más allá de las apariencias e ilusiones, sobre la no-dualidad.

Lee las entradas con una mente abierta dejando que los contenidos te "resuenen", lo que no puedas aceptar, déjalo para más adelante. No se trata de creer nada, más bien, se trata de investigar por si mismo lo que nos apuntan los grandes maestros. La experiencia nos confirma que somos un potencial inmenso, infinito de amor, inteligencia y energía (en palabras del maestro Antonio Blay) a actualizar, a llevar a la acción…



Espero te sientas a gusto en este espacio creado con amor.

Juani


jueves, 9 de octubre de 2025

Meditación y coherencia cardíaca

 

La meditación promueve el estado de coherencia de manera natural. El silencio, en sí mismo, genera coherencia. El estado meditativo abre un canal directo con la inteligencia del corazón, con la intuición profunda que emerge de la experiencia de una realidad unificada.

Mientras que la inteligencia del cerebro tiende a analizar y a separar en partes, la inteligencia del corazón busca la síntesis.
Cuando nos vivimos desde una atención sostenida, desde una consciencia abierta y clara, descubrimos el poder transformador de soltar la mirada fragmentada y recuperar el sentido de totalidad.
Esta inteligencia del corazón activa en el cerebro de la cabeza una percepción completamente nueva que contempla la realidad sin apoyarse en experiencias pasadas. Este nuevo circuito no pasa por las viejas memorias, su conocimiento es inmediato, y por ello, tiene una percepción exacta de la realidad.

En meditación, podemos más fácilmente situarnos en este espacio del corazón, podemos “respirar desde el corazón”, propiciando una respuesta de coherencia. 
La respiración consciente es un potente elemento equilibrador del sistema nervioso, el central y el autónomo, y están ampliamente documentadas las influencias de esta práctica sobre el diálogo entre ambos. 
Este diálogo es responsable de las oscilaciones en el ritmo cardiaco, de forma que, si lo sintonizamos mediante la práctica continuada, el ritmo del latido de nuestro corazón se irá asentando en una coherencia habitual.

La respiración consciente nos permite entrar en un estado de coherencia que sincroniza los ritmos más importantes de nuestro organismo. Cuando se produce esta sincronización interna, podemos de manera más sencilla y sin resistencias soltar los pensamientos y ofrecer espacio a las emociones estresantes y perturbadoras para que fluyan y liberen su energía naturalmente.

En el estado meditativo nos situamos en la conciencia-sin-elección o conciencia-testigo. El testigo observa… Se da cuenta de lo que ocurre sin ser arrastrado o absorbido por ello. Desde esta presencia observadora poco a poco nos establecemos en una calma-atenta que se asienta en el ritmo sincronizado y coherente de todo nuestro ser. 
Desde aquí, nuestros recursos físicos, cognitivos, emocionales y relacionales son más accesibles, comienzan a abrirse nuevos caminos creativos, aparecen soluciones diferentes, caminos de acción no explorados anteriormente… 

Esta presencia, y esta coherencia, nos permite un intercambio con el mundo más pleno, más despierto… De una forma muy significativa, esta sintonía con nuestro corazón se plasma en meditación a través del cultivo de la compasión.

El camino hacia la Coherencia en meditación se llama compasión. La vida desde el corazón es el camino del reconocimiento y la reconciliación con todo lo que somos y representamos, el alineamiento de lo físico, lo biológico y lo psicológico con el ser profundo.


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sábado, 4 de octubre de 2025

Lo que Soy



Todo lo que yo puedo llegar a vivir en el tiempo a través de un desarrollo, es lo que ya soy en un Centro. 
El tiempo no añade nada a lo que soy. El tiempo es sólo un despliegue progresivo de esta identidad que soy. Por lo tanto, todo lo que yo pueda llegar a vivir con el tiempo, a través del tiempo, lo puedo vivir ahora en la medida en que yo me sitúe en este mismo nivel de profundidad donde está. 
O sea que el desarrollo en el tiempo es equivalente a mi profundidad actual ya que yo soy en todo momento esta realidad donde existe toda la plenitud.

Si yo ya soy eso ¿por qué no lo vivo? 

Porque estoy sugestionado para vivir creyendo ser otra cosa. Pero es que además hay otro hecho muy curioso: y es que esa realidad central que soy, lo que es mi verdadera realidad es, además, plenamente consciente, ya que esa realidad es básicamente conciencia, lucidez. 
Es inconcebible una realidad de la inteligencia que sea inconsciente. Si eso es algo, es pura conciencia, es lucidez. 

Eso es lo que somos: plenitud, conciencia y pura lucidez. Y ahí está la maravilla, que nosotros estamos viviendo como si esto no existiera. Podríamos decir que nosotros somos esa plenitud consciente, de la cual somos inconscientes.
Esta plenitud y esta conciencia ya están dentro; ya la soy, no es que sea algo distinto a mí; es lo que siempre he sido.

El problema es: ¿en qué medida yo soy capaz de reconocer-me? ¿En qué medida vivo instalado en mi centro de ideas, de esquemas mentales, con sus separaciones, con sus dualidades, con sus contradicciones y sus tensiones? ¿En qué medida yo soy capaz de poder situarme en ese centro donde yo ya soy esa totalidad?

Lo que nosotros entendemos como conciencia, apenas es conciencia. Lo que nosotros llamamos conciencia es como una minúscula porción superficial y parcial de esta conciencia total que somos. 
Este fenómeno es muy curioso y lo podemos ver en nuestra vida diaria; nosotros somos siempre mucho más conscientes de lo que nos damos conscientemente cuenta.

Por ejemplo, sólo cuando yo estoy enfermo me doy cuenta que antes me encontraba muy bien. O sea, que sólo me doy cuenta de mi conciencia de salud cuando ésta se altera. Y por eso después de haber estado enfermo, de haber estado mal, el día en que nos sentimos bien gozamos ese sentirnos bien como siempre. 
Observad esas palabras: bien como siempre. Pero sólo lo gozamos los primeros momentos. A los tres días, o dos días, o a la media hora de sentirme bien, ya dejo de ser consciente de ese bien que me siento.
Y entonces es como si mi mente se volviera a cerrar y volviera a vivir ausente de una cosa real (como el estar bien), para estar preocupada de las cositas que se van moviendo en la periferia.

Si se entiende bien este ejemplo que todos conocemos por experiencia, observaremos que es un verdadero misterio el hecho de que siendo conscientes, vivimos como si no lo fuéramos.

Nuestra realidad total es exactamente del mismo orden; somos ya esta plenitud total, sólo que hemos de recuperar esta conciencia, porque estamos viviendo con la mente crispada, cerrada, agarrándose a unas cuantas cosas en particular que hacen que yo en mi nivel externo no esté viviendo plenamente lo que ya estoy siendo y viviendo en el nivel más profundo.

A. Blay


martes, 16 de septiembre de 2025

NO BUSQUE SU PROPIO SER EN LA MENTE

 

Siento que hay aún mucho que necesito aprender sobre la forma como trabaja mi mente antes de llegar a un punto cercano a la conciencia plena o a la iluminación espiritual.

No, no es cierto. Los problemas de la mente no pueden resolverse en el nivel de la mente. Una vez haya entendido la disfunción básica, no hay realmente mucho más que usted necesite aprender o entender. 
Estudiar las complejidades de la mente puede convertirlo en un buen psicólogo, pero eso no lo llevará más allá de la mente, lo mismo que el estudio de la locura no es suficiente para producir la cordura.
Usted ya ha comprendido la mecánica básica del estado inconsciente: la identificación con la mente, que produce un falso ser, el ego, como sustituto de su verdadero yo, arraigado en el Ser. Usted se convierte en una "rama separada de la vid" como Jesús lo expresa.

Las necesidades del ego son infinitas. Se siente vulnerable y amenazado y por lo tanto vive en un estado de miedo y de carencia. Una vez que usted sabe cómo opera la disfunción básica, no hay necesidad de explorar todas sus innumerables manifestaciones, no es necesario convertirlo en un complejo problema personal. Al ego, por supuesto, le encanta eso. Siempre está buscando algo a que agarrarse para sostener y fortalecer su ilusorio sentido de identidad, y se aferrará con gusto a sus problemas. Por eso, para tantas personas, una gran parte de su sentido de sí mismas está íntimamente conectado con sus problemas. Una vez que esto ha ocurrido, lo último que quieren es liberarse de ellos: eso significaría pérdida de identidad. Puede haber una gran inversión inconsciente de ego en el dolor y el sufrimiento.

Así que una vez que usted reconozca la raíz de la inconsciencia como la identificación con la mente, que por supuesto incluye las emociones, usted puede salir de ella. Se vuelve presente. Cuando usted está presente, puede permitir que la mente sea como es sin enredarse en ella. La mente en sí no es disfuncional. Es una herramienta maravillosa. La disfunción se establece cuando usted busca su identidad en ella y la confunde con lo que usted es. Entonces se convierte en la mente egotista y domina la totalidad de su vida. 
E. Tolle





sábado, 13 de septiembre de 2025

La conciencia como fondo



Se trata de aprender a ver que la conciencia no es sólo lo que la mente mira. La conciencia es lo que está detrás de lo que la mente mira. 
Cuando tú me ves a mí eres solo consciente de mí; pero no podrías ser consciente de mí si no fueras consciente de la pared que hay detrás de mí. Pero siendo consciente de la pared, no eres actualmente consciente de que ves la pared; porque tu atención exterior, que tiende siempre a particularizarse, se centra en mi forma física y no en el fondo gracias al cual percibes la forma particular. Pero no podrías percibir esta forma particular si no percibieras el fondo.

Y así ocurre con todo acto de conciencia: somos conscientes de algo gracias a que somos también conscientes de otra cosa detrás. 
Soy consciente de una idea porque hay una no-idea alrededor; sino no sería consciente de la idea. 
Soy consciente de una verdad como verdad, porque hay una noción de inteligencia detrás; y la verdad es la forma particular de esta inteligencia. 
Hay un sentimiento (o estado) particular porque hay un fondo universal o total en ti que es un «sentir» siempre presente. Si no hubiera este fondo no podrías percibir el estado o sentimiento particular. 
Es por esta facultad maravillosa que al focalizar nuestra atención en algo particular dejamos de ser actualmente conscientes del fondo, a pesar de que lo seguimos siendo (de un modo u otro), sino no podríamos percibir lo particular.

Es parecido a una visión. En la visión -esto se ve muy claro en el cine-, ocurre cuando se quiere enfocar claramente un primer plano (o una figura en primer término); entonces lo que está detrás se obscurece, quedando borroso. 
Si se quiere centrar lo que está en el fondo, se diluye lo que está en primer plano ¿no es cierto? Así, podríamos decir: detrás de esta conciencia lúcida, actual, que tenemos de nosotros en primer plano, está esa presencia difusa de la realidad total que somos.

Es necesario descubrir que esa cosa que parece no-cosa es nuestra conciencia completa, amplia, profunda, pero ahora estamos adiestrados a mirar sólo lo particular; y de lo particular, a otro particular y a otro particular. Y así, estamos constantemente resbalando por lo que son figuras o estados particulares, fenómenos particulares de la conciencia, sin descubrir que esto implica ser toda la conciencia que hay en el fondo. 

Debemos aprender a aceptar esa no cosa presente, eso que parece que no es nada, eso que parece que es silencio, eso que parece que no tiene sentido (al principio), porque es la base, es el sustrato del cual está hecha mi conciencia particular.
Estamos mentalizados a creer que es más real la forma que el fondo y no es cierto; porque una forma es sólo forma del fondo. Estamos acostumbrados a creer que una ola es más real que el mar; nuestra mente lo percibe así porque el mar es amorfo y la ola es la forma que percibe distintamente nuestra mente. Pero la ola no le da mayor realidad al mar, la ola está hecha (toda ella) del mar, y percibimos la ola gracias al mar, o sea, lo que es no-ola.

Así, todos los actos particulares, de pensar, de sentir, de querer, son como olas de una océano básico. Nosotros atendemos a las olas de cada momento sin tomar conciencia del océano base que somos. 
Se trata, pues, de educar la mente a prestar atención a lo que es el fondo, y entonces, desde el fondo vivir las formas, desde la totalidad vivir lo parcial, desde la plenitud vivir cada acto particular.

Antonio Blay


viernes, 5 de septiembre de 2025

Bokuju


Bokuju, vivía solo en una cueva.

Durante el día, y a veces por la noche, decía en voz alta su propio nombre “Bokuju”, y luego se contestaba: 

“sí señor, aquí estoy” y no había nadie más.

Sus discípulos, que estaban muy intrigados, le preguntaban: 

¿Por qué te llamas a ti mismo “Bokuju”, tu propio nombre, y luego te contestas: “si señor, aquí estoy”.

A lo que el maestro Zen respondió: Cada vez que empiezo a pensar, tengo que recordar que debo estar alerta, entonces, pronuncio mi propio nombre “Bokuju” y me respondo “si señor, aquí estoy”, y el pensar con su carga de ansiedad, desaparece…

Al final de sus días, durante los últimos tres años, los discípulos advirtieron que el maestro dejó de pronunciar su nombre “Bokuju” y de responderse “si señor, aquí estoy”.

Un día, los discípulos le preguntaron:
¿ maestro, por qué no has vuelto a hacerlo?

Y el maestro respondió: 

es que ahora Bokuju siempre está ahí.

The Book of Secrets, de Osho.

lunes, 1 de septiembre de 2025

Amor Esencial



En la medida en que amamos nos convertimos en aquello que amamos. El amor tiende a unificar a amalgamar, a hacer una unidad de lo que aparecía como diverso, porque nos conduce al fondo y el fondo es realmente común. Por eso el amor, no se debe confundir con la intensidad de un sentimiento, pues es mas bien la profundidad del sentir. 

Es la profundidad la que nos transforma, y no la intensidad por sí sola. La intensidad viene determinada por un canal muy energético, y entonces puede darse un amor muy intenso aunque poco profundo. Se vivirán grandes cosas, pero del mismo modo que se viven, desaparecen. 

Lo que da estabilidad al amor no es la intensidad, sino la profundidad.
El acto de amor auténtico consiste en aprender a vivir, a amar, cada vez mas profundamente, mas genuinamente, mas desde el fondo, y esto es lo que nos va conduciendo hacia el centro. 

La intensidad y la profundidad pueden ir unidas, pero también pueden no ir unidas. En la profundidad siempre hay intensidad, pero en la intensidad no siempre hay profundidad.

- En eso que estás diciendo ¿resultará que hemos de amar también a las personas que nos son hostiles, aunque en ellas no veamos amor?

- Es que el amor depende de ti, no del otro. Si el amor depende del otro, entonces ¿qué amas?, no amas al otro, amas que él hace, lo que te da.
El amor eres tú. Sé tu mismo amando, y cuanto mas profundamente ames, más tú mismo serás. Pero ahora el amor es una transacción mental: me conviene, no me conviene, me cae bien, etc., y eso no es amor.

- He entendido que hemos de amar a todas las personas de la misma forma, y a mí me parece que no es posible.

- He dicho que el amor es uno, y en la medida en que ese amor está actualizado en nosotros, está ahí siempre, indistintamente. El problema es que como yo no estoy viviendo allí donde el amor es, sino que estoy metido en la mente por mi funcionamiento defectuoso, entonces confundo el amor con mis ideas de valor de las personas. Y a unos les digo que sí, y a otros que no, en función de cómo concuerdan con mi escala de valores, con mi comparación, con mis exigencias, con mis modelos. Pero si yo viviera el amor en su sitio, me daría cuenta de que hay un amor total, indistinto, indiscriminado, para todo el mundo y para todas las cosas.

- ¿Entonces deberíamos amar a todos los seres de la misma manera?

- En efecto. No podemos amar a dos seres de una manera distinta puesto que el amor es Uno, y eso es lo que somos. Si yo soy auténticamente yo, amaré indistintamente, con un amor total, aunque luego exprese ese amor de un modo diferente de acuerdo a mi inteligencia y mi visión de cada una de las situaciones. Pero una cosa es la expresión, como yo expreso el amor, y otra cosa es el amor que yo vivo.
El amor es uno, no es múltiple. El amor no es que sea grande para algunas personas y pequeño para otras. El amor es una realidad, es una luz encendida, es un sol, es un volcán que está dentro, y el volcán sigue siendo el mismo en todo momento. 
El problema es que no vivimos el amor donde está, sino a través de la mente, y es la mente la que está diciendo a este sí y a este no, este es bueno y este es malo, este me ayuda y el otro es enemigo.
De este modo se da la paradoja de que viviendo el amor con unos seres, se vive odio o indiferencia respecto a otros.

- Yo siento el amor por unas determinadas formas, esto no encaja…

- El amor en sí no tiene forma. El Amor en sí es Plenitud, la forma se la da la mente. El amor es un sentir, no es un pensar. Vive el amor en el sentir, mantente atento a ese sentir y descubrirás que ese amor es una totalidad en sí que no tiene formas.

- Entiendo que el amor es darse, pero nosotros sólo amamos en la medida en que somos correspondidos.

- El amor para nosotros, es como si fuera algo que damos al otro, se vive así, en un sentido siempre transitivo, relacional. La visión debiera ser otra.
Cuando uno trabaja interiormente, descubre que es de otro modo. El amor no es que yo lo tenga, que sea una cosa que pueda dar o no dar. El amor soy yo mismo. El amor es mi fondo. Y amar a una persona significa que sea yo mismo desde el fondo en relación con la otra persona. El amor no es una sustancia que yo de, que a uno doy y a otro no doy, a uno doy mas y a otro menos. El amor es mi naturaleza profunda, y amar a una persona es ser uno mismo profundamente abierto en relación con ella.
Si intuyes esa visión, verás como cambia tu sentido del amor. Por eso digo que cuanto más amas, más tú mismo eres. Y que al amar, nunca le estás haciendo un favor al otro, es el otro el que te está haciendo un favor a ti, por permitirte ser más tu mismo.
Pero como esto se vive a través del yo-idea que está juzgando, valorando, calculando lo que puede conseguir, dice: “yo te amo si….” Y entonces es cuando viene el drama, porque el otro dice que sí… y luego pasa a decir que no.

Antonio Blay


jueves, 21 de agosto de 2025

Ya eres lo que estás buscando



Plantéate esta pregunta: tú ¿por qué buscas ese amor en relación con esa determinada persona o con tal situación?
Pues porque esto te hace sentir algo. Si no te hiciera sentir esto, no valorarías esa persona o situación. 
Luego, realmente, lo que tú buscas es sentir ese algo; la forma es sólo un medio.

Ahora bien, esto que sientes ¿de dónde te viene? ¿te lo da el otro? ¿o es una actualización que se produce en ti de algo que ya existe en ti mismo? 
Esa satisfacción, ese amor, esa plenitud que sientes al amar ¿te la está comunicando el otro?, ¿te da el otro algo que tú no tenías? ¿o simplemente el otro te está provocando una respuesta interior, un desbloqueo de algo que existía dentro?

- Puede ser que ya exista en mí, pero está claro que lo exterior sirve de estímulo.

- Si es producto de un estímulo, eso quiere decir que lo que buscas está dentro. Y si está dentro, quiere decir que se puede actualizar directamente sin necesidad del estímulo exterior.

Nosotros podemos realizar directamente la plenitud sin otro estímulo que el de darnos cuenta. 
En la medida que no nos damos cuenta de esto, de que la plenitud ya está presente, entonces hemos de andar buscando a través del exterior. Pero nada del exterior nos dará esa plenitud, y en cambio nosotros podemos vivirla directamente cuando descubrimos que lo único que hace el exterior es provocar mi respuesta interior.

Mi autorrealización es un fenómeno interno de conciencia que yo puedo vivir al instante en cuanto me abro al nivel más profundo de mí mismo. 
Sin embargo, la vida entonces sigue; eso quiere decir que mi cuerpo seguirá con sus funciones biológicas, mi afectividad seguirá con sus procesos afectivos y mi mente con su capacidad de comprender y de hacer.

La vida y la realización son dos cosas distintas. La vida tiene su dinamismo propio. A la existencia no le importa que nosotros nos realicemos o no; la vida no está para eso. Nosotros queremos utilizarla para eso porque creemos que éste es su objeto, pero no es así. 

La vida en sí es ya la expresión de una plenitud. Pero cómo nosotros vivimos un vacío, creemos y esperamos que la vida sirva para ir llenando este vacío. Pero esta es una interpretación que hacemos nosotros; no es así.

El día en que tú seas tú del todo, el día en que tú vivas plenamente consciente del amor-felicidad que eres, entonces ya no esperarás nada de la vida porque no necesitarás nada, y es cuando serás un elemento realmente eficaz en tu expresión dentro de la dinámica de la vida.

- No veo por qué ha de haber necesariamente una relación entre la propia plenitud y la capacidad de amar.

- ¿Tú, cuándo amas más? ¿cuándo te sientes vacío de corazón o cuando te sientes lleno a rebosar de satisfacción? 
Si por dentro yo estoy hueco, vacío, yo estaré intentando llenarme con lo externo, con los demás. En cambio, si yo vivo completo, tendré cada vez más amor por todos, porque no busco nada en el otro, pues ya vivo completo.
Cuando he comido mucho ya no busco alimento, pero si estoy con el estómago vacío, con un hambre atrasadísima, estoy buscando alimento por todas partes; en cambio, si estoy lleno, puedo dar de lo que tengo.

Mientras tú estés buscando llenar un vacío dentro, todo lo exterior será un instrumento, será un medio consciente o inconsciente para eso.

A. Blay

miércoles, 20 de agosto de 2025

Meditar


Meditación es estar atentos y plenamente conscientes, segundo a segundo, de nuestros pensamientos y sentimientos, de nuestro cuerpo y movimientos, de todo nuestro entorno.

Hemos sido condicionados para pensar, y que para mejorar nuestra vida debemos esforzarnos. La meditación es un no hacer y se efectúa casi sin esfuerzo. Se trata de relajarnos y permitir que suceda. Este renunciar al impulso compulsivo de hacer, nos lleva al nivel más profundo de relajación psicológica posible en estado de vigilia. 
Igualmente, podemos obtener todos los beneficios, si estamos en movimiento plenamente concientes de lo que hacemos. 

La práctica regular nos permite el placer de la experiencia del estado alfa, con gran cantidad de beneficios, alivio de las presiones de la mente, claridad y tranquilidad emocional, y también recarga y equilibrio de nuestras energías, resultando curativa a un nivel muy profundo. 
La esencia de cualquier forma de meditación es prestar atención pasiva, relajada, sin juicios. Es un estado abierto de consciencia, una “expansión para incluir” y un “permanecer en contacto” con todo lo que se está presenciando y al mismo tiempo también somos conscientes de nosotros mismos como un testigo.

El meditador, sentado o en movimiento presencia su propio proceso de pensamiento sin implicarse, al principio llegarán preocupaciones, recuerdos, pensamientos de futuro, emociones que intentarán arrastrarnos perdiendo ese espacio de testigo y teniendo que regresar a presenciar una y otra vez, sin culparnos, incluyendo en la observación esa parte de nosotros que se impacienta con estas distracciones. 
Con la práctica, cada vez será más fácil y romperemos el hábito de dejarnos arrastrar por nuestros pensamientos y sentimientos. El objetivo de la meditación es centrarse en el aquí y ahora, en el presente. Nosotros estamos donde está nuestra atención. El estar en el presente, es salir de los automatismos, contemplar lo que sucede con ojos puros y responder a las situaciones de una manera espontánea y apropiada, no mecánica.

Practicar la meditación es recordarnos lo que realmente somos; no somos los pensamientos, ni el cuerpo, ni nuestros sentimientos, ya que podemos observarlos y nos damos cuenta que estamos separados de ellos. 
En nuestro nivel profundo, no somos nuestros nombres, ni la etiqueta de hombre o mujer, clase social, ni títulos académicos u oficios (son actividades, no lo que somos). 
Al final, cuando hemos abandonado nuestras falsas identificaciones, sólo queda la esencia, el ser.

www.centroelim.org


domingo, 27 de julio de 2025

Nuestro núcleo de sabiduría


Dentro de cada uno de nosotros hay una profunda fuente de renovación, desde donde brota el conocimiento intuitivo. La sabiduría se extrae de sus profundidades, de la oscuridad del inconsciente a la luz del entendimiento; para ello, debes sumergirte profundamente, dirigiendo tu atención hacia dentro y dejando de lado las influencias externas.
Aproximarse al núcleo de la sabiduría requiere humildad: debes ir desnudo, sin llevar ninguno de los soportes del ego, y sin ninguna máscara de personaje, sin la traba del peso de los miedos o las dudas.

El viaje hacia el conocimiento de uno mismo precisa que entremos gustosamente en la oscuridad de la incertidumbre. Hacerse más consciente tiene su momento oportuno, profundo en su perfección que no tiene nada que ver con nuestras preferencias personales.

Presionar impacientemente para lograr respuestas o intentar acelerar las cosas en busca del conocimiento conducirá invariablemente a callejones sin salida. Sin embargo, todas las equivocaciones aparentes y giros erróneos son una parte esencial del proceso único de cada persona, y no se pueden evitar.

El entendimiento solo surge de haber vivido totalmente tu propia experiencia y de ser guiado por tu propio corazón. A veces, en la búsqueda de la verdad, se presenta una oportunidad excepcional cuando encontramos a un individuo cuya profunda sabiduría conmueve lo más hondo de nuestro ser. La experiencia de su compasión y entendimiento, puede afectar profundamente el curso de nuestra vida. 
En su presencia, parece que vemos reflejada nuestra serenidad, gracia y sabiduría, como si estuviéramos mirando en un espejo y viendo el rostro de nuestro potencial supremo. Su efusión de sabiduría parece ser inagotable y no requerir ningún esfuerzo: no importa cuanto lo compartamos, el manantial de gracia nunca parece secarse.

En última instancia, sin embargo, este trayecto con otro debe hacernos volver al núcleo de nuestra propia consciencia, ya que los pasos finales al reconocimiento de la verdad únicamente los puedes dar solo.
Poco a poco, nos vamos dando cuenta de que el entendimiento emerge del interior de nuestro propio ser y nunca nos lo puede proporcionar otra persona. 

Es una bendición ser guiados amorosamente en el camino por un guía espiritual o un amigo lleno de sabiduría, pero ellos nunca pueden andar nuestro camino por nosotros. Es un poco como montar por fin en una bici sin esas pequeñas ruedas laterales de seguridad…. al principio es bastante tambaleante, pero poco a poco nos acostumbramos y ya nunca volvemos atrás.

Beber de la fuente de la claridad en las profundidades del ser, está disponible para todos los que estén sedientos y dispuestos a sumergirse hasta el centro del ser para ser nutridos.
Una vez que has saboreado las aguas claras de la consciencia, volverás a ella a menudo. Es la fuente que sustenta y refresca, fluyendo eternamente como un manantial claro por toda la existencia.




jueves, 24 de julio de 2025

El deseo- demanda interior


Cuando en nosotros hay el deseo de algo, eso quiere decir que esencialmente existe en nosotros la posible realización de ese algo. El deseo puede tener dos formas básicas: o bien yo deseo llegar a ser de un modo determinado, o bien deseo algo externo a mí.
Yo puedo desear llegar a vivir con una gran serenidad, o con una gran seguridad interior, o con una gran paz; o puedo desear una casa muy bonita, o poder disponer de unos medios económicos que me permitan una autonomía en mi vida.

O sea, puedo desear algo de mí, de mi interior (en relación a mi modo de ser), o puedo desear un objeto. Pero cuando miro bien eso..., me doy cuenta que en último término las dos cosas son una sola.
Yo deseo un objeto, o deseo unas determinadas condiciones exteriores, porque creo que en aquellas condiciones yo me sentiré mejor, yo seré más feliz, yo viviré de un modo más pleno.

O sea que, en definitiva, siempre estamos buscando vivir de un modo más pleno, más satisfactorio, más completo, más auténtico. Lo que pasa es que a veces lo buscamos directamente, aspirando al estado en sí, y otras veces lo buscamos indirectamente, a través de una condición externa: que las personas cambien, que tengan otro carácter, que en mi trabajo me asciendan, que yo aumente de categoría, etc. Pero en el fondo siempre todo va a parar a esta exigencia profunda de vivir yo más mi propia plenitud, de un modo u otro.

Esta plenitud se desea porque ya está empujando por dentro. El deseo no viene simplemente de algo que nos falta. Si nos faltara algo y sólo eso, esto no generaría nunca el deseo.
El deseo solamente se genera cuando, por un lado, yo vivo limitado, y por otro lado, otro nivel en mí vive o percibe una plenitud. Es el contraste entre estas dos cosas que hay en mí lo que genera el deseo.

Si yo solamente fuera eso limitado, viviría la limitación como única posibilidad, sin contraste posible, sin demanda posible. Yo sería eso y no podría aspirar a más porque no podría sentir o intuir nada más.
Pero resulta que a pesar de vivir unas limitaciones, algo en mí intuye que hay otro modo de vivir más pleno, más auténtico. Esto es lo que produce el deseo.
El deseo no nos viene nunca del exterior, el deseo nos viene por ese desequilibrio interior existente entre lo potencial y lo actualizado.
Si no hubiese este potencial, aunque se nos ofrecieran exteriormente toda clase de estímulos, no habría respuesta interior.

Yo tengo hambre y en la medida que tengo hambre, la intuición, el instinto, me dice que he de comer unas cosas; pero en el momento en que el hambre ha quedado satisfecha, en el momento en que hay un equilibrio entre mi conciencia orgánica y mi demanda interior, entonces ya no hay hambre, y aunque aparezcan alimentos en el exterior, aquello no me produce hambre. El hambre se debe, pues, a un desequilibrio interior. Y todo deseo es exactamente igual; las cosas exteriores no me tentarían si no hubiera una demanda interior.

A. Blay