Se trata de aprender a ver que la conciencia no es
sólo lo que la mente mira. La, conciencia es lo que está detrás de lo que la
mente mira. Cuando tú me vez a mí eres solo consciente de mí; pero no podrías
ser consciente de mí si no fueras consciente de la pared que hay detrás de mí.
Pero siendo consciente de la pared, no eres actualmente consciente de que ves la pared; porque tu atención
exterior, que tiende siempre a particularizarse, se centra en mi forma física y
no en el fondo gracias al cual percibes la forma particular. Pero no podrías
percibir esta forma particular sino percibieras el fondo.
Y así ocurre con todo acto de conciencia: somos
conscientes de algo gracias a que somos también conscientes de otra cosa detrás. Soy consciente de una idea porque hay una no-idea alrededor; sino
no sería consciente de la idea. Soy consciente de una verdad como verdad,
porque hay una noción de inteligencia detrás; y la verdad es la forma
particular de esta inteligencia. Hay un sentimiento (o estado) particular
porque hay un fondo universal o total en ti que es un «sentir» siempre
presente. Si no hubiera este fondo no podrías percibir el estado o sentimiento
particular. Es por esta facultad maravillosa que al focalizar nuestra atención
en algo particular dejamos de ser actualmente conscientes del fondo, a pesar de
que lo seguimos siendo (de un modo u otro), sino no podríamos percibir lo
particular.
Es parecido a una visión. En la visión -esto se ve
muy claro en el cine-, ocurre cuando se quiere enfocar claramente un primer
plano (o una figura en primer término); entonces lo que está detrás se
obscurece, quedando borroso. Si se quiere centrar lo que está en el fondo se
diluye lo que está en primer plano ¿no es cierto? Así, podríamos decir: detrás
de esta conciencia lúcida, actual,
que tenemos de nosotros
en primer plano, está esa presencia difusa de la realidad total que somos.
Es necesario descubrir que esa cosa que parece
no-cosa es nuestra conciencia completa, amplia, profunda, pero ahora estamos
adiestrados a mirar sólo lo particular; y de lo particular, a otro particular y
a otro particular. Y así, estamos constantemente resbalando por lo que son
figuras o estados particulares, fenómenos particulares de la conciencia, sin
descubrir que esto implica ser toda la conciencia que hay en el fondo. Debemos aprender a aceptar
esa no cosa presente, eso que parece que no es nada, eso que parece que es
silencio, eso que parece que no tiene sentido (al principio), porque es la
base, es el sustrato del cual está hecha mi conciencia particular.
Estamos mentalizados a creer que es más real la
forma que el fondo y no es cierto; porque una forma es sólo forma del fondo. Estamos acostumbrados a creer que
una ola es más real que el mar; nuestra mente lo percibe así porque el mar es
amorfo y la ola es la forma que percibe distintamente nuestra mente. Pero la
ola no le da mayor realidad al mar, la ola está hecha (toda ella) del mar, y
percibimos la ola gracias al mar, o sea, lo que es no-ola.
Así, todos los actos particulares, de pensar, de
sentir, de querer, son como olas de una océano básico. Nosotros atendemos a las
olas de cada momento sin tomar conciencia del océano base que somos. Se trata,
pues, de educar la mente a prestar atención a lo que es el fondo, y entonces,
desde el fondo vivir las formas, desde la totalidad vivir lo parcial, desde la
plenitud vivir cada acto particular.
A. Blay
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