Realidad Esencial




REALIDAD ESENCIAL




Bienvenidos al blog donde investigaremos sobre la Realidad, sobre lo que realmente somos más allá de las apariencias e ilusiones, sobre la no-dualidad.

Lee las entradas con una mente abierta dejando que los contenidos te "resuenen", lo que no puedas aceptar, déjalo para más adelante. No se trata de creer nada, más bien, se trata de investigar por si mismo lo que nos apuntan los grandes maestros. La experiencia nos confirma que somos un potencial inmenso, infinito de amor, inteligencia y energía (en palabras del maestro Antonio Blay) a actualizar, a llevar a la acción…



Espero te sientas a gusto en este espacio creado con amor.

Juani


sábado, 13 de septiembre de 2025

La conciencia como fondo



Se trata de aprender a ver que la conciencia no es sólo lo que la mente mira. La conciencia es lo que está detrás de lo que la mente mira. 
Cuando tú me ves a mí eres solo consciente de mí; pero no podrías ser consciente de mí si no fueras consciente de la pared que hay detrás de mí. Pero siendo consciente de la pared, no eres actualmente consciente de que ves la pared; porque tu atención exterior, que tiende siempre a particularizarse, se centra en mi forma física y no en el fondo gracias al cual percibes la forma particular. Pero no podrías percibir esta forma particular si no percibieras el fondo.

Y así ocurre con todo acto de conciencia: somos conscientes de algo gracias a que somos también conscientes de otra cosa detrás. 
Soy consciente de una idea porque hay una no-idea alrededor; sino no sería consciente de la idea. 
Soy consciente de una verdad como verdad, porque hay una noción de inteligencia detrás; y la verdad es la forma particular de esta inteligencia. 
Hay un sentimiento (o estado) particular porque hay un fondo universal o total en ti que es un «sentir» siempre presente. Si no hubiera este fondo no podrías percibir el estado o sentimiento particular. 
Es por esta facultad maravillosa que al focalizar nuestra atención en algo particular dejamos de ser actualmente conscientes del fondo, a pesar de que lo seguimos siendo (de un modo u otro), sino no podríamos percibir lo particular.

Es parecido a una visión. En la visión -esto se ve muy claro en el cine-, ocurre cuando se quiere enfocar claramente un primer plano (o una figura en primer término); entonces lo que está detrás se obscurece, quedando borroso. 
Si se quiere centrar lo que está en el fondo, se diluye lo que está en primer plano ¿no es cierto? Así, podríamos decir: detrás de esta conciencia lúcida, actual, que tenemos de nosotros en primer plano, está esa presencia difusa de la realidad total que somos.

Es necesario descubrir que esa cosa que parece no-cosa es nuestra conciencia completa, amplia, profunda, pero ahora estamos adiestrados a mirar sólo lo particular; y de lo particular, a otro particular y a otro particular. Y así, estamos constantemente resbalando por lo que son figuras o estados particulares, fenómenos particulares de la conciencia, sin descubrir que esto implica ser toda la conciencia que hay en el fondo. 

Debemos aprender a aceptar esa no cosa presente, eso que parece que no es nada, eso que parece que es silencio, eso que parece que no tiene sentido (al principio), porque es la base, es el sustrato del cual está hecha mi conciencia particular.
Estamos mentalizados a creer que es más real la forma que el fondo y no es cierto; porque una forma es sólo forma del fondo. Estamos acostumbrados a creer que una ola es más real que el mar; nuestra mente lo percibe así porque el mar es amorfo y la ola es la forma que percibe distintamente nuestra mente. Pero la ola no le da mayor realidad al mar, la ola está hecha (toda ella) del mar, y percibimos la ola gracias al mar, o sea, lo que es no-ola.

Así, todos los actos particulares, de pensar, de sentir, de querer, son como olas de una océano básico. Nosotros atendemos a las olas de cada momento sin tomar conciencia del océano base que somos. 
Se trata, pues, de educar la mente a prestar atención a lo que es el fondo, y entonces, desde el fondo vivir las formas, desde la totalidad vivir lo parcial, desde la plenitud vivir cada acto particular.

Antonio Blay


viernes, 5 de septiembre de 2025

Bokuju


Bokuju, vivía solo en una cueva.

Durante el día, y a veces por la noche, decía en voz alta su propio nombre “Bokuju”, y luego se contestaba: 

“sí señor, aquí estoy” y no había nadie más.

Sus discípulos, que estaban muy intrigados, le preguntaban: 

¿Por qué te llamas a ti mismo “Bokuju”, tu propio nombre, y luego te contestas: “si señor, aquí estoy”.

A lo que el maestro Zen respondió: Cada vez que empiezo a pensar, tengo que recordar que debo estar alerta, entonces, pronuncio mi propio nombre “Bokuju” y me respondo “si señor, aquí estoy”, y el pensar con su carga de ansiedad, desaparece…

Al final de sus días, durante los últimos tres años, los discípulos advirtieron que el maestro dejó de pronunciar su nombre “Bokuju” y de responderse “si señor, aquí estoy”.

Un día, los discípulos le preguntaron:
¿ maestro, por qué no has vuelto a hacerlo?

Y el maestro respondió: 

es que ahora Bokuju siempre está ahí.

The Book of Secrets, de Osho.

lunes, 1 de septiembre de 2025

Amor Esencial



En la medida en que amamos nos convertimos en aquello que amamos. El amor tiende a unificar a amalgamar, a hacer una unidad de lo que aparecía como diverso, porque nos conduce al fondo y el fondo es realmente común. Por eso el amor, no se debe confundir con la intensidad de un sentimiento, pues es mas bien la profundidad del sentir. 

Es la profundidad la que nos transforma, y no la intensidad por sí sola. La intensidad viene determinada por un canal muy energético, y entonces puede darse un amor muy intenso aunque poco profundo. Se vivirán grandes cosas, pero del mismo modo que se viven, desaparecen. 

Lo que da estabilidad al amor no es la intensidad, sino la profundidad.
El acto de amor auténtico consiste en aprender a vivir, a amar, cada vez mas profundamente, mas genuinamente, mas desde el fondo, y esto es lo que nos va conduciendo hacia el centro. 

La intensidad y la profundidad pueden ir unidas, pero también pueden no ir unidas. En la profundidad siempre hay intensidad, pero en la intensidad no siempre hay profundidad.

- En eso que estás diciendo ¿resultará que hemos de amar también a las personas que nos son hostiles, aunque en ellas no veamos amor?

- Es que el amor depende de ti, no del otro. Si el amor depende del otro, entonces ¿qué amas?, no amas al otro, amas que él hace, lo que te da.
El amor eres tú. Sé tu mismo amando, y cuanto mas profundamente ames, más tú mismo serás. Pero ahora el amor es una transacción mental: me conviene, no me conviene, me cae bien, etc., y eso no es amor.

- He entendido que hemos de amar a todas las personas de la misma forma, y a mí me parece que no es posible.

- He dicho que el amor es uno, y en la medida en que ese amor está actualizado en nosotros, está ahí siempre, indistintamente. El problema es que como yo no estoy viviendo allí donde el amor es, sino que estoy metido en la mente por mi funcionamiento defectuoso, entonces confundo el amor con mis ideas de valor de las personas. Y a unos les digo que sí, y a otros que no, en función de cómo concuerdan con mi escala de valores, con mi comparación, con mis exigencias, con mis modelos. Pero si yo viviera el amor en su sitio, me daría cuenta de que hay un amor total, indistinto, indiscriminado, para todo el mundo y para todas las cosas.

- ¿Entonces deberíamos amar a todos los seres de la misma manera?

- En efecto. No podemos amar a dos seres de una manera distinta puesto que el amor es Uno, y eso es lo que somos. Si yo soy auténticamente yo, amaré indistintamente, con un amor total, aunque luego exprese ese amor de un modo diferente de acuerdo a mi inteligencia y mi visión de cada una de las situaciones. Pero una cosa es la expresión, como yo expreso el amor, y otra cosa es el amor que yo vivo.
El amor es uno, no es múltiple. El amor no es que sea grande para algunas personas y pequeño para otras. El amor es una realidad, es una luz encendida, es un sol, es un volcán que está dentro, y el volcán sigue siendo el mismo en todo momento. 
El problema es que no vivimos el amor donde está, sino a través de la mente, y es la mente la que está diciendo a este sí y a este no, este es bueno y este es malo, este me ayuda y el otro es enemigo.
De este modo se da la paradoja de que viviendo el amor con unos seres, se vive odio o indiferencia respecto a otros.

- Yo siento el amor por unas determinadas formas, esto no encaja…

- El amor en sí no tiene forma. El Amor en sí es Plenitud, la forma se la da la mente. El amor es un sentir, no es un pensar. Vive el amor en el sentir, mantente atento a ese sentir y descubrirás que ese amor es una totalidad en sí que no tiene formas.

- Entiendo que el amor es darse, pero nosotros sólo amamos en la medida en que somos correspondidos.

- El amor para nosotros, es como si fuera algo que damos al otro, se vive así, en un sentido siempre transitivo, relacional. La visión debiera ser otra.
Cuando uno trabaja interiormente, descubre que es de otro modo. El amor no es que yo lo tenga, que sea una cosa que pueda dar o no dar. El amor soy yo mismo. El amor es mi fondo. Y amar a una persona significa que sea yo mismo desde el fondo en relación con la otra persona. El amor no es una sustancia que yo de, que a uno doy y a otro no doy, a uno doy mas y a otro menos. El amor es mi naturaleza profunda, y amar a una persona es ser uno mismo profundamente abierto en relación con ella.
Si intuyes esa visión, verás como cambia tu sentido del amor. Por eso digo que cuanto más amas, más tú mismo eres. Y que al amar, nunca le estás haciendo un favor al otro, es el otro el que te está haciendo un favor a ti, por permitirte ser más tu mismo.
Pero como esto se vive a través del yo-idea que está juzgando, valorando, calculando lo que puede conseguir, dice: “yo te amo si….” Y entonces es cuando viene el drama, porque el otro dice que sí… y luego pasa a decir que no.

Antonio Blay


jueves, 21 de agosto de 2025

Ya eres lo que estás buscando



Plantéate esta pregunta: tú ¿por qué buscas ese amor en relación con esa determinada persona o con tal situación?
Pues porque esto te hace sentir algo. Si no te hiciera sentir esto, no valorarías esa persona o situación. 
Luego, realmente, lo que tú buscas es sentir ese algo; la forma es sólo un medio.

Ahora bien, esto que sientes ¿de dónde te viene? ¿te lo da el otro? ¿o es una actualización que se produce en ti de algo que ya existe en ti mismo? 
Esa satisfacción, ese amor, esa plenitud que sientes al amar ¿te la está comunicando el otro?, ¿te da el otro algo que tú no tenías? ¿o simplemente el otro te está provocando una respuesta interior, un desbloqueo de algo que existía dentro?

- Puede ser que ya exista en mí, pero está claro que lo exterior sirve de estímulo.

- Si es producto de un estímulo, eso quiere decir que lo que buscas está dentro. Y si está dentro, quiere decir que se puede actualizar directamente sin necesidad del estímulo exterior.

Nosotros podemos realizar directamente la plenitud sin otro estímulo que el de darnos cuenta. 
En la medida que no nos damos cuenta de esto, de que la plenitud ya está presente, entonces hemos de andar buscando a través del exterior. Pero nada del exterior nos dará esa plenitud, y en cambio nosotros podemos vivirla directamente cuando descubrimos que lo único que hace el exterior es provocar mi respuesta interior.

Mi autorrealización es un fenómeno interno de conciencia que yo puedo vivir al instante en cuanto me abro al nivel más profundo de mí mismo. 
Sin embargo, la vida entonces sigue; eso quiere decir que mi cuerpo seguirá con sus funciones biológicas, mi afectividad seguirá con sus procesos afectivos y mi mente con su capacidad de comprender y de hacer.

La vida y la realización son dos cosas distintas. La vida tiene su dinamismo propio. A la existencia no le importa que nosotros nos realicemos o no; la vida no está para eso. Nosotros queremos utilizarla para eso porque creemos que éste es su objeto, pero no es así. 

La vida en sí es ya la expresión de una plenitud. Pero cómo nosotros vivimos un vacío, creemos y esperamos que la vida sirva para ir llenando este vacío. Pero esta es una interpretación que hacemos nosotros; no es así.

El día en que tú seas tú del todo, el día en que tú vivas plenamente consciente del amor-felicidad que eres, entonces ya no esperarás nada de la vida porque no necesitarás nada, y es cuando serás un elemento realmente eficaz en tu expresión dentro de la dinámica de la vida.

- No veo por qué ha de haber necesariamente una relación entre la propia plenitud y la capacidad de amar.

- ¿Tú, cuándo amas más? ¿cuándo te sientes vacío de corazón o cuando te sientes lleno a rebosar de satisfacción? 
Si por dentro yo estoy hueco, vacío, yo estaré intentando llenarme con lo externo, con los demás. En cambio, si yo vivo completo, tendré cada vez más amor por todos, porque no busco nada en el otro, pues ya vivo completo.
Cuando he comido mucho ya no busco alimento, pero si estoy con el estómago vacío, con un hambre atrasadísima, estoy buscando alimento por todas partes; en cambio, si estoy lleno, puedo dar de lo que tengo.

Mientras tú estés buscando llenar un vacío dentro, todo lo exterior será un instrumento, será un medio consciente o inconsciente para eso.

A. Blay

miércoles, 20 de agosto de 2025

Meditar


Meditación es estar atentos y plenamente conscientes, segundo a segundo, de nuestros pensamientos y sentimientos, de nuestro cuerpo y movimientos, de todo nuestro entorno.

Hemos sido condicionados para pensar, y que para mejorar nuestra vida debemos esforzarnos. La meditación es un no hacer y se efectúa casi sin esfuerzo. Se trata de relajarnos y permitir que suceda. Este renunciar al impulso compulsivo de hacer, nos lleva al nivel más profundo de relajación psicológica posible en estado de vigilia. 
Igualmente, podemos obtener todos los beneficios, si estamos en movimiento plenamente concientes de lo que hacemos. 

La práctica regular nos permite el placer de la experiencia del estado alfa, con gran cantidad de beneficios, alivio de las presiones de la mente, claridad y tranquilidad emocional, y también recarga y equilibrio de nuestras energías, resultando curativa a un nivel muy profundo. 
La esencia de cualquier forma de meditación es prestar atención pasiva, relajada, sin juicios. Es un estado abierto de consciencia, una “expansión para incluir” y un “permanecer en contacto” con todo lo que se está presenciando y al mismo tiempo también somos conscientes de nosotros mismos como un testigo.

El meditador, sentado o en movimiento presencia su propio proceso de pensamiento sin implicarse, al principio llegarán preocupaciones, recuerdos, pensamientos de futuro, emociones que intentarán arrastrarnos perdiendo ese espacio de testigo y teniendo que regresar a presenciar una y otra vez, sin culparnos, incluyendo en la observación esa parte de nosotros que se impacienta con estas distracciones. 
Con la práctica, cada vez será más fácil y romperemos el hábito de dejarnos arrastrar por nuestros pensamientos y sentimientos. El objetivo de la meditación es centrarse en el aquí y ahora, en el presente. Nosotros estamos donde está nuestra atención. El estar en el presente, es salir de los automatismos, contemplar lo que sucede con ojos puros y responder a las situaciones de una manera espontánea y apropiada, no mecánica.

Practicar la meditación es recordarnos lo que realmente somos; no somos los pensamientos, ni el cuerpo, ni nuestros sentimientos, ya que podemos observarlos y nos damos cuenta que estamos separados de ellos. 
En nuestro nivel profundo, no somos nuestros nombres, ni la etiqueta de hombre o mujer, clase social, ni títulos académicos u oficios (son actividades, no lo que somos). 
Al final, cuando hemos abandonado nuestras falsas identificaciones, sólo queda la esencia, el ser.

www.centroelim.org


domingo, 27 de julio de 2025

Nuestro núcleo de sabiduría


Dentro de cada uno de nosotros hay una profunda fuente de renovación, desde donde brota el conocimiento intuitivo. La sabiduría se extrae de sus profundidades, de la oscuridad del inconsciente a la luz del entendimiento; para ello, debes sumergirte profundamente, dirigiendo tu atención hacia dentro y dejando de lado las influencias externas.
Aproximarse al núcleo de la sabiduría requiere humildad: debes ir desnudo, sin llevar ninguno de los soportes del ego, y sin ninguna máscara de personaje, sin la traba del peso de los miedos o las dudas.

El viaje hacia el conocimiento de uno mismo precisa que entremos gustosamente en la oscuridad de la incertidumbre. Hacerse más consciente tiene su momento oportuno, profundo en su perfección que no tiene nada que ver con nuestras preferencias personales.

Presionar impacientemente para lograr respuestas o intentar acelerar las cosas en busca del conocimiento conducirá invariablemente a callejones sin salida. Sin embargo, todas las equivocaciones aparentes y giros erróneos son una parte esencial del proceso único de cada persona, y no se pueden evitar.

El entendimiento solo surge de haber vivido totalmente tu propia experiencia y de ser guiado por tu propio corazón. A veces, en la búsqueda de la verdad, se presenta una oportunidad excepcional cuando encontramos a un individuo cuya profunda sabiduría conmueve lo más hondo de nuestro ser. La experiencia de su compasión y entendimiento, puede afectar profundamente el curso de nuestra vida. 
En su presencia, parece que vemos reflejada nuestra serenidad, gracia y sabiduría, como si estuviéramos mirando en un espejo y viendo el rostro de nuestro potencial supremo. Su efusión de sabiduría parece ser inagotable y no requerir ningún esfuerzo: no importa cuanto lo compartamos, el manantial de gracia nunca parece secarse.

En última instancia, sin embargo, este trayecto con otro debe hacernos volver al núcleo de nuestra propia consciencia, ya que los pasos finales al reconocimiento de la verdad únicamente los puedes dar solo.
Poco a poco, nos vamos dando cuenta de que el entendimiento emerge del interior de nuestro propio ser y nunca nos lo puede proporcionar otra persona. 

Es una bendición ser guiados amorosamente en el camino por un guía espiritual o un amigo lleno de sabiduría, pero ellos nunca pueden andar nuestro camino por nosotros. Es un poco como montar por fin en una bici sin esas pequeñas ruedas laterales de seguridad…. al principio es bastante tambaleante, pero poco a poco nos acostumbramos y ya nunca volvemos atrás.

Beber de la fuente de la claridad en las profundidades del ser, está disponible para todos los que estén sedientos y dispuestos a sumergirse hasta el centro del ser para ser nutridos.
Una vez que has saboreado las aguas claras de la consciencia, volverás a ella a menudo. Es la fuente que sustenta y refresca, fluyendo eternamente como un manantial claro por toda la existencia.




jueves, 24 de julio de 2025

El deseo- demanda interior


Cuando en nosotros hay el deseo de algo, eso quiere decir que esencialmente existe en nosotros la posible realización de ese algo. El deseo puede tener dos formas básicas: o bien yo deseo llegar a ser de un modo determinado, o bien deseo algo externo a mí.
Yo puedo desear llegar a vivir con una gran serenidad, o con una gran seguridad interior, o con una gran paz; o puedo desear una casa muy bonita, o poder disponer de unos medios económicos que me permitan una autonomía en mi vida.

O sea, puedo desear algo de mí, de mi interior (en relación a mi modo de ser), o puedo desear un objeto. Pero cuando miro bien eso..., me doy cuenta que en último término las dos cosas son una sola.
Yo deseo un objeto, o deseo unas determinadas condiciones exteriores, porque creo que en aquellas condiciones yo me sentiré mejor, yo seré más feliz, yo viviré de un modo más pleno.

O sea que, en definitiva, siempre estamos buscando vivir de un modo más pleno, más satisfactorio, más completo, más auténtico. Lo que pasa es que a veces lo buscamos directamente, aspirando al estado en sí, y otras veces lo buscamos indirectamente, a través de una condición externa: que las personas cambien, que tengan otro carácter, que en mi trabajo me asciendan, que yo aumente de categoría, etc. Pero en el fondo siempre todo va a parar a esta exigencia profunda de vivir yo más mi propia plenitud, de un modo u otro.

Esta plenitud se desea porque ya está empujando por dentro. El deseo no viene simplemente de algo que nos falta. Si nos faltara algo y sólo eso, esto no generaría nunca el deseo.
El deseo solamente se genera cuando, por un lado, yo vivo limitado, y por otro lado, otro nivel en mí vive o percibe una plenitud. Es el contraste entre estas dos cosas que hay en mí lo que genera el deseo.

Si yo solamente fuera eso limitado, viviría la limitación como única posibilidad, sin contraste posible, sin demanda posible. Yo sería eso y no podría aspirar a más porque no podría sentir o intuir nada más.
Pero resulta que a pesar de vivir unas limitaciones, algo en mí intuye que hay otro modo de vivir más pleno, más auténtico. Esto es lo que produce el deseo.
El deseo no nos viene nunca del exterior, el deseo nos viene por ese desequilibrio interior existente entre lo potencial y lo actualizado.
Si no hubiese este potencial, aunque se nos ofrecieran exteriormente toda clase de estímulos, no habría respuesta interior.

Yo tengo hambre y en la medida que tengo hambre, la intuición, el instinto, me dice que he de comer unas cosas; pero en el momento en que el hambre ha quedado satisfecha, en el momento en que hay un equilibrio entre mi conciencia orgánica y mi demanda interior, entonces ya no hay hambre, y aunque aparezcan alimentos en el exterior, aquello no me produce hambre. El hambre se debe, pues, a un desequilibrio interior. Y todo deseo es exactamente igual; las cosas exteriores no me tentarían si no hubiera una demanda interior.

A. Blay



miércoles, 9 de julio de 2025

El sueño de la identificación


Mientras vivimos en el sueño de la identificación, nos valemos de los sentidos físicos para percibir de manera limitada lo Real.
Nuestra existencia se arma con recuerdos del pasado, experiencias que hemos tenido, deseos , temores… vivimos atrapados en el tiempo, sin permitirnos funcionar naturalmente, perdiéndonos valiosos mensajes de nuestro cuerpo por no estar atentos, en el presente, en el ahora.

Vivimos de una manera mecánica, condicionada, y todo lo complicamos actuando compulsivamente, de manera reactiva, y creemos que eso es la realidad.
Mientras estoy identificado con lo que creo ser, no puedo elegir las respuestas más adecuadas, saludables a la situación porque sale lo automático, lo impulsivo, lo mecánico, por la fuerza del condicionamiento; y es que el pasado está tiñendo el presente, proyectándose en un futuro ilusorio, supuestamente mejor…

Todo cambia cuando suelto el tiempo psicológico y me instalo en el presente, viviendo momento a momento, vigilando, observando lo que pasa en mi mente y soltándolo. Observando los mecanismos reactivos que se ponen en marcha ante los estímulos externos, dándome cuenta que sólo son programas con los que venimos funcionado durante muchos años …

Al despertar, expresamos en muestra vida los valores del ser surgiendo la acción de manera espontánea, inspirada ( no teñida por las emociones y pensamientos que se mueven en la superficie) independientemente de lo que acontezca, en una actitud contemplativa.
El despertar nos lleva a mirar la verdad directamente, descubriendo la inteligencia, la belleza, la energía y el amor que soy, la Realidad, ese potencial en vías de actualización, atestiguando todo lo que acontece desde la conciencia.

Una vez descubierta la Verdad, debo mantenerme allí donde la he visto, si quiero que ilumine mi vida, como un faro que alumbra el camino del navegante en la oscuridad del océano.
Cuando me despisto, me distraigo, se trata de observar esa distracción y volver a la contemplación con una actitud amorosa, para ello debo de tener una vocación por vivir desde la verdad y estar “vigilante” para darme cuenta. Mantenerme atenta a la luz que soy en lo profundo.
Luego que se va haciendo el camino, ese estado de lucidez se mantiene sin esfuerzo, lo mantiene la luz, y, al estar despierta, más lucidez, paz, alegría, espontaneidad y amor sin causa sentiré.

Para despertar a la Verdad es imprescindible hacer silencio de lo pensado, sentido, soñado, imaginado; un camino de soledad y silencio hacia el sí mismo, adentrándose en la aventura del descubrir.
Lo que nos separa de la Realidad es la mente entretenida con sus imaginaciones y sueños, se trata entonces de “girar” la mente y mirar hacia adentro, hacia la luz, y a partir de esa mirada despierta, el amor surge espontáneo inevitablemente.



jueves, 8 de mayo de 2025

Sentido de Ser


Pensamientos, emociones, percepciones sensoriales y experiencias constituyen el contenido de tu vida. «Mi vida» es de lo que derivas tu sentido del yo; «mi vida» son los contenidos, o al menos eso crees.

Pasas por alto continuamente el hecho más evidente: tu sentido más interno Yo Soy no tiene nada que ver con lo que ocurre en tu vida, nada que ver con los contenidos. Este sentido del Yo Soy es uno con el Ahora. Siempre permanece igual.

En la infancia y en la vejez, en la salud o en la enfermedad, en el éxito y el fracaso, el Yo Soy —el espacio del Ahora— permanece inmutable al nivel más profundo.
Habitualmente se confunde con el contenido, y por eso sólo experimentas el Yo Soy o el Ahora levemente, indirectamente, a través de los contenidos de tu vida.

En otras palabras: tu sentido de Ser queda oscurecido por las circunstancias, por la corriente de pensamientos y por todas las cosas de este mundo. El Ahora queda oscurecido por el tiempo.
Y así olvidas que estás enraizado en el Ser, en tu realidad divina, y te pierdes en el mundo. Confusión, ira, depresión, violencia y conflicto afloran cuando los seres humanos olvidan quiénes son.
Sin embargo, qué fácil es recordar la verdad y volver a casa.

Yo no soy mis pensamientos, emociones, percepciones sensorias y experiencias.
Yo no soy el contenido de mi vida. Yo soy Vida. Yo soy el espacio en el que ocurren todas las cosas. Yo soy conciencia. Yo soy el Ahora. Yo Soy.

No puedes encontrarte a ti mismo en el pasado o en el futuro. El único lugar donde puedes encontrarte es en el Ahora.

Tú no eres alguien que es consciente del árbol, del pensamiento, del sentimiento o de la experiencia. Tú eres la conciencia en la que -y por la que- esas cosas aparecen.

Mientras vives tu vida, ¿puedes ser consciente de ti mismo como la conciencia en la que se despliega todo el contenido de tu vida?

E. Tolle

jueves, 1 de mayo de 2025

Realidad de las cosas


¿Realmente estamos viviendo la realidad de las cosas, o es que estamos viviendo nuestra noción de realidad puesta en cada cosa que tenemos delante?

Si yo viviera la realidad de las cosas, las cosas seguirían siendo reales, aunque fueran de ayer o de más tarde, porque la realidad en sí misma de las cosas no cambia. Cuando para mí una cosa es muy importante, es lo más real en un momento dado, y en el momento siguiente pasa a ser otra cosa y luego otra cosa, esto me hace ver que no es la realidad de la cosa lo que veo, sino que es la realidad que hay en mí, y que yo la estoy prestando a la cosa.

¿Qué pasaría si yo aprendiese a vivir directamente esa noción de realidad, no allí donde mecánicamente la estoy poniendo sino realmente donde está?

Pues que las cosas dejarían de ser problema para mí, dejarían de ser objeto de deseo y objeto de temor.

¿Por qué una cosa me inspira un gran deseo?

Porque veo en la cosa más realidad que en mí.

¿Por qué una cosa me produce temor?

Porque veo en la cosa una mayor fuerza o realidad (hostil en este caso) que en mí.
Pero si la realidad de la cosa yo la vivo en mí (porque es mía), entonces aquella cosa deja de producirme miedo.

Así, para mí es real aquello en lo que yo pongo mi noción de realidad: porque como yo ahora estoy viviendo esta realidad en mis imágenes mentales y en mi fabricación de ideas, así, las imágenes mentales y las ideas son para mí lo real. Y por eso me seducen y voy tras ellas, por eso me dominan, y por eso yo estoy supeditado a ellas. 
Pero si yo pudiera vivir esta noción de realidad, no aquí, en mi frente, con cada fenómeno que se produce en mi mente, sino donde realmente está, que es en mi centro, entonces yo podría vivir todo sin dejarme aprisionar por nada, sintiéndome como mínimo con la misma fuerza que tiene cada objeto. 
Así, se hace evidente la absoluta necesidad de que yo aprenda a descubrir esta realidad en mi centro.

Yo soy esta totalidad en un plano más profundo o más elevado, el problema que se plantea es ¿en qué medida eso para mí es real? 
Porque en la medida en que mi realidad siga siendo mi conciencia mental habitual, no viviré en mi realidad central. Podrá ser una idea muy bonita, quizá algo deseable, o cualitativamente importante, pero no será para mí ninguna realidad operativa.

El trabajo consiste en trasladar mi noción de realidad desde donde está funcionando habitualmente hasta allí donde realmente está, donde Es.
A. Blay


jueves, 10 de abril de 2025

La naturaleza verdadera de la mente


“Vivimos bajo una cadena de pensamientos que selecciona y aísla un único aspecto de la realidad” 

Mathieu Richard


Un día, cuando caminaban por una región montañosa, Gauthama Buda ya mayor, bajo el sol de mediodía le dijo a su discípulo Ananda:

- Estoy sediento Ananda, cuando atravesamos las montañas, pasamos un arroyo, ¿puedes retroceder el camino y traerme un poco de agua?

Ananda retrocediendo el camino, llegó al arroyo, pero cuando llegó allí, se dio cuenta de que unas carretas acababan de atravesarlo, embarrándolo todo.
Las hojas muertas que antes yacían en el fondo, ahora flotaban sobre el agua, ya no era bebible, y por supuesto no podía llevársela a Buda, así que decidió regresar junto a él.
Además, sabía que unas millas más allá del sitio donde habían parado, corría un gran río de agua cristalina.

Pero Buda que era muy estricto le dijo:
-Vuelve al arroyo otra vez, porque recuerdo que cuando pasamos esa agua era pura y cristalina.

Ananda, protestó:
- Entiéndelo, entre que llegamos aquí, pasaron unas carretas por el riachuelo y el agua ya no es bebible!!

Lo sé - dijo Buda- pero ve y siéntate a orilla el tiempo que lleve.
Ve y siéntate!
No te metas en la corriente, porque si te metes en ella, la ensuciarás de nuevo, simplemente espera, observa y no hagas nada….esas hojas muertas desaparecerán, el barro se asentará, entonces llena mi cuenco y regresa.

Ananda fue al riachuelo de nuevo porque no podía desobedecer a Buda y allí se sentó esperando.
Y esperando, vio que las hojas muertas y el barro se iban asentando despacito, dejando el agua clara y pura, tal cual es su naturaleza, llenó su cuenco y de regreso, entendió lo que Buda trataba de decirle:
“Ananda no te metas en el río, no sigas la corriente de tu mente, espera en la orilla, y simplemente observa:
La naturaleza verdadera de tu mente es esa claridad cristalina, ensuciada por pensamientos y emociones pasajeros.



viernes, 4 de abril de 2025

¿Cuál es el motivo real de todo lo que hago, pienso o quiero?


Pregúntate a ti mismo: «¿cuál es el motivo real de todo lo que hago, pienso o quiero?» 

Verás que tu deseo real es estar sin deseo. Tu deseo real es la paz. 

En las diversas situaciones de tu vida, estás buscando continuamente la carencia de deseos, pero no estás convencido del hecho de que el objeto deseado, nunca cumple su promesa.
Una vez que el objeto deseado es conseguido, experimentas una paz momentánea. Pero más adelante, este mismo objeto te deja indiferente. 

En un determinado momento, llegas a la conclusión de que lo que estabas buscando, no se encuentra en ningún objeto, en nada de lo que proyectas. Esta visión produce en ti una detención. Te quedas en silencio, a la escucha, despojado de toda orientación, multidimensional y completamente abierto. Este es el momento en que el presentimiento aparece, surgiendo de lo presentido. Si lo dejas, te lleva hacia sí mismo. Y entonces, estás completamente desnudo, libre de todo atributo. Tú eres silencio.

Puedes llamar a este pre-sentimiento percepción original, donde no hay ni elemento perceptor ni nada percibido, sino sólo identidad con la percepción. Sientes, sin sentirlo, que en todos los estados —vigilia, sueño con sueños, sueño profundo— la pura conciencia sin objeto es. 
J. Klein


lunes, 31 de marzo de 2025

¿Quién es el que pregunta?


Dicen que Buda intentó practicar toda espiritualidad, toda forma de ascetismo, toda disciplina de cuantas se practicaban en la India de su época, en un esfuerzo por alcanzar la iluminación. Y que todo fue en vano. 
Por último, se sentó un día bajo un árbol que le dicen 'bodhi' y allí recibió la iluminación. 

Más tarde transmitió el secreto de la iluminación a sus discípulos con palabras que 'pueden parecer enigmáticas a los no iniciados, especialmente a los que se entretienen en sus pensamientos: 

«Cuando respiréis profundamente, queridos monjes, sed conscientes de que estáis respirando profundamente. 
Y cuando respiréis superficialmente, sed conscientes de que estáis respirando superficialmente. 
Y cuando respiréis ni muy profunda, ni muy superficialmente, queridos monjes, sed conscientes de que estáis respirando ni muy profunda ni muy superficialmente». 


Conciencia. Atención. Absorción. Nada más.

Esta forma de quedarse absorto, podemos observarla en los niños, que son quienes tienen fácil acceso al Reino de los Cielos.


Preguntaba el monje: «Todas estas montañas y estos ríos y la tierra y las estrellas... ¿de dónde vienen?

Y preguntó el Maestro: «¿Y de dónde viene tu pregunta?» "¿Quién es el que pregunta?".

¡Busca en tu interior!


sábado, 29 de marzo de 2025

¿Quién soy yo?


Cuando nos sentimos existir detrás de las sensaciones, los sentimientos y los pensamientos, no nos hundimos en la inconsciencia. Al contrario, estamos en un estado de extrema vigilancia y, en esta vigilancia somos conscientes de existir.

Esta consciencia de Ser, es la raíz del “Yo”. Esta Consciencia de existir está vacía de todo contenido, ya que todo contenido es una sensación, un sentimiento o un pensamiento. Esta consciencia vacía de todo, esta pura consciencia es nuestra verdadera naturaleza, nuestro ser real, por oposición a nuestra personalidad humana que constituye nuestro ser aparente.

¿Quién soy yo?
“Soy consciencia pura”.

Por un lado, está el yo superficial que está compuesto por el conjunto de sensaciones, sentimientos y pensamientos y, por otro lado, el yo profundo, que es pura Consciencia. El yo superficial oculta al Yo profundo.

Pensamientos, sentimientos y sensaciones, son percepciones que atraviesan el campo de la Consciencia. Lo que permanece en movimiento perpetuo son las percepciones. Lo que es inmutable es la Consciencia.

En la medida en la que identifiquemos nuestra consciencia de existir, con las percepciones, nos encontraremos encadenados al devenir perpetuo, y por ello mismo, al sufrimiento.
La impermanencia de las percepciones es constante, y las categorías de percepciones que son consideradas como agradables, están ineluctablemente llamadas a ser reemplazadas, un día, por otras percepciones, consideradas desagradables por la personalidad humana. Pero si dejamos de identificar nuestra consciencia de existir con las percepciones, para identificarla con la pura Consciencia vacía de contenido, entonces ninguna pérdida, ninguna ganancia, ningún sufrimiento puede alcanzarnos. Nuestro yo superficial continuará ganando, perdiendo, sufriendo y gozando, pero nuestro Yo profundo permanecer á sereno e inmutable.
Así, al descubrir el Yo profundo, nos emanciparemos de las contingencias temporales.

No se trata en absoluto de buscar, de una forma u otra, la negación, la aniquilación, la mortificación o el olvido de la personalidad humana. Es preciso tomar consciencia de lo que se encuentra detrás. Esta toma de consciencia no presupone ninguna llamada a la voluntad.
Basta simplemente con comprender por medio de una percepción interior directa, que todos los componentes de la personalidad constituyen nuestro yo superficial, impermanente y relativo, mientras que nuestro Ser verdadero se encuentra en otra parte.

Cuando accedemos al Despertar interior, percibimos que nosotros no somos la personalidad humana, sino la pura Consciencia que la habita. Pero esto no debe ser una razón para destruir la armonía que debe existir entre la pura Consciencia y la personalidad humana. Al contrario, esta armonía deberá reforzarse y la personalidad humana se convertirá en un instrumento perfecto de acción, en el mundo material, para la Consciencia inmaterial.



lunes, 27 de enero de 2025

La Atención Central


Podemos estar en la vida con una actitud muy exteriorizada, periférica, o, una centrada, profunda.
A nivel físico, cuando voy por un lugar peligroso, pongo la atención en mis movimientos, el máximo control de mi actividad física, estoy buscando el centro. En determinadas situaciones afectivas, trato de estar todo yo presente, no permito que salga algo inapropiado, sino que intento estar en el centro de lo que siento profundamente. Cuando se trata de hablar, o tomar una decisión muy importante, ocurre lo mismo, me sitúo en una zona central, donde pueda decir lo que me parece más adecuado.

Esta actitud de vivir desde ese punto donde yo soy más yo mismo y que me hace manejar mejor las cosas, las reservamos para momentos muy importantes o de urgencia.
Toda la vida está fluyendo desde ese centro, desde ese eje central (centro mental, centro afectivo y centro de energía) de donde surge toda capacidad de comprensión, de sentimiento y de acción; todo lo demás es manifestación periférica de ese centro.

Desde el centro, la identidad, se funciona con soltura, se actúa con rapidez y eficacia, y no hay identificación; hay plena disponibilidad de ver, sentir y actuar.

Todo trabajo interior, cualquiera sea el enfoque, es para alcanzar ese fondo; algunos buscan el fondo energético (físico, mental), como las artes marciales; otros, como la meditación religiosa, tratan de llegar a vivir el fondo del sentir y amar desde ahí; en meditaciones de tipo metafísico es llegar al fondo de la mente y desde allí conectar otros niveles de consciencia.
Es aconsejable para un equilibrio personal, trabajar los tres niveles, de lo contrario, el nivel que esté menos desarrollado, nos traerá dificultades.

Centrarse, es aprender a vivirse como sujeto que ve, que siente, que conoce, que actúa; es tratar de estar más allí donde uno es uno mismo.
Es una luz central que ilumina todo lo que se mueve alrededor, entonces se puede ser consciente de una cosa o de otra, sin perder la consciencia del que ve, sin pensar
En el pensar, la mente hace un gesto automático y se cierra sobre algo en particular, excluyendo el resto.

La atención central, es una atención como sujeto, no hacia el objeto y está implicada en el centramiento en su fase mental. Estar centrado es una actitud interior profunda, significa vivir cada momento con toda mi lucidez, con toda mi capacidad de sentir, con toda la capacidad de movilizar la energía que pueda.

“CUANDO VIVAS CENTRADO, EL EXTERIOR NO TE PODRÁ AÑADIR NI QUITAR NADA DE LO QUE ERES."
A. Blay



sábado, 18 de enero de 2025

La Verdadera Libertad


La identificación con la mente produce una pantalla opaca de conceptos, etiquetas, imágenes, palabras, juicios y definiciones que bloquean toda verdadera relación.
Esa pantalla se interpone entre tú y tú mismo, entre tú y tu prójimo, entre tú y la naturaleza, entre tú y Dios; crea la ilusión de separación, la ilusión de que tú y el «otro» estáis totalmente separados.

Entonces te olvidas del hecho esencial de que, debajo del nivel de las apariencias físicas y de las formas separadas, eres uno con todo lo que es.
La mente es un instrumento soberbio si se usa correctamente. Sin embargo, si se usa de forma in-apropiada, se vuelve muy destructiva.

Para decirlo con más precisión, no se trata tanto de que usas la mente equivocadamente: por lo general no la usas en absoluto, sino que ella te usa a ti. Ésa es la enfermedad. Crees que tú eres tu mente. Ese es el engaño. El instrumento se ha apoderado de ti.
Es como si estuvieras poseído sin saberlo, y crees que la entidad posesora eres tú.

LA LIBERTAD COMIENZA cuando te das cuenta de que no eres la entidad posesora, el pensador. Saberlo te permite examinar la entidad.
En el momento en que empiezas a observar al pensador, se activa un nivel de conciencia superior.

Entonces empiezas a darte cuenta de que hay un vasto reino de inteligencia más allá del pensamiento, y de que el pensamiento sólo es una pequeña parte de esa inteligencia.
También te das cuenta de que todas las cosas verdaderamente importantes —la belleza, el amor, la creatividad, la alegría, la paz interna— surgen de más allá de la mente.
Empiezas a despertar.
E. Tolle




lunes, 13 de enero de 2025

La Realidad


Si queremos saber qué es la Realidad, qué es la Vida y de qué estamos hechos nosotros, para actuar en ella, tenemos que saber que la Realidad está hecha de conciencia, que es el acto de darnos cuenta. Aquello por lo que nos damos cuenta, es el trasfondo de que está hecha la Realidad.

Nos acostumbramos a pensar que la Realidad, es algo que está fuera de nosotros, un objeto externo. Pero lo que crea ese objeto, lo que lo construye, es el acto de darse cuenta. 
En nuestra conciencia de vigilia, nos parece que lo real, es lo que se proyecta en la vida y el "darse cuenta", es algo que sin saber como, refleja la realidad, algo que se nos escapa. Es todo lo contrario. 
La Conciencia, es la realidad que se manifiesta fuera en mil situaciones y formas a las que llamamos nuestra vida. El que hagamos esta inversión, tiene enormes consecuencias en nuestra existencia. Es un error que nos hace vivir de una manera equivocada.

Si siento que vivo más intensamente, que mi vida tiene más realidad, más autenticidad, pienso que la causa es algo de fuera. Algo atrae mi atención, me hace estar más consciente y considero a ese algo, causa de la felicidad que siento; pero si me noto más vivo, mejor, es porque he intensificado mi conciencia y no porque ese objeto que tengo delante sea verde o rojo, o porque esa persona sea simpática o no lo sea. 
He creado una condición en mi mente. He condicionado mi estado interno de mantenerme despierto, alerta, a una cosa o situación externa que me produce satisfacción. Lo que me interesa, me hace sentir muy bien. Lo que no me interesa, no pongo atención en ello. Pero me parece que no es interesante por una idea en mi mente. 

La vida entera es interesante si nos damos cuenta de que es la conciencia, si la vemos de dentro a fuera. Pero como la vemos al revés, condicionamos nuestros estados internos a las realidades exteriores y creamos las condiciones de acuerdo con ideas que tenemos en nuestra mente.

La verdad funciona de otra manera. Cuando descubrimos la verdad, no nos condiciona; la verdad nos libera, nos abre por dentro. Amplía nuestra conciencia.
Cuando una persona, cosa, o situación nos interesa, se intensifica nuestra conciencia, pero no se amplía. La he limitado. La consecuencia de esto, es que me he atado a eso, que no soy libre.

Al descubrir los verdaderos valores, los que son expresión de la conciencia profunda, los diferenciamos de los otros, los que son cualidades cambiantes. Y con independencia de ellos  sentir‚ que soy fuerza, amor, belleza, armonía; a pesar de mi debilidad, de mi estatura, de mi falta de dinero, etc... Con la atención en la totalidad esos valores absolutos se van expresando porque lo que hace que se limiten y condicionen es la atención particularizada a las representaciones externas de ellos. 
Estos valores que todos los seres humanos intuimos en el silencio, son los verdaderos móviles para que despierte nuestra atención.

La ampliación de la conciencia, la atención auténtica, es todo lo contrario a la concentración: se produce de una manera espontánea y natural, en el silencio y la quietud de la mente. 
Todo lo verdadero es espontáneo y sencillo. Lo originario, que es lo verdadero, lo que está en lo profundo de la conciencia, es siempre natural y sencillo.

Si la atención es justo ese darse cuenta, ese ampliar la conciencia, ¿Cuándo ampliamos la conciencia?. 
Cuando intuimos que somos amor, belleza... 
La verdadera atención se produce de esta manera: descubro una verdad, cuando me intereso por ella, y cuando estoy pendiente de esa verdad porque intuyo que es esencial, entonces mi conciencia se amplía. No tengo que hacer nada más. Intuyo que soy amor, que no depende de las condiciones, que el amor es libre de todo condicionamiento y la conciencia se amplía en esta verdad.
Así voy abarcando más y más, descubriendo las verdades y manteniendo mi atención en darme cuenta de ellas, porque descubro que me interesan profundamente, porque las amo.

No es así como funcionamos. En el momento en que nos sucede algo desagradable ponemos en ello nuestra atención, nos desesperamos y sufrimos, pero cuando pasa un poco de tiempo, o mucho, eso se olvida y nuestra atención es cogida por otro suceso, desapareciendo esa desesperación. 
El cambio de nuestra atención, cambia nuestros estados afectivos y emocionales. Aquí podemos investigar qué es lo que hacemos con la realidad: estamos dando realidad a aquello en lo que ponemos o concentramos nuestra atención.
Seamos pues inteligentes y no demos realidad absoluta a ninguna cosa, ya que todas son relativas y cambiantes. 
Demos sólo realidad, a esa atención que viene del fondo, a esa Presencia interna y dejemos que en esa atención, en esa conciencia, se vayan manifestando y expresando todas las cosas que sirven para hacernos aprender. 

Todo lo que sucede,  nunca es casual. Absolutamente todos los acontecimientos, son expresión de la Inteligencia, todos son expresión del movimiento de la Inteligencia, los más desagradables, los que creemos que no nos corresponden, todos.

Consuelo Martin