Realidad Esencial




REALIDAD ESENCIAL




Bienvenidos al blog donde investigaremos sobre la Realidad, sobre lo que realmente somos más allá de las apariencias e ilusiones, sobre la no-dualidad.

Lee las entradas con una mente abierta dejando que los contenidos te "resuenen", lo que no puedas aceptar, déjalo para más adelante. No se trata de creer nada, más bien, se trata de investigar por si mismo lo que nos apuntan los grandes maestros. La experiencia nos confirma que somos un potencial inmenso, infinito de amor, inteligencia y energía (en palabras del maestro Antonio Blay) a actualizar, a llevar a la acción…



Espero te sientas a gusto en este espacio creado con amor.

Juani


jueves, 9 de octubre de 2025

Meditación y coherencia cardíaca

 

La meditación promueve el estado de coherencia de manera natural. El silencio, en sí mismo, genera coherencia. El estado meditativo abre un canal directo con la inteligencia del corazón, con la intuición profunda que emerge de la experiencia de una realidad unificada.

Mientras que la inteligencia del cerebro tiende a analizar y a separar en partes, la inteligencia del corazón busca la síntesis.
Cuando nos vivimos desde una atención sostenida, desde una consciencia abierta y clara, descubrimos el poder transformador de soltar la mirada fragmentada y recuperar el sentido de totalidad.
Esta inteligencia del corazón activa en el cerebro de la cabeza una percepción completamente nueva que contempla la realidad sin apoyarse en experiencias pasadas. Este nuevo circuito no pasa por las viejas memorias, su conocimiento es inmediato, y por ello, tiene una percepción exacta de la realidad.

En meditación, podemos más fácilmente situarnos en este espacio del corazón, podemos “respirar desde el corazón”, propiciando una respuesta de coherencia. 
La respiración consciente es un potente elemento equilibrador del sistema nervioso, el central y el autónomo, y están ampliamente documentadas las influencias de esta práctica sobre el diálogo entre ambos. 
Este diálogo es responsable de las oscilaciones en el ritmo cardiaco, de forma que, si lo sintonizamos mediante la práctica continuada, el ritmo del latido de nuestro corazón se irá asentando en una coherencia habitual.

La respiración consciente nos permite entrar en un estado de coherencia que sincroniza los ritmos más importantes de nuestro organismo. Cuando se produce esta sincronización interna, podemos de manera más sencilla y sin resistencias soltar los pensamientos y ofrecer espacio a las emociones estresantes y perturbadoras para que fluyan y liberen su energía naturalmente.

En el estado meditativo nos situamos en la conciencia-sin-elección o conciencia-testigo. El testigo observa… Se da cuenta de lo que ocurre sin ser arrastrado o absorbido por ello. Desde esta presencia observadora poco a poco nos establecemos en una calma-atenta que se asienta en el ritmo sincronizado y coherente de todo nuestro ser. 
Desde aquí, nuestros recursos físicos, cognitivos, emocionales y relacionales son más accesibles, comienzan a abrirse nuevos caminos creativos, aparecen soluciones diferentes, caminos de acción no explorados anteriormente… 

Esta presencia, y esta coherencia, nos permite un intercambio con el mundo más pleno, más despierto… De una forma muy significativa, esta sintonía con nuestro corazón se plasma en meditación a través del cultivo de la compasión.

El camino hacia la Coherencia en meditación se llama compasión. La vida desde el corazón es el camino del reconocimiento y la reconciliación con todo lo que somos y representamos, el alineamiento de lo físico, lo biológico y lo psicológico con el ser profundo.


www.centroelim.org



sábado, 4 de octubre de 2025

Lo que Soy



Todo lo que yo puedo llegar a vivir en el tiempo a través de un desarrollo, es lo que ya soy en un Centro. 
El tiempo no añade nada a lo que soy. El tiempo es sólo un despliegue progresivo de esta identidad que soy. Por lo tanto, todo lo que yo pueda llegar a vivir con el tiempo, a través del tiempo, lo puedo vivir ahora en la medida en que yo me sitúe en este mismo nivel de profundidad donde está. 
O sea que el desarrollo en el tiempo es equivalente a mi profundidad actual ya que yo soy en todo momento esta realidad donde existe toda la plenitud.

Si yo ya soy eso ¿por qué no lo vivo? 

Porque estoy sugestionado para vivir creyendo ser otra cosa. Pero es que además hay otro hecho muy curioso: y es que esa realidad central que soy, lo que es mi verdadera realidad es, además, plenamente consciente, ya que esa realidad es básicamente conciencia, lucidez. 
Es inconcebible una realidad de la inteligencia que sea inconsciente. Si eso es algo, es pura conciencia, es lucidez. 

Eso es lo que somos: plenitud, conciencia y pura lucidez. Y ahí está la maravilla, que nosotros estamos viviendo como si esto no existiera. Podríamos decir que nosotros somos esa plenitud consciente, de la cual somos inconscientes.
Esta plenitud y esta conciencia ya están dentro; ya la soy, no es que sea algo distinto a mí; es lo que siempre he sido.

El problema es: ¿en qué medida yo soy capaz de reconocer-me? ¿En qué medida vivo instalado en mi centro de ideas, de esquemas mentales, con sus separaciones, con sus dualidades, con sus contradicciones y sus tensiones? ¿En qué medida yo soy capaz de poder situarme en ese centro donde yo ya soy esa totalidad?

Lo que nosotros entendemos como conciencia, apenas es conciencia. Lo que nosotros llamamos conciencia es como una minúscula porción superficial y parcial de esta conciencia total que somos. 
Este fenómeno es muy curioso y lo podemos ver en nuestra vida diaria; nosotros somos siempre mucho más conscientes de lo que nos damos conscientemente cuenta.

Por ejemplo, sólo cuando yo estoy enfermo me doy cuenta que antes me encontraba muy bien. O sea, que sólo me doy cuenta de mi conciencia de salud cuando ésta se altera. Y por eso después de haber estado enfermo, de haber estado mal, el día en que nos sentimos bien gozamos ese sentirnos bien como siempre. 
Observad esas palabras: bien como siempre. Pero sólo lo gozamos los primeros momentos. A los tres días, o dos días, o a la media hora de sentirme bien, ya dejo de ser consciente de ese bien que me siento.
Y entonces es como si mi mente se volviera a cerrar y volviera a vivir ausente de una cosa real (como el estar bien), para estar preocupada de las cositas que se van moviendo en la periferia.

Si se entiende bien este ejemplo que todos conocemos por experiencia, observaremos que es un verdadero misterio el hecho de que siendo conscientes, vivimos como si no lo fuéramos.

Nuestra realidad total es exactamente del mismo orden; somos ya esta plenitud total, sólo que hemos de recuperar esta conciencia, porque estamos viviendo con la mente crispada, cerrada, agarrándose a unas cuantas cosas en particular que hacen que yo en mi nivel externo no esté viviendo plenamente lo que ya estoy siendo y viviendo en el nivel más profundo.

A. Blay