Realidad Esencial




REALIDAD ESENCIAL




Bienvenidos al blog donde investigaremos sobre la Realidad, sobre lo que realmente somos más allá de las apariencias e ilusiones, sobre la no-dualidad.

Lee las entradas con una mente abierta dejando que los contenidos te "resuenen", lo que no puedas aceptar, déjalo para más adelante. No se trata de creer nada, más bien, se trata de investigar por si mismo lo que nos apuntan los grandes maestros. La experiencia nos confirma que somos un potencial inmenso, infinito de amor, inteligencia y energía (en palabras del maestro Antonio Blay) a actualizar, a llevar a la acción…



Espero te sientas a gusto en este espacio creado con amor.

Juani


domingo, 18 de septiembre de 2022

Aceptación


Cuando el corazón llora por lo que ha perdido, el Profundo sonríe por lo que ha encontrado. Dicho Sufí.



¿Nos ha dado pena esa pérdida?, ¿ha finalizado la relación con una persona amada?, ¿ha desparecido alguna cosa muy simbólica?, ¿últimamente la vida pasa monótona, sin todavía vivenciar eso que uno anhela?, ¿acaso la salud nos ha dado un “aviso”? ¿tal vez la economía flaquea?, ¿acaso han herido nuestro ego?, ¿o bien es la rabia y la impotencia acompañadas de oscuros deseos de venganza?

Si miramos hacia atrás en nuestra vida y observamos la de aquellos que nos rodean, sabremos muy bien que ésta es un rosario en el que las risas se alternan con las lágrimas. Uno también intuye que toda experiencia por dolorosa que sea, trae envuelta enseñanzas insospechadas. La evolución como rueda de molino, refina y sutiliza a las personas y a las cosas. ¿Por qué nos duele tanto la pérdida? La respuesta señala a nuestro yo que se confunde e identifica con eso que se va, generando una sensación que nos fragmenta. En realidad, somos mucho más que nuestras partes. Nuestra existencia tiene otro alcance y la capacidad de crecer internamente es ilimitada.

Todos sabemos que cuando uno sufre, de poco sirve decirle que hasta la pérdida más dolorosa es una vivencia que madura el alma. Sin embargo, cuando uno recuerda que puede observar su dolor y comprender que éste es pasajero porque se trata tan sólo de la otra cara de la moneda, la tensión afloja y asoma un rayo de esperanza. Uno sabe que si acepta lo que duele, si acepta que el dolor forme parte del gran juego, sucederá que la tormenta se apacigua y uno se libera. Cuando sufrimos un desgarro por la pérdida nos tornamos más sensibles al tiempo que disolvemos formas ilusorias. Más tarde, sentimos el corazón expandido y miramos la vida con otras gafas.


¿Acaso alguien todavía duda que tras la noche oscura no tarda en llegar el alba?

¿Sabemos ya que tras el llanto de la pérdida, se oye la suave alegría de las nuevas llegadas?


El dolor es transitorio, siempre pasó de largo dejándonos el pecho sin corazas. En realidad, el dolor es un “cohete” hacia el Espíritu que abre nuestra sensibilidad y revela el sentido último de la existencia. El dolor prepara silencioso el estallido del amor escondido que uno guarda.


Si hay dolor, aceptémoslo y recordemos que no hay errores, ni castigos, ni siquiera culpas, tan sólo aprendizajes y crecimientos del alma. En el fondo, y mientras su influencia pasa, uno resiste afirmado en sus valores, y desde ahí, siempre gana. No hay culpables, tan sólo conductas y programas. No pensemos que el Universo es un lugar diseñado para sufrir en nombre de las pérdidas. Tenemos derecho a ser felices y, si el dolor llama a la puerta y ocupa temporalmente la morada, tengamos en cuenta que la Vida florecerá exquisita en lo más hondo de nuestra esencia.

Tal vez en plena confusión, uno no se da cuenta de lo que realmente pasa. Sin embargo, sabemos muy dentro, que tras la película dolorosa viene algo maravilloso que sentimos merecer por el simple hecho de darnos cuenta. Se trata de un milagro que se acerca veloz a nuestras vidas pero, ahora, de forma diferente y renovada. No se trata de “más de lo mismo” y, sin embargo, es justo aquello que nuestro Ser Interno, aunque no lo creamos, anhela y demanda. Confiemos. Dejémonos fluir y resbalar por las cascadas de la vida cotidiana. En realidad, mientras aceptamos, sabemos que ya llegan goces más profundos que abrazan nuestro pecho y hacen vibrar a nuestra alma.

J.M.Doria

sábado, 10 de septiembre de 2022

Nuestra experiencia está en perfecto equilibrio


Nuestra experiencia está en perfecto equilibrio: si hay guapo, tiene que haber feo. Si hay éxito, tiene que haber fracaso. Si hay iluminado, tiene que haber no iluminado. Si hay amado, tiene que haber no amado. Así son las cosas, y no es un problema hasta que entramos en guerra con el modo en que son, hasta que nos oponemos al equilibrio de la vida.


La belleza de la vida es que está en constante movimiento, siempre cambiando. No podemos sentir lo mismo todo el tiempo. En la experiencia presente, no hay «todo el tiempo», y tampoco hay «nunca»; solo la danza de las olas ahora.

Cuando decimos: «Quiero ser atractivo, quiero ser guapo», lo que queremos decir es que deseamos sentimos atractivos todo el tiempo, nunca sentirnos feos. Recuerda, lo que eres no puede ser nada en particular, pero, a la vez, lo que eres es la facultad de sentir cualquier cosa ahora.

Queremos ser algo inmutable y sólido en el tiempo y el espacio, y sin embargo, cuando observamos, vemos que nuestros sentimientos están constantemente fluctuando, cambiando, en el momento intemporal.

La realidad es que, en cualquier momento, podemos sentirnos bellos o feos. A veces sentimos que somos un éxito, y a veces que somos un fracaso.

A veces nos sentimos débiles, y a veces fuertes. A veces nos sentimos seguros, y a veces inseguros.

A veces nos sentimos alegres, y a veces tristes.

A veces sentimos que estamos a favor de algo, y a veces en contra de eso mismo.

Así es como son las cosas, y es totalmente natural tener estos sentimientos aparentemente contradictorios uno detrás del otro, o incluso sentirlos al mismo tiempo. No nos gustan las paradojas, pero, cuando comprendes que somos en esencia criaturas paradójicas y que eso está profundamente bien, ves lo natural que es no sentir lo mismo todo el tiempo.

En el océano que eres, el cambio, la fluctuación y la impermanencia son la manera de ser de las cosas. Al océano inmutable le encanta expresarse en forma de olas que cambian constantemente; lo que sucede es que, en nuestro empeño por ser un yo coherente, por tener un relato de quiénes somos sólido, congruente e inmutable, consideramos negativa la incoherencia y la volubilidad, e intentamos evitarlas a toda costa.

Queremos sentirnos igual mañana que hoy. Queremos tener los mismos pensamientos y opiniones, querer las mismas cosas, albergar las mismas creencias día tras día y año tras año.

No queremos cambiar de idea. No queremos que se nos considere personas volubles, cambiantes, con las que no se sabe a qué atenerse, incapaces de decidirse por una cosa o por otra.

El cambio, el movimiento, el flujo son la manera de ser de todo cuanto existe, y sin embargo, nosotros deseamos ser inamovibles, llevar por bandera una imagen definida e inmutable de quiénes somos, contar un cuento coherente sobre nosotros mismos día tras día.

Queremos ser algo, no obstante, nuestra naturaleza nos impide ser jamás «algo» fijo. Y a causa de nuestro malentendido sobre quiénes somos realmente, entramos en guerra con la integridad de la experiencia, intentando inmovilizar el flujo natural de la vida..., lo cual tiene como resultado una gran frustración y sufrimiento.

Estamos en guerra con los opuestos; rechazamos cualquier opuesto que no se ajuste a nuestra imagen de nosotros mismos, y no nos damos cuenta de algo muy importante: de que en realidad, no hay opuestos. Los opuestos son creación de la mente. Solo la mente separa la realidad, divide en dos las experiencias y luego se lanza en pos de uno de los opuestos e intenta escapar del otro.

He aquí algo que resulta crucial entender: en realidad, los sentimientos no tienen opuesto. La energía del cuerpo no tiene opuesto. La vida no tiene opuesto.

¿Puede tener un opuesto el canto de un ave? En este momento, escuchando a un pájaro cantar, ¿hay algo semejante a un opuesto? Es posible que el pensamiento diga que «lo opuesto de un pájaro que canta es un pájaro que no canta», pero eso no es más que otro pensamiento, otra imagen que aparece justo ahora. ¿Tiene el auténtico pío, pío de un pájaro —escúchalo— un opuesto, en la realidad?

¿Tiene este momento un opuesto? ¿Tiene un opuesto la presencia de la vida aquí y ahora? ¿Hay realmente algo que se oponga a ella?

¿Tiene un opuesto la sensación? Pellízcate. Pon tu atención en las intensas sensaciones que siguen. ¿Puedes encontrar algún opuesto a esas sensaciones? Sí, claro, el pensamiento diría que «lo opuesto de este dolor es la ausencia de ese dolor», pero, de nuevo, eso no es más que otro pensamiento que aparece ahora.

En realidad, ¿tiene la sensación presente un opuesto que puedas encontrar de verdad en la experiencia presente?

¿Es un sentimiento abominable lo opuesto de un sentimiento hermoso, o son simplemente dos experiencias muy distintas, acompañadas de sensaciones diferentes, de sabores diferentes?

¿Es un sentimiento alegre lo opuesto de un sentimiento triste? El pensamiento diría que lo son, pero, fuera del pensamiento, ¿encuentras algún opuesto?

En la realidad, no existe lo opuesto de un sentimiento o una emoción. Todo sentimiento y toda emoción son una experiencia completa en sí mismos.

La experiencia en sí no tiene opuesto. Sentirse feo no es lo opuesto de nada..., es simplemente sentirse feo. Sin calificar de «negativo» sentirse feo y de «positivo» sentirse guapo, sin convertirlos en opuestos, vemos que sentirse feo es sencillamente una experiencia que está sucediendo ahora..., nada más que una ola de experiencia, nada más que algo que pasa por nosotros. Ninguna ola es intrínsecamente mejor ni peor que cualquier otra. Es solo energía de vida con un movimiento en particular.

Profundicemos un poco más. No solo es que la belleza no sea lo opuesto de la fealdad, sino que la fealdad es además simplemente un concepto, y, como tal, no puede capturar la auténtica experiencia del momento presente. En otras palabras, sin el relato que cuenta que lo que estoy experimentando es fealdad, ¿qué está ocurriendo aquí de hecho?

Sin el relato de que lo que experimento en este momento es el fracaso, ¿qué hay aquí de hecho?

Sin el relato de que lo que experimento en este instante es dolor, pesar, aburrimiento, ira, malestar, depresión, confusión, o incluso búsqueda, ¿qué hay de hecho aquí?

Sin cualquier relato sobre lo que está sucediendo ahora, sin catalogar esta experiencia como «fracaso» y compararla con el éxito, sin calificarla de «fealdad» y compararla con la belleza, sin llamarla «ira» o «dolor» y compararla con sus opuestos conceptuales, ¿cómo sé lo que de hecho estoy sintiendo?

Como decía antes, sin relato, no tienes forma de saber lo que estás experimentando. Sin ningún relato, sin nombrar las olas, la vida es simplemente energía en bruto, energía pura, en movimiento. Es el océano —sin nombre, y misterioso—.

Intentamos calificar esa energía; la juzgamos, tratamos de escapar de ella, la convertimos en el negativo de un opuesto positivo, y luego buscamos lo positivo. Y sin embargo, por debajo de todo esto, ni siquiera sabemos en realidad de qué huimos.

Llamamos a una ola «miedo», «ira», «tristeza», «aburrimiento», «pesar», «alegría» o «dolor» porque estos son los nombres y conceptos que hemos aprendido —solo por eso—, y luego o intentamos escapar de estas olas o nos aferramos a ellas. Pero quítales todos esos rótulos que les has puesto y, en realidad, ¿de qué intentas escapar, o a qué te aferras? ¿Lo sabes?

¿Qué sucede cuando nos desprendemos de todos los rótulos, de todas las descripciones que hemos aprendido, y afrontamos la energía en bruto de la vida tal como es en este momento, sin intentar cambiarla, eludirla ni aferramos a ella?

¿Qué ocurre cuando nos desprendemos de todas las descripciones de lo que es o no es este momento y sentimos profundamente las sensaciones presentes?

Aquí es donde empieza la verdadera aventura de la vida.

Cuando trasciendes el relato de lo que sientes en cualquier momento, acabas viendo que en realidad nunca has sabido realmente de qué escapabas. Y te encuentras con la energía en bruto de la vida. Estás desnudo ante la vida..., y esta es la verdadera sanación. Es el derrumbe de todas las ideas sobre cómo debería ser este momento.

J. Foster