Realidad Esencial




REALIDAD ESENCIAL




Bienvenidos al blog donde investigaremos sobre la Realidad, sobre lo que realmente somos más allá de las apariencias e ilusiones, sobre la no-dualidad.

Lee las entradas con una mente abierta dejando que los contenidos te "resuenen", lo que no puedas aceptar, déjalo para más adelante. No se trata de creer nada, más bien, se trata de investigar por si mismo lo que nos apuntan los grandes maestros. La experiencia nos confirma que somos un potencial inmenso, infinito de amor, inteligencia y energía (en palabras del maestro Antonio Blay) a actualizar, a llevar a la acción…



Espero te sientas a gusto en este espacio creado con amor.

Juani


domingo, 23 de enero de 2022

El Silencio

 

Encontrar el silencio es fácil. No hace falta aislarse en una montaña, en un desierto o un bosque. No hay necesidad de huir del ruido, ni ponerse de mal humor cuando una puerta golpea. Basta hacer el silencio en uno mismo, para inmediatamente encontrar el silencio.

El silencio es un compañero eterno. Acabamos de decir que es preciso aprender a ser silenciosos y ya aparece la posibilidad de una falsa interpretación. Ser silenciosos no quiere decir forzar el silencio, imponernos el silencio. Si lo tomásemos al pie de la letra, imponiéndonos una severa disciplina, nuestro silencio no sería más que una forma de crispación y de censura totalmente superficial. No se trata de jugar al silencio, ni de fingir.

Tampoco se trata de encubrir nuestro parloteo y nuestro tumulto interior bajo el caparazón de una actitud artificial, fruto de un esfuerzo.

Debemos encontrar el silencio. Es algo mucho más simple y mucho más profundo. Imponerse una continencia o una restricción no tiene el mínimo interés. Lo que sí que lo tiene es el despertar a la presencia del silencio.

El silencio está siempre en nosotros, eternamente. Debemos tomar conciencia del silencio que perdura detrás del insignificante y decepcionante torbellino de nuestros pensamientos que se entrecruzan y chocan como insectos ciegos.

Detrás, justo detrás de las formulaciones mentales, inmediatamente perceptible, el asombroso silencio extiende su orilla. Para percibirlo basta con estar atento, realizar una forma de atención particular. Debemos escuchar, prestarle oído al silencio.

Puede ser que al principio nuestra pretenciosa cacofonía interior nos lo impida. Pero aquel que busca superarla y escuchar lo que hay detrás, termina por encontrar el silencio. Se produce una especie de clic interior y podemos percibir el silencio. Los ruidos del mundo continúan golpeando nuestros oídos, pero ya no nos importunan, pues, venido desde mucho más lejos, sentimos cómo el silencio se abate sobre nosotros.

Un silencio imperceptible para el oído humano y que sólo el espíritu puede percibir. Entonces, mecidos en el seno de este inmenso silencio, adquirimos una nueva mirada que es un Despertar.

La vida, en su inexpresable simplicidad original, se nos revela. La existencia reviste un sabor especial acompañado de extrañas resonancias. Nos damos cuenta de que la existencia humana es solo una ola coloreada que atraviesa la superficie de un silencio sin fondo.

A partir de este momento, cuando hayamos descuidado la profundidad de las realidades interiores, estaremos perdidos y olvidados en el torbellino de apariencias superficiales del mundo exterior, sabremos que, para poner de nuevo las cosas en su sitio, nos bastar á con escuchar el silencio, con evocar a este eterno compañero.

Cuando el silencio interior está presente, el mundo exterior deja de ser un infierno de despreocupación acaparadora, para convertirse en un apacible edén. Paraíso e infierno se encuentran en nuestra mirada.

Para quien conoce el silencio y permanece en su presencia, los desenfrenos del mundo no tienen poder. Resbalan como el agua sobre las plumas del pájaro.

En vuestra vida cotidiana, hacedle un lugar al silencio, este gran instructor. En el seno de vuestras actividades, sin interrumpir nada, abrid el oído de vuestro espíritu y, detrás de los ruidos, en ausencia de toda reflexión, escuchad el silencio...

Pensar en la presencia del silencio es comenzar a percibirlo, pues el pensamiento es una evocación. Una evocación que, en el sentido mágico del término, llama y provoca la manifestación de lo que se invoca.

En el silencio, el pensamiento se diluye, y el verdadero Ser aparece.


sábado, 15 de enero de 2022

¿Quién soy yo ?


Cuando nos sentimos existir detrás de las sensaciones, los sentimientos y los pensamientos, no nos hundimos en la inconsciencia. Al contrario, estamos en un estado de extrema vigilancia y, en esta vigilancia somos conscientes de existir.

Esta consciencia de Ser, es la raíz del “Yo”. Esta Consciencia de existir está vacía de todo contenido, ya que todo contenido es una sensación, un sentimiento o un pensamiento. Esta consciencia vacía de todo, esta pura consciencia es nuestra verdadera naturaleza, nuestro ser real, por oposición a nuestra personalidad humana que constituye nuestro ser aparente.

¿Quién soy yo?

“Soy consciencia pura”.

Por un lado, está el yo superficial que está compuesto por el conjunto de sensaciones, sentimientos y pensamientos y, por otro lado, el yo profundo, que es pura Consciencia. El yo superficial oculta al Yo profundo. Es por eso por lo que la gente se identifica con la personalidad humana. Para ellos el “yo” es el yo superficial.

Pensamientos, sentimientos y sensaciones, son percepciones que atraviesan el campo de la Consciencia. Lo que permanece en movimiento perpetuo son las percepciones. Lo que es inmutable es la Consciencia.

En la medida en la que identifiquemos nuestra consciencia de existir, con las percepciones, nos encontraremos encadenados al devenir perpetuo, y por ello mismo, al sufrimiento.

La impermanencia de las percepciones es constante, y las categorías de percepciones que son consideradas como agradables, están ineluctablemente llamadas a ser reemplazadas, un día, por otras percepciones, consideradas desagradables por la personalidad humana. Pero si dejamos de identificar nuestra consciencia de existir con las percepciones, para identificarla con la pura Consciencia vacía de contenido, entonces ninguna pérdida, ninguna ganancia, ningún sufrimiento puede alcanzarnos. Nuestro yo superficial continuará ganando, perdiendo, sufriendo y gozando, pero nuestro Yo profundo permanecer á sereno e inmutable.

Así, al descubrir el Yo profundo, nos emanciparemos de las contingencias temporales. No se trata en absoluto de buscar, de una forma u otra, la negación, la aniquilación, la mortificación o el olvido de la personalidad humana. Es preciso tomar consciencia de lo que se encuentra detrás. Esta toma de consciencia no presupone ninguna llamada a la voluntad. Basta simplemente con comprender por medio de una percepción interior directa, que todos los componentes de la personalidad constituyen nuestro yo superficial, impermanente y relativo, mientras que nuestro Ser verdadero se encuentra en otra parte.

Cuando accedemos al Despertar interior, percibimos que nosotros no somos la personalidad humana, sino la pura Consciencia que la habita. Pero esto no debe ser una razón para destruir la armonía que debe existir entre la pura Consciencia y la personalidad humana. Al contrario, esta armonía deberá reforzarse y la personalidad humana se convertirá en un instrumento perfecto de acción, en el mundo material, para la Consciencia inmaterial.