Realidad Esencial




REALIDAD ESENCIAL




Bienvenidos al blog donde investigaremos sobre la Realidad, sobre lo que realmente somos más allá de las apariencias e ilusiones, sobre la no-dualidad.

Lee las entradas con una mente abierta dejando que los contenidos te "resuenen", lo que no puedas aceptar, déjalo para más adelante. No se trata de creer nada, más bien, se trata de investigar por si mismo lo que nos apuntan los grandes maestros. La experiencia nos confirma que somos un potencial inmenso, infinito de amor, inteligencia y energía (en palabras del maestro Antonio Blay) a actualizar, a llevar a la acción…



Espero te sientas a gusto en este espacio creado con amor.

Juani


domingo, 11 de agosto de 2019

Estar Presente en las Relaciones

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Tal vez hayas experimentado un profundo sentido de presencia mientras caminas a solas por la naturaleza o en meditación silenciosa, pero ¿es posible traer esta cualidad de aceptación relajada y abierta en nuestras relaciones? 
En este extracto Eckhart Tolle analiza el reto de tener un encuentro verdadero con otro ser humano y cómo hacer esa conexión a través del arte de la presencia.
Cuando te encuentras con otros seres humanos, mantén el trasfondo de quietud consciente en tu percepción del otro. Es fácil de hacer en la naturaleza con un árbol o una flor. Es más difícil con otros seres humanos a causa de nuestras mentes ruidosas.
En la mayoría de los casos, cuando te encuentras con otro, te encuentras con una entidad egoica que no sabe quién es. Piensa que él es su historia personal y que necesita algo para realizarse a sí mismo. Tiene todo tipo de miedos, y te interpreta a través de los ojos de su condicionamiento.
Así que en tu interacción con los demás, es esencial estar ahí como presencia y no como una mente etiquetadora. 
Una forma de hacerlo es sentir tu campo energético interno, o sentir lo que yo llamo el "cuerpo interior" como un punto de entrada en la presencia. 
Siguiendo la respiración con tu atención te permite sentir la presencia como un fenómeno en todo el cuerpo y, por último, sentir cómo la presencia trasciende incluso el cuerpo y el mundo de los fenómenos. La mente se resistirá, pero hazlo de todos modos.
Sentirás una vitalidad en este campo de energía: esa es tu ancla. Si puedes sentir el cuerpo interior cuando estás frente a otro ser humano (alguien que nunca has visto antes o alguien que conoces) hay un momento de quizás tres segundos en los que sólo le miras. En ese mirar hay quietud. No hay juicio. Sólo hay un campo de presencia. Es entonces cuando realmente te encuentras con otro ser humano. Te conectas a un nivel más profundo.
Y eso sólo es posible cuando no estás perdido en el mundo de la forma o reaccionando a él —la forma de esa persona, que puede ser su apariencia externa o su forma psicológica. Cuando te encuentras con alguien y traes a la interacción un espacio de no-pensamiento, un espacio de consciencia —sólo mirar o escuchar—, la conciencia va más allá de la apariencia y la escucha; hay en realidad un flujo de energía entre vosotros —una energía totalmente diferente de una interacción normal entre mentes pensantes.
Aquí tienes una frecuencia muy diferente entre dos seres humanos. Es un campo de energía pacífica y viva que os conecta, en la que los dos momentáneamente os volvéis uno. E incluso si el otro ser humano no tiene ni idea de lo que está pasando, él o ella puede simplemente sentirse repentinamente libre, no juzgado/a.
Un desafío mayor que encontrarse con un extraño es encontrarse con alguien con quien compartes una pequeña historia. Cuanta más historia compartes, más difícil se hace porque el pensamiento antiguo y los patrones de comportamiento van a querer volver. 
Es enormemente liberador cuando puedes encontrarte con alguien que conoces sin traer el pasado como un principio operativo activo. En lugar de encontrarte con la otra persona como una historia personal andante, hazlo sólo en este momento, a través del poder de este momento —que es el poder de la presencia, y lo que realmente eres.
Por ejemplo, muchos de nosotros no crecimos en una familia consciente, y en muchos casos el resentimiento entre los miembros de la familia se intensifica con los años. Las mismas reacciones pueden ocurrir durante cada visita —tienes una pelea y te vas. Y entonces un día os encontráis —y sientes el cuerpo interior al mismo tiempo. Permaneces anclado en el Ahora.
Si haces esto, descubrirás que es difícil para alguien seguir representando el viejo guión si ya no lo representas más. En la presencia, te liberas de eso que pensabas que necesitabas cuando estabas identificado con el pensamiento; no necesitas nada, psicológicamente hablando. 
Con la presencia viene la aceptación —una aceptación compasiva de lo que es— porque con la presencia has encontrado espacio interior... consciencia sin forma... paz.
E. Tolle



lunes, 5 de agosto de 2019

El Orden del Universo


Comprender que no existe el mal, que lo único que hay en el Universo es un proceso dirigido desde el Amor para la evolución y el desarrollo espiritual. Sobre esta base, todo lo que ocurre a nuestro alrededor o lo que personalmente experimentamos es perfecto y necesario, porque tiene un valor importante para cada uno de nosotros, para nuestro aprendizaje. 

En toda situación existe una oportunidad de aprendizaje para cada persona. Todo lo que ocurre en el mundo físico de las tres dimensiones —es decir, lo que sucede a nuestro alrededor, las experiencias que vivimos— se origina desde un mundo no físico situado en nuestro interior, que es el mundo espiritual. Si creemos lo contrario, cometemos el error de intentar modificar lo que pasa fuera para encontrar una satisfacción que no hallaremos. Eso es lo que hemos estado haciendo durante miles de años sin obtener resultado. 

La propuesta es totalmente diferente: se trata de olvidar lo que pasa afuera y comenzar a trabajar con lo que pasa dentro de nosotros. Eso es algo que debería estar bajo nuestro total control personal, es lo que podemos dirigir, manejar, si aprendemos a hacerlo. 
En cambio, lo que pasa afuera está totalmente al margen de nuestro control, no lo podemos dirigir, mandar ni organizar, porque no depende de nosotros mismos, sino de otras personas. 

Algunos ejemplos de las condiciones y limitaciones que habitualmente ponemos a la vida:

«Con esta inseguridad, ¿cómo voy a estar en paz?». Esto es una restricción, es poner una condición a la paz interior. 

«Pero ¿yo cómo puedo confiar en los demás? Si existe un alto nivel de corrupción, nunca sabes en qué momento alguien te puede asaltar». Ésta es una condición a la confianza. 

«No puedo servir con mayor eficiencia porque me pagan muy poquito; con estos sueldos tan malos, ¿uno con qué entusiasmo trabaja?». Se trata de una condición a los propios valores. 

«Las otras personas no merecen lo que hago o lo que doy». Esto implica poner una condición a nuestro servicio. 

Y así sucesivamente. De forma inconsciente vamos colocando una serie de restricciones y bloqueos al uso de los propios valores. Esto tiene que ver con la propia limitación mental. Por supuesto, la consecuencia es muy fácil de deducir: ¿qué puede regresar hacia una persona que ofrece tan poquito a la vida? Casi nada. Y por supuesto, empieza a funcionar la Ley de Causa y Efecto: si uno está lleno de limitaciones, que además expresa, regresan a él esas mismas limitaciones. 

La propuesta es desprendernos de todas las limitaciones y restricciones. No nos interesa lo que sucede afuera, ni lo que los demás hacen, ni su condición evolutiva, ni los procesos que estén viviendo ni su destino, porque nada de eso depende de nosotros. 

En cambio, nos interesa una sola cosa que sí depende de nosotros: ofrecer a cada ser, persona o circunstancia con la cual nos relacionemos, el 100% de lo mejor que hay en nuestro interior. 

No hay que poner condiciones al Universo porque uno se equivocó. Simplemente hay que abrirse a recibir lo que venga, lo que la vida le tenga preparado; pero sin condiciones, ni respecto a quién va dirigido nuestro servicio, ni a cuanto recibiremos a cambio.
Solamente hay que dar lo mejor, y jamás cerrarse a recibir. Es decir, no hay que pensar: «La vida me está dando mucho». Tampoco se ha de pensar que la vida otorga muy poco; a cada cual le da lo correspondiente a su capacidad de servicio. Si ésta se amplía, llegarán muchos más recursos. Ése es el secreto, y se llama incondicionalidad. Y es válido para todo: relaciones, negocios, salud, cualquier cosa. 

El éxito no es acumular muchas cosas, sino ser felices con las que tenemos. 


G. Schmedling