Realidad Esencial




REALIDAD ESENCIAL




Bienvenidos al blog donde investigaremos sobre la Realidad, sobre lo que realmente somos más allá de las apariencias e ilusiones, sobre la no-dualidad.

Lee las entradas con una mente abierta dejando que los contenidos te "resuenen", lo que no puedas aceptar, déjalo para más adelante. No se trata de creer nada, más bien, se trata de investigar por si mismo lo que nos apuntan los grandes maestros. La experiencia nos confirma que somos un potencial inmenso, infinito de amor, inteligencia y energía (en palabras del maestro Antonio Blay) a actualizar, a llevar a la acción…



Espero te sientas a gusto en este espacio creado con amor.

Juani


lunes, 23 de abril de 2018

El poder de la Presencia en las relaciones

por Eckhart Tolle

Tal vez hayas experimentado un profundo sentido de presencia mientras caminas a solas por la naturaleza o en meditación silenciosa, pero ¿es posible traer esta cualidad de aceptación relajada y abierta en nuestras relaciones? 
En este extracto Eckhart Tolle analiza el reto de tener un encuentro verdadero con otro ser humano y cómo hacer esa conexión a través del arte de la presencia.
Cuando te encuentras con otros seres humanos, mantén el trasfondo de quietud consciente en tu percepción del otro. Es fácil de hacer en la naturaleza con un árbol o una flor. Es más difícil con otros seres humanos a causa de nuestras mentes ruidosas.
En la mayoría de los casos, cuando te encuentras con otro, te encuentras con una entidad egoica que no sabe quién es. Piensa que él es su historia personal y que necesita algo para realizarse a sí mismo. Tiene todo tipo de miedos, y te interpreta a través de los ojos de su condicionamiento.
Así que en tu interacción con los demás, es esencial estar ahí como presencia y no como una mente etiquetadora. 
Una forma de hacerlo es sentir tu campo energético interno, o sentir lo que yo llamo el "cuerpo interior" como un punto de entrada en la presencia. 
Siguiendo la respiración con tu atención te permite sentir la presencia como un fenómeno en todo el cuerpo y, por último, sentir cómo la presencia trasciende incluso el cuerpo y el mundo de los fenómenos. La mente se resistirá, pero hazlo de todos modos.
Sentirás una vitalidad en este campo de energía: esa es tu ancla. Si puedes sentir el cuerpo interior cuando estás frente a otro ser humano (alguien que nunca has visto antes o alguien que conoces) hay un momento de quizás tres segundos en los que sólo le miras. En ese mirar hay quietud. No hay juicio. Sólo hay un campo de presencia. Es entonces cuando realmente te encuentras con otro ser humano. Te conectas a un nivel más profundo.
Y eso sólo es posible cuando no estás perdido en el mundo de la forma o reaccionando a él —la forma de esa persona, que puede ser su apariencia externa o su forma psicológica. Cuando te encuentras con alguien y traes a la interacción un espacio de no-pensamiento, un espacio de consciencia —sólo mirar o escuchar—, la conciencia va más allá de la apariencia y la escucha; hay en realidad un flujo de energía entre vosotros —una energía totalmente diferente de una interacción normal entre mentes pensantes.
Aquí tienes una frecuencia muy diferente entre dos seres humanos. Es un campo de energía pacífica y viva que os conecta, en la que los dos momentáneamente os volvéis uno. E incluso si el otro ser humano no tiene ni idea de lo que está pasando, él o ella puede simplemente sentirse repentinamente libre, no juzgado/a.
Un desafío mayor que encontrarse con un extraño es encontrarse con alguien con quien compartes una pequeña historia. Cuanta más historia compartes, más difícil se hace porque el pensamiento antiguo y los patrones de comportamiento van a querer volver. 
Es enormemente liberador cuando puedes encontrarte con alguien que conoces sin traer el pasado como un principio operativo activo. En lugar de encontrarte con la otra persona como una historia personal andante, hazlo sólo en este momento, a través del poder de este momento —que es el poder de la presencia, y lo que realmente eres.
Por ejemplo, muchos de nosotros no crecimos en una familia consciente, y en muchos casos el resentimiento entre los miembros de la familia se intensifica con los años. Las mismas reacciones pueden ocurrir durante cada visita —tienes una pelea y te vas. Y entonces un día os encontráis —y sientes el cuerpo interior al mismo tiempo. Permaneces anclado en el Ahora.
Si haces esto, descubrirás que es difícil para alguien seguir representando el viejo guión si ya no lo representas más. En la presencia, te liberas de eso que pensabas que necesitabas cuando estabas identificado con el pensamiento; no necesitas nada, psicológicamente hablando. 
Con la presencia viene la aceptación —una aceptación compasiva de lo que es— porque con la presencia has encontrado espacio interior... consciencia sin forma... paz.
 Fuente: advaitainfo




viernes, 13 de abril de 2018

Vivir con Lucidez


Vivir lúcida es aprender a observar y soltar las  percepciones de los sentidos, pensamientos, imágenes, palabras, soltar las creencias, los deseos, los miedos, para conectar con el silencio interior, con el "darme cuenta" del funcionamiento de la mente.

Vivir con lucidez es  no necesitar que las cosas, personas, situaciones, sean de una manera determinada, o como me gustaría que fueran...,  es no esperar un resultado concreto, es hacerme responsable de mi vida sin culpar a los demás, ni a las circunstancias de lo que me sucede.

Estar lúcida es estar consciente de la Verdad,  que todo es como es, que la felicidad no me la puede dar ni quitar nada del “exterior”, que no puedo cambiar a nadie y que todo lo que me sucede colabora a mi despertar, a mantener la lucidez, y comprender que las cosas no suceden por azar, que todo tiene un sentido, aunque la mente a veces no lo pueda ver, que todo esta perfectamente diseñado por una inteligencia superior de la cual formo parte.

Vivir con lucidez  es liberarme del sufrimiento, comprender que el dolor y el placer forman parte de la vida, pero que el sufrimiento es opcional, el sufrimiento surge de lo que me digo   respecto de la situacion dolorosa.   Aceptar que en el mundo de las formas todo es dual, la mente es la que crea esa dualidad y la proyecta en el mundo, y que soy mucho más que esa dualidad.
Es aprender a desapegarme y comprender la verdad más allá que las situaciones sean favorables o desfavorables (es la mente la que las etiqueta, en sí mismas, las situaciones son neutras), comprendiendo que en todo funciona un orden superior, la inteligencia de la vida, que es la que actúa a través de todo lo que existe.

Mediante la lucidez comprendo que soy libertad, amor, paz, alegría, plenitud, y comprendo  que no depende de las condiciones externas...., soy conciencia, el Ser.

La vida es como una película y cada uno de nosotros somos como  actores, cada cual interpreta el papel que le corresponde, la inteligencia superior “asigna” los papeles a cada personaje para que desarrolle su argumento, pero sin confundir que solo estamos interpretando un papel, que no somos el personaje, que somos el actor, el ser, que mi identidad está más allá de los sentidos, de las proyecciones, de lo que ocurre  en el existir.
 Todo lo que me sucede es para Ver, Descubrir y Comprender, todo es adecuado en cada momento, más allá del “bien” y del “mal”, y todo lo que sucede es una invitación a abrirme cada vez más a la lucidez, a esta gran aventura del  despertar de la conciencia.  

www.centroelim.org



domingo, 1 de abril de 2018

Siddhartta


Imagen relacionada


Siddhartta escuchaba. Ahora permanecía atento, totalmente entregado a esa sensación; completamente vacío, solo dedicado a asimilar; se daba cuenta de que acababa de aprender a escuchar.

Ya en muchas ocasiones, había oído las voces del rio, pero hoy sonaban diferentes. Ya no podía diferenciar las alegres de las tristes, las del niño y las del hombre: todas eran una, el lamento del que anhela y la risa del sabio, el grito de la ira y el suspiro del moribundo.
Todas estaban entretejidas, enlazadas y ligadas de mil maneras. Y todo aquello unido era el mundo, todas las voces, los fines, los anhelos, los sufrimientos, los placeres, lo bueno y lo malo; el rio era la música de la vida.
Y cuando Siddhartta escuchaba con atención al rio, podía oír esa canción de mil voces; y si no se concentraba en el dolor o en la risa, si no ataba su alma a una de aquellas voces adentrándola en su Yo, entonces percibía únicamente el todo, la unidad.
En aquel momento, la canción de mil voces consistía en una sola palabra.

Herman Hesse, Siddhartha