Realidad Esencial




REALIDAD ESENCIAL




Bienvenidos al blog donde investigaremos sobre la Realidad, sobre lo que realmente somos más allá de las apariencias e ilusiones, sobre la no-dualidad.

Lee las entradas con una mente abierta dejando que los contenidos te "resuenen", lo que no puedas aceptar, déjalo para más adelante. No se trata de creer nada, más bien, se trata de investigar por si mismo lo que nos apuntan los grandes maestros. La experiencia nos confirma que somos un potencial inmenso, infinito de amor, inteligencia y energía (en palabras del maestro Antonio Blay) a actualizar, a llevar a la acción…



Espero te sientas a gusto en este espacio creado con amor.

Juani


lunes, 11 de noviembre de 2024

Cuentito para reflexionar


Un monje se encontró, en uno de sus viajes, una piedra preciosa, y la guardó en su talega.

Un día se encontró con un viajero y, al abrir su talega para compartir con él sus provisiones, el viajero vio la joya y se la pidió.

El monje se la dio sin más.

El viajero le dio las gracias y marchó lleno de gozo con aquel regalo inesperado de la piedra preciosa que bastaría para darle riqueza y seguridad todo el resto de sus días.

Sin embargo, pocos días después volvió en busca del monje mendicante, lo encontró, le devolvió la joya y le suplicó: 

“Ahora te ruego que me des algo de mucho más valor que esta joya… dame, por favor, lo que te permitió dármela a mí”.



viernes, 5 de abril de 2024

¿Con qué me identifico?


 Toda idea a la que me aferro es un deseo que quiere realizarse. Una parte grande o pequeña de mi identidad ha quedado retenida allí. En toda identificación o apego, voy perdiendo algo de mí mismo.

La realidad está en mi identidad, sin darme cuenta me esclavizo poniéndola en ideas en situaciones, en personas. Al hacer silencio deshago por comprensión esas identificaciones, suelto lo que había retenido y al soltar me libero a mí mismo, vivo mi verdadero ser sin límites.

Lo que allí puse de mi propia identidad real, ese apego, ha dado un aparente valor a todo aquello. Pero cuando recupero mi identidad mediante un acto de "recogimiento interior", como se ha llamado en nuestra tradición, compruebo que era un valor reflejado.

El acallar los ruidos del pensamiento, el vaciarme de ideas limitativas, es simultáneo con la plenitud del ser que va dando sentido a todo lo que hago.

Quién no ha conectado en su interior con esa plenitud, la busca todo el tiempo donde no está . No puede dejar de buscarla. Un ser humano, podríamos decir que es eso: un buscador de plenitud. La experiencia del que busca la felicidad por un camino equivocado es una experiencia frustrante. Al buscar amor se produce desamor, al buscar paz se produce conflicto, al buscar alegría, tristeza y depresión. Si hemos comprendido cómo es el proceso de la búsqueda, o del deseo; renunciaremos, sin esfuerzo de voluntad, a una experiencia limitada a cambio de la plenitud. Renunciaremos a una parte por el todo.

La observación paciente y continua va poniendo de manifiesto lo que verdaderamente sucede en la ambición, la búsqueda y el deseo. Cuando aparece un deseo, tengo que observar qué lo impulsa, qué le da fuerza. Puede ser que sienta que me falta amor, paz, energía, etc... y creo obtenerlo al conseguir algo determinado.

Lo que importa es qué es lo que impulsa mi deseo, porque si lo descubro podré seguir una investigación que me sacará de lo ilusorio del vivir condicionado y me conducir a lo real.

Muchas veces estamos divididos: deseo por un lado ir a divertirme y por otro, quiero ponerme a meditar. Si observo cuidadosamente lo que sucede, si empiezo a investigar en mí mismo, puedo hacer una unidad de esa dualidad. Ya que la conciencia es una, debo poder unificar las dos opciones contrarias en un sólo acto.

Mirando sin división mis deseos veo que lo que me empuja a irme a divertir, o a cualquier otra cosa y lo que me empuja a meditar o practicar alguna técnica para realizarme es lo mismo: mi anhelo de plenitud. Cuando descubra que en el silencio de mi conciencia profunda está siempre esa plenitud que anhelo, cambiaré el rumbo de mis pasos y los deseos perderán interés para mí.

Voy comprendiendo a partir de aquí que no tengo que renunciar a ningún deseo para quedarme en silencio, en el silencio de la meditación. Si dejo de satisfacer un deseo para meditar, no he comprendido nada. Y estará creando un conflicto en mi interior que impedirá la aparición del silencio. Un conflicto produce perdida de energía. Y al no tener energía no puedo abrirme a la energía profunda que soy.

Todo lo que deseo, lo deseo porque anhelo la paz o la belleza, la alegría o el amor, que son la expresión natural del ser, que son mi única naturaleza.

¿Porqué no ir directamente hacia esa plenitud del amor o la belleza, o la fuerza o la alegría que intuyo o que ya estoy descubriendo en el silencio interior?

Consuelo Martín


martes, 12 de marzo de 2024

Cuentito para reflexionar

                                                

Era un joven que había decidido seguir la vía de la evolución interior.

Acudió a un maestro y le preguntó:

- Guruji, ¿qué instrucción debo seguir para hallar la verdad, para alcanzar la más alta sabiduría?

El maestro le dijo:

- He aquí, jovencito, todo lo que yo puedo decirte: todo es el Ser, la Conciencia Pura. De la misma manera que el agua se convierte en hielo, el Ser adopta todas las formas del universo.

No hay nada excepto el Ser. Tú eres el Ser.
Reconoce que eres el Ser y habrás alcanzado la verdad, la más alta sabiduría.


El aspirante no se sintió satisfecho. Dijo:

- ¿Eso es todo? ¿No puedes decirme algo más?


- Tal es toda mi enseñanza -aseveró el maestro-. No puedo brindarte otra instrucción.


El joven se sentía muy decepcionado, pues esperaba que el maestro le hubiese facilitado una instrucción secreta y algunas técnicas muy especiales, incluso un misterioso mantra.

Pero como realmente era un buscador genuino, aunque todavía muy ignorante, se dirigió a otro maestro y le pidió instrucción mística.


Este segundo maestro dijo:

- No dudaré en proporcionártela, pero antes debes servirme durante doce años. Tendrás que trabajar muy duramente en mi ashram (comunidad espiritual).

Por cierto, hay un trabajo ahora disponible. Se trata de recoger estiércol de búfalo.


Durante doce años, el joven trabajó en tan ingrata tarea.

Por fin llegó el día en que se había cumplido el tiempo establecido por el maestro.

Habían pasado doce años; doce años recogiendo estiércol de búfalo.


Se dirigió al maestro y le dijo:

- Maestro, ya no soy tan joven como era. El tiempo ha transcurrido. Han pasado una docena de años. Por favor, entrégame ahora la instrucción.

El maestro sonrió. Parsimoniosa y amorosamente, colocó una de sus manos sobre el hombro del paciente discípulo, que despedía un rancio olor a estiércol.


Declaró:

- Toma buena nota. Mi enseñanza es que todo es el Ser. Es el Ser el que se manifiesta en todas las formas del universo. Tú eres el Ser.

Espiritualmente maduro, al punto, el discípulo comprendió la enseñanza y obtuvo iluminación. Pero cuando pasaron unos momentos y reaccionó, dijo:

- Me desconcierta, maestro, que tú me hayas dado la misma enseñanza que otro maestro que conocí hace doce años.

¿Por qué habrá sido?

- Simplemente, porque la verdad no cambia en doce años, tu actitud ante ella, sí.


El Maestro dice:

Cuando estás espiritualmente preparado, hasta contemplar una hoja que se desprende del árbol puede abrirte a la verdad.


miércoles, 7 de febrero de 2024

La Realidad

 

Vivir la realidad es eminentemente vivir el presente; es descubrir que sólo existe el presente y que el presente es una totalidad, y que ahora yo no estoy viviendo esa totalidad porque hay una parte de mi que está pendiente del pasado que llevo dentro no liquidado, y esa parte del pasado no liquidado que llevo dentro es la que se proyecta mecánica e inevitablemente en un deseo de futuro determinado, entonces, este juego de que mi pasado dentro se está proyectando hacia mi futuro, mi idea de futuro, está impidiendo que yo viva toda la realidad que soy, y que encuentre la plenitud en el presente.


Realizarse es eliminar toda esa carga, todo ese lastre que llevamos del pasado; y cuando eliminamos todo esto, la necesidad compulsiva de proyectar hacia el futuro desaparece, y entonces, la persona descubre la dimensión ilimitada del presente, del instante. Sólo existe el instante, pero estamos resbalando por encima de ese instante porque no tenemos disponibilidad interior para vivir la situación hasta el fondo y desde el fondo, entonces, esta inercia mecánica que está funcionando en mí, constantemente me hace interpretar el presente en función del pasado y proyectarlo en función del futuro y eso es una distorsión que me está impidiendo vivir mi propia realidad a fondo, ahora, mucho más la realidad de los demás y de las cosas, porque siempre el cristal estará empañado por un pasado que me está echando sus motas negras.

Lo que afecta a la mente no es el que existan percepciones y fenómenos de conciencia, lo que afecta a la mente son todas las cosas vividas que yo no he liquidado, son todos los asuntos pendientes, deseos y temores que subsisten dentro, todo lo que son experiencias no finiquitadas, o sea no vividas del todo, no digeridas del todo.

Cuando era pequeño y luego de grande porque ya lo he aprendido, cuando tengo una experiencia desagradable, procuro olvidarme de ella, cuanto más pronto mejor, entonces, busco un estímulo que me sustituya esa cosa desagradable y esto impide que yo viva aquella experiencia desagradable del todo, que haga la digestión mental de ello, entonces esto yo lo corto, quiero que no exista porque es desagradable, lo estoy inhibiendo y así corto su digestión consciente; esto quedará allí, cortado, inhibido, no seré consciente de ello, pero estará empujando desde dentro constantemente y se traducirá en una tendencia a desear o temer, según sea la experiencia.

Si es una experiencia de dolor proyectará en mí el miedo a todas las situaciones similares a esa, inevitablemente, sin saber por qué; si la experiencia es agradable proyectará mi deseo hacia esa experiencia agradable para que esta se repita una y otra vez. Como nuestra vida está llena de cosas agradables y desagradables que no hemos vivido a fondo, nuestra mente es un tejido, una red que está llena de cosas pendientes y es por eso que nuestra cabeza no para nunca, y esto viene de toda la agitación interior que hay constantemente y afecta hasta el dormir en profundidad, porque hay tal cantidad de material dentro que está tratando de liquidarse, incluso a nivel inconsciente que no se puede llegar a descansar en profundidad.

Porque todo asunto interior que no se ha vivido totalmente, tiende a quererse vivir totalmente, entonces es esa dinámica interior que me está proyectando compulsivamente hacia algo, lo que interfiere; no es el recuerdo del pasado, es la agitación mental, emocional, vital que está implicando este pasado no completado, no vivido totalmente. Ej. Si yo he tenido problemas de sentirme disminuido, menospreciado, habrá en mí una absoluta necesidad de resolver esa situación, y resolverla definitivamente, porque sino, estaré repitiendo el mismo problema una y otra vez, y mientras yo no elimine la situación a fondo, eso actuará compulsivamente a pesar mío.

Extraído de una conferencia de Antonio Blay


lunes, 29 de enero de 2024

Atención Plena

 

La atención a la que aquí nos referimos no es la que consiste en fijar la mente en algún objeto o idea de un modo exclusivo, sino más bien la que resulta del especial estado de la mente que significamos con los términos «estar muy despierto», «ser plenamente consciente» y «tener la mente vigilante, alerta y despejada».

Es el estado mental que se produce al adoptar la actitud compuesta simultáneamente de interés, deseo de comprender, expectación y amplitud mental. Es el estado de atención general pero apoyándose muy especialmente en la intención de estar más despierto, más consciente, más atento. Es la conjunción de la mente, como principio de intelección y de la voluntad, como principio de acción.

La mayor parte de las personas viven habitualmente y sin darse cuenta de ello con un nivel de atención extraordinariamente bajo. Sólo esporádicamente, y como consecuencia del interés que provocan determinados estímulos internos o externos, se despierta un poco de atención.

Así, por ejemplo, el dolor, el hambre o el amor son estímulos internos que avivan la mente, y un hecho que se sale de lo corriente o un acertijo que hay que resolver, son estímulos externos que despiertan igualmente la atención. Pero una vez desaparecidos los estímulos que tenían un definido interés para la persona, parece como si la mente se apagara de nuevo parcialmente, disminuyendo por igual su agudeza de percepción y la amplitud de su capacidad de reacción.

La mente sigue funcionando, pero de un modo restringido, sujeta a un ciclo de automatismos de amplitud muy limitada. En esta disposición, la conducta de las personas está prácticamente determinada por completo por la resultante de la inercia de los condicionamientos interiores más habituales, sean del signo que sean, y por la reacción más fácil ante los limitados estímulos externos que son así capaces de registrar.

Esta tendencia a la pasividad mental es tan fuerte que incluso la vida en una populosa ciudad moderna, cuyo ritmo y complejidad obligan a «ir con los ojos muy abiertos», no basta para que la gente se despierte por completo y viva de un modo más consciente.

El cultivo de esta clase de atención es la mejor «gimnasia» que puede hacer la mente para alcanzar su pleno desarrollo y madurez.


Sus principales efectos, cuando está ya bien consolidada, pueden resumirse como sigue:

- Aumenta la capacidad receptiva, permitiendo registrar mayor número de estímulos procedentes tanto del exterior como del interior del propio sujeto.

- Mejora la capacidad de fijación de las percepciones, aumentando por lo tanto, la memoria en general.

- Facilita la comprensión inmediata de las ideas, personas y situaciones.

- La mente dispone con mayor facilidad de todos los datos que tiene a su disposición, por lo que sus razonamientos y conclusiones serán más lúcidos y acertados.

- Favorece la constante visión de conjunto, impidiendo caer en exclusivismos o parcialidades.

- Aumenta la potencia de la mente y, por consiguiente, su poder de irradiación.

- Da mayor facilidad para concentrarse a voluntad sobre cualquier tema y, en general, aumenta el dominio de todas las facultades mentales.

- Estimula la percepción intuitiva procedente del nivel superior de la mente, gracias a la cual verá nuevas posibilidades y soluciones en cada situación.

- Facilita la visión inmediata de la esencia de los problemas, por dirigir automáticamente su mirada al núcleo de los mismos.

- Produce una permanente actitud positiva frente a las situaciones, erigiendo una poderosa barrera ante los estados negativos que pudieran intentar emerger del interior.

Antonio Blay



viernes, 5 de enero de 2024

Relaciones y conflicto (Antonio Blay)


Cada vez que eres capaz de aceptar profundamente, de amar, de comprender, de entrar en sintonía con el otro, estás poniéndote en unidad contigo mismo, con una porción de ti mismo, de tu consciencia, además de ponerte en armonía con la otra persona. Tus enemigos exteriores son tus enemigos interiores.

Cuando aprendes a distinguir a la persona, de lo que es su acción (su modo de funcionar), uno puede aceptar profundamente a la persona, porque en el fondo está hecha de lo mismo que estoy hecho yo: de una capacidad de comprender, de una capacidad de ser feliz, de una capacidad de actuar, y además, está tratando de buscar su propia plenitud, su propia realidad, tal y como la estoy buscando yo. 
Entonces siento que hay una vinculación profunda de persona a persona, siento que podemos estar viviendo el mismo argumento, que estamos juntos en la misma aventura, aunque su modo de hacer sea muy distinto (y a veces, contrapuesto) a mi propio modo de hacer, y aunque estos modos de hacer, a veces, impliquen una oposición, una lucha.

Cuando hay un enfrentamiento, es totalmente constructivo, totalmente creador. Pero cuando yo confundo el modo de hacer con el ser, entonces la lucha, es totalmente destructiva.

Es evidente que puede haber dificultades. Lo importante es ver en qué medida yo, como persona, soy capaz de comprender al otro como persona, a parte de lo que nos diferencia.

En la medida en que yo me viva a mi mismo profundamente, entonces soy capaz de comprender a la otra persona, y, al ver que hay algo profundo esencial que nos une, podré tratar las diferencias, y puede haber polémica y salir todo lo necesario, pero tendrá un carácter muy distinto a lo que se suele vivir habitualmente, en forma de oposición de persona a persona.

Las dificultades surgen siempre que hay una no comprensión y una no aceptación; ahora bien, comprendiendo y aceptando la dificultad fundamental desaparece, lo cual no significa que no desaparezca la confrontación, la interacción; puede haber lucha, y hasta intensa, pero será dentro de una base de armonía.

Esto parece algo inconcebible, porque estamos acostumbrados a que para luchar por algo, tengamos que ir en contra de, y no es así. Yo puedo estar totalmente de acuerdo con la otra persona, como persona, pero a la vez defender, lo que considero mi verdad, o bien frente a lo que el otro defiende, y a la vez, estar profundamente vinculados.

No hay motivos para rechazar a la otra persona, esto lo hacemos, porque estamos viviendo en la idea que nos formamos, que tiende a rechazar todo aquello que se vive como peligro hacia su propio valor, hacia su propio desarrollo.

Todo esto se vive, luego de un trabajo de maduración, sin ese trabajo, se ve como muy difícil; pero visto en un marco de desarrollo, de una maduración de la consciencia profunda, entonces esto no presenta mayor dificultad, aunque no sea fácil.



jueves, 28 de diciembre de 2023

La conciencia del instante presente

A cada instante se derrama sobre nosotros una vida gozosa, abundante y saludable. 
Cuando «vivimos en el tiempo», la vasija de nuestro ser se vuelve boca abajo.
 Y así, desperdiciamos nuestra experiencia vital intentando conseguir»; 
en lugar de recibir.

La conciencia del instante presente no es una idea o un concepto; es una experiencia. Es una manera de ser que no supone esfuerzo alguno, que es un derecho de nacimiento de cada ser humano de este planeta. Y el entrar en ella ahora es una consecuencia inevitable de nuestra acelerada evolución. Nos invita aquí y ahora a todos los que estemos dispuestos a recibir sus bendiciones. Nos llama a cada uno de nosotros con una voz queda que dice: «¡Detente! No hay lugar adonde ir ni nada que hacer, pero sí que hay todo que ser».

La conciencia del instante presente es un estado del ser en el cual integramos sin ningún esfuerzo la presencia divina con la que estamos, en cada instante en el que estamos para que podamos responder conscientemente a cada experiencia que tenemos. Y, cuando se consigue esto, nuestra respuesta es siempre la misma: gratitud; una corriente de gratitud que nos libera de todas nuestras ilusiones.

Entrar en tal estado puede parecer difícil y complicado cuando estamos viviendo en el tiempo y, sin embargo, no requiere ningún esfuerzo, y es completamente natural, porque la conciencia del instante presente es un derecho de nacimiento del ser humano.

Buscamos encontrar algo que sabíamos que habíamos perdido, para darnos cuenta de que hemos estado buscando algo que, en realidad, ya nos había encontrado a nosotros.

Es en nuestra interacción con lo que nos sucede justo ahora, donde sembramos las semillas de lo que va a suceder más allá de las fronteras de esta experiencia vital.

Al estar Presentes podemos ver que la calidad de las semillas que sembramos en un momento dado, está en función de si optamos por reaccionar o por responder a nuestras experiencias.

Reaccionar ante una experiencia significa que estamos tomando nuestras decisiones basándonos en lo que pensamos que nos sucedió ayer y en lo que pensamos que puede sucedemos mañana.

Sólo respondemos a nuestras experiencias cuando tomamos decisiones basándonos en lo que nos sucede aquí y en este momento. Sólo es posible responder a las experiencias cuando desaprendemos los comportamientos y los sistemas de creencias que nos llevan a reaccionar.

Los dos instrumentos más importantes que tenemos a nuestra disposición como seres conscientes que somos: la atención y la intención.

La atención es el instrumento de nuestro cuerpo mental. La intención es el instrumento de nuestro cuerpo emocional.

Todos hacemos uso de la atención y de la intención para dirigirnos, atravesar y salir automáticamente de todas nuestras experiencias vitales. Por lo general, esto lo hacemos inconscientemente, conviene aprender a hacerlo conscientemente.

Al estar en Presencia, nos distanciarnos de nuestras experiencias y las observamos desde la distancia, y esto nos proporciona la ocasión de darnos cuenta de que no hay nada en nosotros que esté mal, que no estamos fragmentados. Al contrario, nos permite integrar la idea de que es la calidad de las experiencias que estamos teniendo en el “tiempo” lo que necesita recuperar el equilibrio.

De este modo, comenzamos a ver con claridad que existe una diferencia entre quién somos y qué somos, por una parte, y las experiencias que estamos teniendo, por la otra.

Llevar la conciencia a la respiración es el instrumento más accesible y eficaz que tenemos para fijar nuestra atención en el momento presente.

La mayoría de las personas se pasa las horas de vigilia pensando en circunstancias del pasado o bien en acontecimientos que están por venir. Inconscientemente, nuestra mente se entrega casi exclusivamente a esta actividad. Se trata de una adicción y aflicción mental que tiene prisionera a la humanidad en un mundo interior ilusorio, que se refleja externamente en el actual desequilibrio planetario.

Este estado ilusorio e inarmónico por vivir en el tiempo, se produce por no vivir la conciencia del instante presente y, no se es consciente de las consecuencias. Nos resulta imposible controlar consciente y responsablemente la calidad de nuestras experiencias vitales, estar verdaderamente disponible para prestar ayuda a los que nos rodean, o vivenciar nuestra íntima conexión con toda la vida, a menos que hayamos alcanzado cierto nivel de conciencia del instante presente.

Sin la conciencia del instante presente, es imposible ver la conexión que existe entre causa y efecto. Un ser que esté presente no puede causar daño intencionadamente a otras formas de vida, dado que la naturaleza de íntima conexión de la conciencia del instante presente le permite a uno sentir las consecuencias de su propio comportamiento.

Sin embargo, no estamos del todo perdidos dentro de ese ilusorio paradigma basado en el tiempo porque, dentro de cada uno de nosotros, existe un cordón umbilical que nos conecta con el paradigma del instante presente: nuestra respiración.

La respiración es un cordón umbilical porque no existe respiración en el pasado, y no existe respiración en el futuro. Tomando conciencia de la respiración, activamos un instrumento potente y fiable que nos permite retirar conscientemente nuestra atención del pasado y del futuro, y, colocarla automáticamente en el instante presente.

Concentrando nuestra atención y nuestra intención en la respiración, invitamos a un aspecto de nuestra conciencia a permanecer conscientemente anclado en el instante presente. Y este sencillo procedimiento tiene unas profundas consecuencias.

Una de ellas es que, automática y efectivamente, activa un proceso que nos revela a qué nos aferramos consciente e inconscientemente del pasado o adonde nos proyectamos en el futuro. Y esto lo consigue al hacernos conscientes de nuestros recuerdos reprimidos y no integrados, para poder integrarlos, sanarlos.

M. Brown

Lo que valoro y lo que Soy


Cuando nos encontramos en un estado de desorden, lo primero que deberíamos hacer es adentrarnos en nosotros mismos, hacer unos momentos de silencio y empezar a descubrir lo que realmente hay en nuestro interior. Descubrir los valores. Entonces la meditación se hará muy sencilla, movida por esos valores.

Alguien podría decir que no tiene esa demanda, esa necesidad de investigar, pero ¿no la tiene realmente?. Se puede mirar despacio, para descubrir si se tiene o no esa demanda de valores. Empecemos por ver que es lo que me mueve en la vida cotidiana. Si lo que quiero es estar tranquilo, que me quieran, tener dinero, una casa nueva, viajar, que me valoren, que me respeten, da lo mismo... Todos los deseos, los que me parecen buenos o los que me parecen menos buenos o malos provienen del mismo origen; de esa necesidad de los valores, de esa necesidad de la manifestación de lo Real en nosotros. Vienen del anhelo de fuerza, de potencia de ser, de amor y de claridad de la Inteligencia.


Pero es necesario descubrir en nosotros la potencia de ser para que desaparezca la sed del deseo. Es entonces cuando surge la demanda de la meditación, porque ese deseo de triunfo, de ser poderoso, de tener cosas, no es más que la expresión externa del anhelo de ser, de ser de Verdad.

Si cuando me encuentro ante el escaparate de una tienda, investigo el origen de mi deseo por lo que he visto a la venta, comprobaré que detrás de ese deseo hay un anhelo de algo mayor, que en este caso podría ser de belleza. Si me quedo contemplando la Belleza, comprobaré que está en mí y que por ignorancia, el anhelo de ella ha creado mi deseo. Todos los valores están ahí, en lo profundo de la conciencia. Contemplo la Belleza y soy Belleza. Contemplo el Amor y soy Amor, contemplo el Poder, la Fuerza, y soy Poder y Fuerza.

Y contemplando voy penetrando en lo profundo, porque es el hilo conductor que me lleva por la Belleza, la Fuerza, el Poder, hacia la conciencia profunda que soy.

Todo esto se encuentra después de uno o mil intentos, no se sabe cuando, pero hay un momento en el que algo, como una gracia, hace su aparición y sucede lo que tantas veces hemos estado intentando y no hemos alcanzado. Y este descubrimiento compensa con creces el tiempo invertido en intentarlo.

Queríamos tener una vida maravillosa y no nos damos cuenta de que lo que anhelamos está ya en la conciencia. Queremos cambiar la vida por fuera sin darnos cuenta de que eso no es posible.

Esto es tan abstracto que nuestra mente no se lo puede creer. Solamente vivenciando el silencio llegamos a descubrir lo divino, lo sagrado, la realidad absoluta que somos. Estoy aquí y ahora, pero ¿qué es lo que realmente soy? No soy estos pensamientos cambiantes que pasan por mi mente y que no se de donde vienen. No soy estas sensaciones de mi cuerpo que aparecen y desaparecen. No soy esos sentimientos, estas emociones, sentirme bien o sentirme mal, que son pasajeros. ¿Donde está lo permanente en mí?.

Si me quedo en el "darme cuenta", el silencio cobrará vida para mí, será algo creativo, que me llevará a lo que realmente soy, aquello desconocido que está por descubrir.

Consuelo Martin

domingo, 2 de julio de 2023

La Realidad


Los místicos son los que se han abierto confiadamente a la realidad, sin preocuparse por el resultado, pues saben que sólo en la realidad habita la verdad. 
Meterse en la batalla de la vida, pero con el corazón en paz, es la única manera de vivir la realidad de la vida. Es cumplir la voluntad de Dios. 

Para ello, el primer paso es reconocer la añadidura, darte cuenta con sinceridad de tus bloqueos y obstáculos. 

El segundo paso es mirar la causa, sabiendo que está fuera de la realidad. Sin culparte ni justificarte. Tú no tienes la culpa de esa programación que traes, y cuando caes en los hábitos, no lo haces adrede. Tú eres víctima de tu propia programación. No estés descontento, irritado y molesto contigo mismo, porque eso no te va a ayudar. Y si sufres, si te afliges, no tomes tu aflicción por tu ser. Desidentifícate de ese sufrimiento. 
El yo, ¿quién es? ¿Soy un cuerpo? No, porque las células de mi cuerpo son renovadas continuamente y, en siete años, no queda ni una de las anteriores y, sin embargo, sigo siendo el mismo. 
Yo no soy mi cuerpo, pero tampoco soy mis pensamientos, pues ellos cambian continuamente y yo no. Ni tampoco soy mis actitudes, ni mi forma de expresarme, ni de andar. 
Yo no puedo identificarme con lo cambiable, que abarca las formas de mi yo, pero no es mi yo. 

Tú eres el ser, lo que es. El cielo es, no cambia; las nubes sí. Lo único que puedes buscar es lo que no eres, pues en cuanto puedes objetivarlo ya no lo eres, sino que es una forma, una expresión de lo que realmente eres. Puedes buscar lo que no eres, y al ir apartando tus formas y añadiduras, te irás liberando de ideas equivocadas sobre ti y, detrás de todo esto, irá surgiendo tu ser. 

Así es que el tercer paso es no identificarte con las formas que cambian, ni apegarte a ellas, ni rechazarlas, ni ponerles etiquetas, ni valorarlas dándoles una importancia que no tienen
Llamarlas por su nombre: son formas nada más, y si les das batalla, toman una importancia que, en sí, no tienen. Cuando las mires tal como son, perderán importancia y se replegarán a su lugar. Hay que comprenderlas, entender por que están ahí, para que no te estorben ni molesten. Entonces la importancia que les hayas dado hasta ahora se va, porque no es real, no existe, y descubres que no eran más que alucinaciones del sueño de un ser dormido. 
No hay que violentarse con nada ni para mejorarlo ni para cambiarlo. Lo que es, es, y sólo lo es por su propia causa, nada lo puede dañar si está despierto. 
Estar despierto es no dejarse afectar por nada, ni por nadie. Y eso es ser libre.

A. de Mello


martes, 20 de junio de 2023

Las Ocho Realizaciones de los grandes seres.

 

“Un día, estando el Buda en compañía de los monjes en el Parque de Bhesakala, en Sumsumaragiri, dijo: «Monjes, hoy deseo hablaros de las Ocho Realizaciones de los grandes seres. El venerable Anuruddha ya habló de ellas en su momento. Son las realizaciones que enseñan los grandes seres para ayudar a los demás a superar la distracción y alcanzar la Iluminación.

La primera realización es el conocimiento de que todos los dharmas son impermanentes y carecen de un yo independiente. 

A través de la meditación en la naturaleza transitoria y sin un yo de todos los dharmas, podéis evitar el sufrimiento y alcanzar la Iluminación, la paz y la alegría.


La segunda realización es el conocimiento de que, a mayor deseo, mayor sufrimiento. Todas las dificultades en la vida surgen de la codicia y el deseo.


La tercera realización es el conocimiento de que una vida simple, con pocos deseos, proporciona paz, alegría y serenidad
Cuando se vive con simplicidad, se dispone de más tiempo y concentración para practicar el Camino y ayudar a los demás.


La cuarta realización es el conocimiento de que sólo el esfuerzo diligente conduce a la Iluminación. La pereza y la satisfacción de los deseos sensuales son obstáculos para la práctica.


La quinta realización es el conocimiento de que la ignorancia es la causa del círculo interminable de nacimiento y muerte
Debéis siempre escuchar y aprender para desarrollar comprensión y elocuencia.


La sexta realización es el conocimiento de que la pobreza genera enfado y odio que crean, a su vez, un círculo vicioso de pensamientos y acciones negativas. 

Los seguidores del Camino, cuando practican la generosidad, deben contemplar con ecuanimidad a todos los seres, amigos y enemigos, sin condenar los errores que otros cometieron en el pasado ni odiar a quienes les dañan en el presente.


La séptima realización es el conocimiento de que, aunque vivamos en este mundo para enseñar y ayudar a los demás, no debemos dejarnos atrapar por los asuntos mundanos.

El que abandona su hogar para seguir el Camino posee tres hábitos y un cuenco de mendicante. Vive con sencillez y mira a todos los seres con los ojos de la compasión.


La octava realización es el conocimiento de que no se debe practicar únicamente para alcanzar la Iluminación individual, sino para guiar a los demás hasta las puertas de la Iluminación.


Monjes, éstas son las Ocho Realizaciones de los grandes seres, gracias a las cuales han alcanzado la Iluminación. Allí donde van, las emplean para abrir las mentes y educar a otros para que puedan descubrir el camino que conduce a la Iluminación y a la Liberación”.

Camino viejo, nubes blancas (Thich Nhat Hạnh)