Interlocutor: Por lo que yo puedo ver, no hay
nada irregular en mi cuerpo ni en mi ser real. Ninguno de ellos son de hechura
mía y no necesitan ser mejorados. Lo que no ha ido bien es el «cuerpo
interior», llámelo mente, consciencia, antahkarana, cualquiera que sea
el nombre.
Maharaj: ¿Qué considera usted que no va
bien en su mente?
Int: Es inquieta, codiciosa de lo
agradable y temerosa de lo desagradable.
Mah: ¿Qué hay de malo en su búsqueda
de lo agradable y en su huida de lo des-agradable? El río de la vida corre
entre las orillas del dolor y del placer. Es solo cuando la mente se niega a
correr con la vida y se aferra a las orillas, cuando eso de-viene un problema.
Por correr con la vida quiero decir aceptación —dejar que venga lo que viene y
que se vaya lo que se va. No desee, no tema, observe lo que acontece, cómo y
cuando acontece, pues usted no es lo que acontece, usted es a quien ello
acontece. Finalmente usted no es ni siquiera el observador. Usted es la
potencialidad última de la que la consciencia omniabarcante es la manifestación
y expresión.
Int: Sin embargo, entre el cuerpo y el
sí mismo hay una nube de pensamientos y de sentimientos que no sirven ni al
cuerpo ni al sí mismo. Estos pensamientos y sentimientos son inconsistentes,
transitorios y desprovistos de significación, mero polvo mental que ciega y
sofoca; sin embargo, están ahí, oscureciendo y destruyendo.
Mah: Ciertamente, la memoria de un
acontecimiento no puede pasar por el acon-tecimiento mismo. Tampoco lo puede su
anticipación. Hay algo excepcional, único, en el acontecimiento presente, que
no tienen el acontecimiento pasado ni el venidero. Hay en él una viveza, una
actualidad; destaca como si estuviera iluminado. En lo que acontece ahora hay
el «sello de la realidad», que el pasado y futuro no tienen.
Int: ¿Qué es lo que da al presente ese
«sello de la realidad»?
Mah: No hay nada peculiar en el
acontecimiento presente que lo haga diferente del pasado y del futuro. Por un
momento el pasado fue actual y el futuro lo devendrá también.
¿Qué hace al presente tan diferente? Obviamente, mi presencia. Yo soy
real porque yo soy siempre ahora, en el presente, y lo que está conmigo
ahora participa en mi realidad. El pasado está en la memoria, el futuro —en la
imaginación. No hay nada en el acontecimiento presente mismo que lo haga
destacar como real. Puede ser un suceso simple, periódico, como la campanada de
un reloj. A pesar de nuestro conocimiento de que las campanadas sucesivas son
idénticas, la campanada presente es completamente diferente de la anterior y de
la siguiente —en tanto que recordada, o esperada. Una cosa enfocada en el ahora
está conmigo, pues yo soy siempre presente; es mi propia realidad la que yo
imparto al acontecimiento presente.
Int: Pero nosotros tratamos cosas
recordadas como si fueran reales.
Mah: Nosotros consideramos los
recuerdos, solo cuando irrumpen en el presente. Lo olvidado no cuenta hasta que
uno lo recuerda —lo cual implica traerlo al ahora.
Int: Sí, puedo ver que hay en el ahora
algún factor desconocido que da realidad momentánea a la actualidad
transitoria.
Mah: Usted no necesita decir que es
desconocido, pues usted lo ve en constante operación. Desde que usted nació,
¿ha cambiado alguna vez? Las cosas y los pensamientos han estado cambiando todo
el tiempo. Pero la sensación de que lo que es ahora es real no ha cambiado
nunca, ni siquiera en sueño.
Int: En el sueño profundo no hay
ninguna experiencia de la realidad presente.
Mah: La vacuidad del sueño profundo se
debe enteramente a la falta de recuerdos específicos. Pero hay una memoria
general de bienestar. Hay una diferencia de sensación cuando decimos «yo estaba
profundamente dormido» y «yo estaba ausente».
Int: Vamos a repetir la pregunta con
la que comenzamos: entre la fuente de la vida y la expresión de la vida (que es
el cuerpo), está la mente y sus estados siempre cambiantes. La corriente de los
estados mentales es sin fin, sin significación y dolorosa. El dolor es el
factor constante. Lo que nosotros llamamos placer es sólo un lapso, un
intervalo entre dos estados dolorosos. El deseo y el temor son la trama y la
urdimbre del hecho de vivir, y ambos están hechos de dolor. Nuestra pregunta
es: ¿puede haber una mente feliz?
Mah: El deseo es el recuerdo del
placer y el temor es el recuerdo del dolor. Ambos hacen a la mente inquieta.
Los momentos de placer son meramente lapsos en la corriente del dolor. ¿Cómo
puede ser feliz la mente?
Int: Eso es verdad cuando deseamos
placer o esperamos dolor. Pero hay momentos de dicha inesperada, imprevista.
Dicha pura, no contaminada por el deseo. No buscada, no merecida, dada por
Dios.
Mah: Sin embargo, la dicha solo es
dicha frente a un trasfondo de dolor.
Int: ¿El dolor es un hecho cósmico, o
puramente mental?
Mah: El universo es completo y donde
hay completud, donde no falta nada, ¿qué puede dar dolor?
Int: El universo puede ser completo
como un todo, pero incompleto en los detalles.
Mah: Una parte del todo
vista en relación al todo es también completa. Solo cuando se ve aisladamente deviene
deficiente y así un foco de dolor. ¿Qué es lo que lleva al aislamiento?
Int: Las limitaciones de la mente, por
supuesto. La mente no puede ver el todo por la parte.
Mah: Muy bien. La mente, por su
naturaleza misma, divide y opone. ¿Puede haber alguna otra mente, que una y
armonice, que vea el todo en la parte y la parte como totalmente relacionada
con el todo?
Int: La otra mente —¿dónde buscarla?
Mah: Yendo más allá de la mente que
limita, divide y opone. Poniendo fin al proceso mental tal como nosotros lo
conocemos. Cuando éste llega a su fin, nace esa mente.
Int: ¿En esa mente ya no existe el
problema de la alegría y de la pena?
Mah: No como nosotros las conocemos,
como deseable o repugnante. Deviene más bien una cuestión de amor que busca expresión
y que encuentra obstáculos. La mente inclusiva es amor en acción, batallando
contra las circunstancias, inicialmente frustrado, finalmente victorioso.
Int: Entre el espíritu y el cuerpo,
¿es el amor el que proporciona el puente?
Mah: ¿Quién más? La mente crea el
abismo, el corazón lo cruza.
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