Fórmula para
contemplación: Vive totalmente en el presente.
Requisitos:
Abandona todo pensamiento acerca del futuro y acerca del pasado. Debes
abandonar, en realidad, todo pensamiento, toda frase, y hacerte totalmente
presente. Y la contemplación se produce.
Después de años de entrenamiento, el discípulo pidió
a su maestro que le otorgara la iluminación. El maestro le condujo a un
bosquecillo de bambúes y le dijo: «Observa qué
alto es ese bambú. Y mira aquel otro, qué corto es».
Y en aquel mismo momento el discípulo recibió la
iluminación.
Dicen que
Buda intentó practicar toda espiritualidad, toda forma de ascetismo, toda
disciplina de cuantas se practicaban en la India de su época, en un esfuerzo
por alcanzar la iluminación. Y que todo fue en vano.
Por último,
se sentó un día bajo un árbol que le dicen 'bodhi' y allí recibió la
iluminación.
Más tarde
transmitió el secreto de la iluminación a sus discípulos con palabras que
'pueden parecer enigmáticas a los no iniciados, especialmente a los que se
entretienen en sus pensamientos:
«Cuando respiréis profundamente, queridos
monjes, sed conscientes de que estáis respirando profundamente. Y cuando
respiréis superficialmente, sed conscientes de que estáis respirando
superficialmente. Y cuando respiréis ni muy profunda ni muy superficialmente,
queridos monjes, sed conscientes de que estáis respirando ni muy profunda ni
muy superficialmente».
Conciencia.
Atención. Absorción. Nada más.
Esta forma de
quedarse absorto podemos observarla en los niños, que son quienes tienen fácil
acceso al Reino de los Cielos.
A. de Mello
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