Dicen que Buda intentó practicar toda espiritualidad, toda forma de ascetismo, toda disciplina de cuantas se practicaban en la India de su época, en un esfuerzo por alcanzar la iluminación. Y que todo fue en vano.
Por último, se sentó un día bajo un árbol que le dicen 'bodhi' y allí recibió la iluminación.
Más tarde transmitió el secreto de la iluminación a sus discípulos con palabras que 'pueden parecer enigmáticas a los no iniciados, especialmente a los que se entretienen en sus pensamientos:
«Cuando respiréis profundamente, queridos monjes, sed conscientes de que estáis respirando profundamente.
Y cuando respiréis superficialmente, sed conscientes de que estáis respirando superficialmente.
Y cuando respiréis ni muy profunda, ni muy superficialmente, queridos monjes, sed conscientes de que estáis respirando ni muy profunda ni muy superficialmente».
Conciencia. Atención. Absorción. Nada más.
Esta forma de quedarse absorto, podemos observarla en los niños, que son quienes tienen fácil acceso al Reino de los Cielos.
Preguntaba el monje: «Todas estas montañas y estos ríos y la tierra y las estrellas... ¿de dónde vienen?
Y preguntó el Maestro: «¿Y de dónde viene tu pregunta?» "¿Quién es el que pregunta?".
¡Busca en tu interior!
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