No esperes una razón para amar.
No esperes el cuerpo perfecto, o los pensamientos perfectos, o
el compañero perfecto, o el éxito perfecto, o el
momento perfecto.
No estás buscando la ‘vida
perfecta’, sino el abrazo perfecto a esta vida imperfecta, el abrazo a la
presencia misma, el amor incondicional de esta historia de ‘mí’ sin resolver
que nunca parece ir como lo planeaste, por lo menos no por mucho tiempo.
¡A veces las cosas parecen ir de lo mejor! Estás manifestando
espléndidamente, tu vibración es alta, tu sueño está intacto.
Luego, un visitante inesperado irrumpe. Algo falla y se sale de
lo que estaba planeado. Llega un diagnóstico. Una certeza se hace añicos. Un
tropiezo o una caída. Un viejo sentimiento regresa, un temor, una duda, una
sensación de haber sido abandonado por algo que jamás debió abandonarte.
La narrativa de ‘mi vida maravillosa’ se convierte en aire. Y te
quedas con la vida en carne viva, una vez más. Sin protección, una vez más. Sin
respuestas, una vez más. Sentimientos de fracaso, vergüenza; sin saber cómo
vivir.
¿Ninguna razón para amar?
¡No, una razón para amar aún más profundamente!
Para acogerte a ti mismo en un abrazo mucho más profundo.
Para ponerte cara a cara con el decepcionado, con el abandonado,
con el avergonzado, con el que se le ha roto el corazón.
Para mantenerlos cerca de ti, en la calidez de la presencia.
Para estar aquí y escuchar el canto de los pájaros, para
acariciar la mañana mientras va surgiendo.
Para sentir el porrazo y la presión y el jaleo de la vida, donde
estás, como estás, sin esperar.
No te has abandonado a ti mismo. Y esto lo cambia todo, incluso
mientras todo cambia. Eres sumamente estable, aquí en el ojo del huracán,
inquebrantable mientras todo se viene abajo.
Sé ese abrazo, nunca esperando amor, sino amando, incluso cuando
te sientas rechazado o no amado.
Esto romperá el ciclo de abandono de una vez por todas. Y todo
el dinero del mundo, todo el éxito, toda la fama, todas las respuestas, todas
las ‘validaciones’ o ‘perfecciones’ externas no podrán tocar este amor divino.
Es tan puro, tan libre, tan auténtico. Es tú, ya no impulsado
por el miedo.
- Jeff Foster
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