“Cuando descanso en el testigo puro y simple, dejo de estar a merced de las experiencias gozosas o aterradoras, todas las experiencias discurren por mi rostro original como lo hacen las nubes por el cielo trasparente del otoño, y en mí hay cabida para todo.
Cuando descanso en el
testigo simple, claro y omnipresente, estoy reposando en lo no nacido, en el
Espíritu intrínseco, en la Vacuidad primordial, en la libertad infinita... Las
cosas que pueden ser vistas son placenteras o dolorosas, afortunadas o tristes,
gozosas o terribles, sanas o enfermas, pero el vidente de todas esas cosas no
es afortunado ni triste, gozoso ni temible, sano ni enfermo, sino sencillamente
Libre. Como testigo puro y simple yo estoy libre de todos los objetos, libre de
todos los sujetos, completamente libre del tiempo y del espacio, del nacimiento
y de la muerte y de todas las cosas que se hallan entre el nacimiento y la
muerte. Yo soy, sencillamente, libre.
Descansando en la
conciencia simple, clara y omnipresente, es como descubro que no existe ningún
interior y ningún exterior, ningún sujeto y ningún objeto. Las cosas y sucesos
siguen emergiendo con claridad –las nubes se desplazan, los pájaros cantan y la
brisa fresca sigue soplando- pero no hay ningún yo separado detrás de todo
ello. Los hechos simplemente emergen tal como son, sin la menor referencia
constante al yo o al sujeto contraído...
Pero cuando descanso
en la conciencia simple, clara y omnipresente dejo de protegerme, el dentro y
el fuera desaparecen por completo y lo único que existe es lo siguiente... Yo
ya no estoy aquí a este lado de mi rostro, contemplando un mundo que se halle
ahí fuera, sino que simplemente soy el mundo. Yo ya no estoy aquí, he perdido
mi identidad y he descubierto mi rostro original, el Kosmos mismo. En la pura
conciencia omnipresente, los pájaros cantan y yo soy eso, el sol resplandece y
yo soy eso, la luna riela y yo soy eso.... Cuando dejo de protegerme y
desaparezco termino descubriendo a Dios en la conciencia simple omnipresente.
Cuando usted es el
testigo de todos los objetos y todos los objetos emanan de usted, usted
permanece en la libertad última, en la vasta amplitud de la inmensidad del
espacio. En ese único gusto, el viento ya no sopla sobre usted, sino que lo
hace desde su interior, el Sol ya no brilla sobre usted sino que irradia desde
el centro mismo de sus ser, y cuando llueve es usted mismo quien está
derramándose. Entonces podrá beber el Océano Pacífico en un solo trago y
tragarse el universo entero, las supernovas nacerán y morirán dentro de su
corazón y las galaxias girarán incesantemente en el centro de su corazón y todo
resultará tan sencillo como el canto del petirrojo en un amanecer transparente
como el cristal...
Cuando descanso en el
simple testigo omnipresente estoy enfrente mismo del Espíritu. Eckart dijo que
“Dios se halla más cerca de mí que yo”. No podemos alejarnos de él, porque
siempre somos él. Éste es también el motivo por el cual los budas nunca han
entrado en ese estado y los seres sensibles jamás lo han abandonado.
Cuando descanso en el
testigo puro y simple advierto que esta conciencia no es experiencia. Es
consciente de las experiencias pero no es, en si misma, una experiencia. Las
experiencias van y vienen, aparecen y desaparecen, tienen un comienzo en el
tiempo, perduran durante un tiempo y terminan desvaneciéndose...
Cuando descanso en el
testigo puro y simple, comienzo incluso a advertir que el testigo no es una
entidad o una cosa separada de lo que atestigua. Todas las cosas emanan del
testigo y el testigo mismo se derrama en todas las cosas.
Creemos que perder
nuestro prestigio es como morir, lo que es profundamente cierto: ¡no queremos
perder nuestro prestigio porque no queremos morir! ¡no queremos perder la
sensación de identidad separada! Pero ese miedo primordial a perder prestigio
es en realidad la raíz de nuestra agonía mas profunda, porque el intento de
protegernos –de salvar nuestra identidad cuerpo mente- es el propio mecanismo
del sufrimiento, el propio mecanismo que termina escindiendo el Kosmos en un
interior versus exterior, fractura brutal que experimentamos como sufrimiento.
Buscar al testigo es
equivocarse por completo, porque el mismo hecho de buscar constituye el
principal de los errores ¿Cómo sería posible buscar lo que ahora mismo es
consciente de esta página? ¡Tú eres eso! Es imposible buscar al buscador....
Antes de que Abraham fuera, yo ya era. Antes del Big-Bang, yo ya era. Y después
de que el Universo se disuelva, yo seguiré siendo. En todas las cosas grandes o
pequeñas, yo soy. Y jamás podré ser visto, oído, sentido ni conocido. Yo soy es
el testigo omnipresente.
Poco importa pues lo
que vea en un determinado momento, ya que la realidad esencial no es nada que
pueda verse, sino el vidente mismo. Poco importa pues, que experimentemos paz o
inquietud, felicidad o tristeza, porque todos estos son objetos de nuestra conciencia
y el testigo que los experimenta es ya libre.
No es que tenga que
traer esa conciencia simple a la existencia, ni tampoco que deba de tratar de
entrar en ese estado. No tengo que hacer el menor esfuerzo, solo darme cuenta
de que ya soy consciente de los cielos, percatarme de que ya soy consciente de
las nubes, advertir que el testigo omnipresente se halla ya completamente
operativo y que no es algo difícil de alcanzar, sino por el contrario imposible
de evitar. Nunca he dejado de estar inmerso en esa conciencia omnipresente, la
vacuidad esencial de la que emana toda manifestación.
Es Espíritu es lo
único que no ha estado ausente, lo único que ha permanecido inmutable en medio
del flujo incesante de la experiencia. Y esto es algo que usted sabe desde hace
literalmente millones de años y no hay, en consecuencia, nada que le impida
reconocerlo. Si usted comprende esto, descansa en lo que comprende, y eso
precisamente es el Espíritu. Si usted no lo comprende descansa en lo que no
comprende y eso, precisamente es el Espíritu. Por toda la Eternidad solo hay
Espíritu, el testigo de este, y de este, y también de este instante... hasta el
mismísimo fin del mundo.
Ken Wilber -El ojo de la contemplación-
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