He
venido a escucharle por primera vez, ¿podría hablarme de su filosofía de la
vida?
Comencemos por considerar por qué has venido
hoy aquí. Si buscas el motivo, descubrirás en ti un sentimiento de carencia
interior, una especie de hambre que tratas de satisfacer viniendo aquí. Antes
de seguir adelante, debes comprender que no hay realmente nada que alcanzar.
Cuando te convences completamente de esto, tiene lugar una detención. Toda la
energía previamente expandida hacia cualquier objetivo retorna a su origen y
eres retrotraído a tu presencia.
En un
principio, puede tratarse de una presencia a algo, porque está en la naturaleza
de los ojos el ver y en la de los oídos el oír. Pero cuando visión y audición
quedan libres de motivo, finalidad e intención, no pertenecen ya sólo a los
ojos y oídos. La atención no cualificada es multidimensional: todo el cuerpo
oye y puedes sentir, aunque no de forma sensorial, que visión y audición
aparecen en ti, en tu presencia global. Al final, incluso visión y audición
desaparecen en esta presencia y tú eres uno con ella. En última instancia, no
hay ya un sujeto que ve ni un objeto que es visto. Hay sólo unidad.
Esto es lo que vengo a comunicarte aquí. La
identidad con esa presencia, con esa totalidad, con esa plenitud, es
meditación, pero no hay nadie que medite ni objeto sobre el que meditar. Esto,
pues, no pertenece a la filosofía. Es tu naturaleza real.
¿No
equivale esto a descubrir lo que realmente somos?
Sí, pero nunca
podemos conocer quiénes somos realmente como conocemos otras cosas, porque
somos el proceso de conocer. Debemos, pues, admitir que somos conocimiento.
Todo lo demás es sólo un concepto.
Pero podemos tener un
resplandor fugaz de ello, un destello que provoca una certeza que después no
podemos olvidar. Por eso nos esforzamos en volver de nuevo a esa situación.
Me
resulta difícil comprender esta idea de que tenemos «un resplandor fugaz» y,
sin embargo, volvemos a nuestro modo de vida habitual. ¿Cómo puede ser esto?
Parece que sea todavía una experiencia limitada por el tiempo y los conceptos.
Una experiencia está
siempre referida a alguien, a un yo. Es comprendida por referencia al pasado, a
la memoria, a lo que ya conocemos. Todavía tiene un sujeto, alguien que
experimenta, y un objeto, algo experimentado. Pero lo que fundamentalmente
somos nunca puede ser experimentado, nunca puede participar de la relación
sujeto-objeto; por eso debemos abandonar todo deseo de experiencia.
¿Qué
significa entonces llegar a familiarizarse más con uno mismo?
Significa llegar a
estar más informado sobre lo que no eres, sobre tu cuerpo, tus sentidos, tus
emociones, tu mente. Este es un movimiento diametralmente opuesto al intentar
agarrar del conocimiento.
Debe venir a ti.
Debes escuchar tu cuerpo, tus sentidos, tu mente, una escucha que exige dejar
todo lo que crees saber, todo condicionamiento, todo esquema. Cuando
permanecemos en esta escucha, las percepciones emergen de lo que la psicología
llamaría el subconsciente y el superconsciente. Pero no pongas énfasis en las
percepciones porque acentuar lo percibido te ata a la relación sujeto-objeto.
Primero, el acento
está en el que percibe y, más tarde, te darás cuenta de que lo que se enfatiza
es la propia escucha, hasta que finalmente te encuentras tú mismo en esta
escucha. La escucha es el telón de fondo sobre el que aparece todo. Es quietud.
Tu cuerpo, tus sentidos, tu mente y todos los estados, vienen y van, pero tú
eres esa presencia intemporal.
La idea de que hay
algo que conseguir está profundamente arraigada, por eso continuamos viviendo
en el proceso del llegar a ser, proyectando energía para adquirir o conservar
algo. Pero la escucha sin motivo profundiza la convicción de que no hay
realmente nada que ganar o perder y los condicionamientos se desvanecen en la
mente, la agitación desaparece y queda la quietud. Eres entonces como el
pescador que no controla el pez ni el agua. Limítate a observar y acaba por
sentir que todo está contenido en esa mirada, en ese silencio, que nada hay
aparte de eso. En ese momento estás en el umbral de tu ser real y ningún deseo
puede venir a interferir. Eres aprehendido por el propio Ser.
¿Qué
es lo que lleva a elegir ciertas cosas en oposición a otras?
¿Cuál es el motivo
que te lleva a una determinada elección? Sí, observa esto con claridad. Si el
cambio deseado es solamente superficial, andaremos de una compensación a otra a
través de las diversas ideas y técnicas que la sociedad ofrece. Mirando más profundamente
el motivo que se oculta tras una cierta elección, puedes descubrir una sensación
de algo perdido en ti mismo. Para ver en qué consiste esta deficiencia se
requiere sosiego y una actitud de apertura libre del pasado. No permitas que
las ideas o la memoria te digan lo que necesitas, mantente calmo y conocerás la
respuesta a tu pregunta.
Buscar algo, esperar
algo, tratar de alcanzar algo, son movimientos desde tu eje hacia la periferia,
desde la conciencia global hacia un punto de vista.
A
veces hay algo en mí que no quiere renunciar a una cierta elección…
Si la elección es muy
profunda, hazla, empréndela, síguela, no la rehúses. Simplemente, sé consciente
mientras lo haces.
¿Quiere
usted decir que cuando uno no contradice al ego, éste desaparece?
Desde luego.
Aceptarlo es muy importante. Acepta tus acciones, tus ansias, tus deseos.
Aceptarlos te coloca en una situación de inteligencia, de espontaneidad, en la
que el universo queda en libertad.
Todo lo que anteriormente se encontraba
restringido por tus conceptos, recupera su expresión natural. Sólo entonces es
posible una comprensión real puesto que las conclusiones aparecen en ti, lo que
no tiene nada que ver con el proceso habitual de la memoria.
A
veces surge una inteligencia que incita a un espontáneo «soltar», sin esfuerzo
ni intención. Y otras veces puedo querer que algo me deje, pero la liberación
no sucede. ¿Es porque es el ego el que está tratando de dejarlo ir?
Cualquier intento de
soltar provoca anticipación y resistencia porque estás personalmente implicado
en lo que deseas suprimir. Cualquier tentativa de forzar un estado u objeto con
intención de dejarlo ir sólo sirve para reforzarlo. Puedes incluso intentar algunas
técnicas psicológicas, pero con frecuencia éstas se oponen a un auténtico
soltar puesto que te fijan al ego.
Por lo tanto debes
aceptar primero tu estado y aceptarte a ti mismo. En la aceptación genuina no
existe ninguna implicación personal en lo que es aceptado, pues no hay persona.
Pero no es una aceptación psicológica. El que ve está completamente fuera de lo
que es visto. Sólo entonces hay una auténtica transformación, una
reorquestación de todas las energías, pues ambos, el que ve y lo que es visto,
apuntan ahora a tu totalidad, a la conciencia global.
¿Tiene la persona alguna
realidad?
No tiene ninguna realidad. Lo que es real existe en sí
mismo. Eso significa que es autónomo, que no tiene necesidad de un agente para
ser conocido. Puesto que la personalidad tiene necesidad de la conciencia para
ser conocida, no es real.
¿Es entonces la
personalidad una superposición intelectual a la realidad?
La personalidad es relativa porque su existencia
depende de la conciencia. La identificación con la personalidad la restringe
automáticamente, dejando así de ser funcional. La verdadera personalidad
aparece en una situación dada y se acalla en el momento en que la situación
termina. No hay fijación, pues está completamente abierta a todo lo que es.
Desde luego. en nuestra sociedad, las relaciones
humanas se dan generalmente entre personalidad y personalidad, entre objeto y
objeto. En una relación de este tipo hay sólo una actitud de agarrar, sólo una
continua búsqueda de seguridad.
¿Qué quiere decir con
«búsqueda de seguridad»?
El individuo, el yo relativo, necesita una situación
para existir, y un yo diferente aparece en cada situación. Si «yo» camino,
aparece un yo que está caminando. Si «yo» estoy pensando, aparece un yo que
piensa. Pero cuando la situación termina, también ese yo desaparece. Así, el yo
relativo, el ego, proyecta continuamente situaciones para asegurarse a sí
mismo, para encontrar su concreción.
Todo pensamiento está vinculado a una imagen que, a su
vez, está limitada por los cinco sentidos. Todo pensamiento, incluso el
pensamiento abstracto, está siempre relacionado con un particular sentido de la
percepción, con una excepción: el yo último. La pregunta «¿quién soy yo?» está
referida al sujeto último que, careciendo de imagen, de proyección, se disuelve
en el silencio. Este es el yo que todos los seres vivos tienen en común: pura
autoexistencia.
¿Cómo podemos reconocer
nuestra naturaleza real?
Puedes saber lo que no eres, pero no puedes saber lo
que eres. ¿Conoces realmente lo que no eres? Tu cuerpo cambia, tus emociones y
sensaciones cambian. Tus ideas son ahora completamente diferentes a las que
tenías hace diez años. Toma nota de todo lo que en ti está cambiando. Hay ya
paz en una mirada silenciosa. Cuando llegues a estar familiarizado con lo que
no eres, sentirás una distancia, un espacio, entre la actitud de observación y
lo observado, hasta que llega el momento en que sientes lo que eres sin
sentirlo. Esto no es el simple proceso de conocer algo. Esto está fuera de la
relación sujeto-objeto. Esto es ser-conocimiento.
La sencillez
del ser. Jean Klein
No hay comentarios:
Publicar un comentario