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domingo, 7 de abril de 2013

La sencillez del ser



He venido a escucharle por primera vez, ¿podría hablarme de su filosofía de la vida?

 Comencemos por considerar por qué has venido hoy aquí. Si buscas el motivo, descubrirás en ti un sentimiento de carencia interior, una especie de hambre que tratas de satisfacer viniendo aquí. Antes de seguir adelante, debes comprender que no hay realmente nada que alcanzar. Cuando te convences completamente de esto, tiene lugar una detención. Toda la energía previamente expandida hacia cualquier objetivo retorna a su origen y eres retrotraído a tu presencia.

   En un principio, puede tratarse de una presencia a algo, porque está en la naturaleza de los ojos el ver y en la de los oídos el oír. Pero cuando visión y audición quedan libres de motivo, finalidad e intención, no pertenecen ya sólo a los ojos y oídos. La atención no cualificada es multidimensional: todo el cuerpo oye y puedes sentir, aunque no de forma sensorial, que visión y audición aparecen en ti, en tu presencia global. Al final, incluso visión y audición desaparecen en esta presencia y tú eres uno con ella. En última instancia, no hay ya un sujeto que ve ni un objeto que es visto. Hay sólo unidad.

  Esto es lo que vengo a comunicarte aquí. La identidad con esa presencia, con esa totalidad, con esa plenitud, es meditación, pero no hay nadie que medite ni objeto sobre el que meditar. Esto, pues, no pertenece a la filosofía. Es tu naturaleza real.

¿No equivale esto a descubrir lo que realmente somos?

Sí, pero nunca podemos conocer quiénes somos realmente como conocemos otras cosas, porque somos el proceso de conocer. Debemos, pues, admitir que somos conocimiento. Todo lo demás es sólo un concepto.
  Pero podemos tener un resplandor fugaz de ello, un destello que provoca una certeza que después no podemos olvidar. Por eso nos esforzamos en volver de nuevo a esa situación.

Me resulta difícil comprender esta idea de que tenemos «un resplandor fugaz» y, sin embargo, volvemos a nuestro modo de vida habitual. ¿Cómo puede ser esto? Parece que sea todavía una experiencia limitada por el tiempo y los conceptos.

  Una experiencia está siempre referida a alguien, a un yo. Es comprendida por referencia al pasado, a la memoria, a lo que ya conocemos. Todavía tiene un sujeto, alguien que experimenta, y un objeto, algo experimentado. Pero lo que fundamentalmente somos nunca puede ser experimentado, nunca puede participar de la relación sujeto-objeto; por eso debemos abandonar todo deseo de experiencia.

¿Qué significa entonces llegar a familiarizarse más con uno mismo?

  Significa llegar a estar más informado sobre lo que no eres, sobre tu cuerpo, tus sentidos, tus emociones, tu mente. Este es un movimiento diametralmente opuesto al intentar agarrar del conocimiento.
  Debe venir a ti. Debes escuchar tu cuerpo, tus sentidos, tu mente, una escucha que exige dejar todo lo que crees saber, todo condicionamiento, todo esquema. Cuando permanecemos en esta escucha, las percepciones emergen de lo que la psicología llamaría el subconsciente y el superconsciente. Pero no pongas énfasis en las percepciones porque acentuar lo percibido te ata a la relación sujeto-objeto.

  Primero, el acento está en el que percibe y, más tarde, te darás cuenta de que lo que se enfatiza es la propia escucha, hasta que finalmente te encuentras tú mismo en esta escucha.   La escucha es el telón de fondo sobre el que aparece todo. Es quietud. Tu cuerpo, tus sentidos, tu mente y todos los estados, vienen y van, pero tú eres esa presencia intemporal.

  La idea de que hay algo que conseguir está profundamente arraigada, por eso continuamos viviendo en el proceso del llegar a ser, proyectando energía para adquirir o conservar algo. Pero la escucha sin motivo profundiza la convicción de que no hay realmente nada que ganar o perder y los condicionamientos se desvanecen en la mente, la agitación desaparece y queda la quietud. Eres entonces como el pescador que no controla el pez ni el agua. Limítate a observar y acaba por sentir que todo está contenido en esa mirada, en ese silencio, que nada hay aparte de eso. En ese momento estás en el umbral de tu ser real y ningún deseo puede venir a interferir. Eres aprehendido por el propio Ser.

¿Qué es lo que lleva a elegir ciertas cosas en oposición a otras?

  ¿Cuál es el motivo que te lleva a una determinada elección? Sí, observa esto con claridad. Si el cambio deseado es solamente superficial, andaremos de una compensación a otra a través de las diversas ideas y técnicas que la sociedad ofrece. Mirando más profundamente el motivo que se oculta tras una cierta elección, puedes descubrir una sensación de algo perdido en ti mismo. Para ver en qué consiste esta deficiencia se requiere sosiego y una actitud de apertura libre del pasado. No permitas que las ideas o la memoria te digan lo que necesitas, mantente calmo y conocerás la respuesta a tu pregunta.

Buscar algo, esperar algo, tratar de alcanzar algo, son movimientos desde tu eje hacia la periferia, desde la conciencia global hacia un punto de vista.

A veces hay algo en mí que no quiere renunciar a una cierta elección…

  Si la elección es muy profunda, hazla, empréndela, síguela, no la rehúses. Simplemente, sé consciente mientras lo haces.

¿Quiere usted decir que cuando uno no contradice al ego, éste desaparece?

  Desde luego. Aceptarlo es muy importante. Acepta tus acciones, tus ansias, tus deseos. Aceptarlos te coloca en una situación de inteligencia, de espontaneidad, en la que el universo queda en libertad.
 Todo lo que anteriormente se encontraba restringido por tus conceptos, recupera su expresión natural. Sólo entonces es posible una comprensión real puesto que las conclusiones aparecen en ti, lo que no tiene nada que ver con el proceso habitual de la memoria.

A veces surge una inteligencia que incita a un espontáneo «soltar», sin esfuerzo ni intención. Y otras veces puedo querer que algo me deje, pero la liberación no sucede. ¿Es porque es el ego el que está tratando de dejarlo ir?

  Cualquier intento de soltar provoca anticipación y resistencia porque estás personalmente implicado en lo que deseas suprimir. Cualquier tentativa de forzar un estado u objeto con intención de dejarlo ir sólo sirve para reforzarlo. Puedes incluso intentar algunas técnicas psicológicas, pero con frecuencia éstas se oponen a un auténtico soltar puesto que te fijan al ego.

  Por lo tanto debes aceptar primero tu estado y aceptarte a ti mismo. En la aceptación genuina no existe ninguna implicación personal en lo que es aceptado, pues no hay persona. Pero no es una aceptación psicológica. El que ve está completamente fuera de lo que es visto. Sólo entonces hay una auténtica transformación, una reorquestación de todas las energías, pues ambos, el que ve y lo que es visto, apuntan ahora a tu totalidad, a la conciencia global.

¿Tiene la persona alguna realidad?

  No tiene ninguna realidad. Lo que es real existe en sí mismo. Eso significa que es autónomo, que no tiene necesidad de un agente para ser conocido. Puesto que la personalidad tiene necesidad de la conciencia para ser conocida, no es real.

¿Es entonces la personalidad una superposición intelectual a la realidad?

  La personalidad es relativa porque su existencia depende de la conciencia. La identificación con la personalidad la restringe automáticamente, dejando así de ser funcional. La verdadera personalidad aparece en una situación dada y se acalla en el momento en que la situación termina. No hay fijación, pues está completamente abierta a todo lo que es.

  Desde luego. en nuestra sociedad, las relaciones humanas se dan generalmente entre personalidad y personalidad, entre objeto y objeto. En una relación de este tipo hay sólo una actitud de agarrar, sólo una continua búsqueda de seguridad.

¿Qué quiere decir con «búsqueda de seguridad»?

  El individuo, el yo relativo, necesita una situación para existir, y un yo diferente aparece en cada situación. Si «yo» camino, aparece un yo que está caminando. Si «yo» estoy pensando, aparece un yo que piensa. Pero cuando la situación termina, también ese yo desaparece. Así, el yo relativo, el ego, proyecta continuamente situaciones para asegurarse a sí mismo, para encontrar su concreción.

  Todo pensamiento está vinculado a una imagen que, a su vez, está limitada por los cinco sentidos. Todo pensamiento, incluso el pensamiento abstracto, está siempre relacionado con un particular sentido de la percepción, con una excepción: el yo último. La pregunta «¿quién soy yo?» está referida al sujeto último que, careciendo de imagen, de proyección, se disuelve en el silencio. Este es el yo que todos los seres vivos tienen en común: pura autoexistencia.

¿Cómo podemos reconocer nuestra naturaleza real?
  
 Puedes saber lo que no eres, pero no puedes saber lo que eres. ¿Conoces realmente lo que no eres? Tu cuerpo cambia, tus emociones y sensaciones cambian. Tus ideas son ahora completamente diferentes a las que tenías hace diez años. Toma nota de todo lo que en ti está cambiando. Hay ya paz en una mirada silenciosa. Cuando llegues a estar familiarizado con lo que no eres, sentirás una distancia, un espacio, entre la actitud de observación y lo observado, hasta que llega el momento en que sientes lo que eres sin sentirlo. Esto no es el simple proceso de conocer algo. Esto está fuera de la relación sujeto-objeto. Esto es ser-conocimiento.
                                           La sencillez del ser. Jean Klein


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