La vida
está pidiendo que todo yo sea expresión, que todo lo que soy y tengo lo
entregue de un modo inteligente, que lo
utilice en mi vivir, que
lo invierta en mi existencia
cotidiana, mi energía física, mi salud.
¿Para qué lo quiero, sino es para vivir, andar, hacer?
¿Para qué quiero mis
sentimientos, mi capacidad- de amar, de reír, sino es para poderlo comunicar,
para poderlo compartir, para poder iluminar con mi pequeña luz la luz de los
demás?
Mi inteligencia, mi capacidad de comprender, también la tengo sólo para
dar; en la medida en que guardo algo, estoy haciendo una estafa a la vida, me
estoy engañando a mí mismo. Es esto lo que hay que ver; el sentido total de la
vida.
La vida la tenemos para vivirla hasta el fondo y desde el fondo, y cada
instante de ella debe ser un acto total en el que todo yo me brindo a vivir
aquella situación, desde lo más profundo hasta lo más externo, como si todas
las puertas interiores estuvieran siempre abiertas, libres.
Cierto que mi
expresión siempre está configurada por la inteligencia; pero que la
inteligencia no impida la expresión, que la inteligencia dé la forma adecuada,
pero no reste expresión.
Si esto
que estamos tratando de sugerir, se entiende, se intuye, entonces el trabajo
será más fácil. Porque la mayor parte de los
problemas, por no decir todos los
problemas que tenemos, proceden de nuestro miedo a vivir. Todos los
problemas son el resultado de que algo en mí quiere vivir y al mismo tiempo
algo en mí quiere retener, quiere estar, quiere guardar, de un modo estático.
Yo
tengo miedo de entregarme, porque tengo miedo a perderme, a que yo deje de ser yo, porque creo ser unas cosas y
quiero ser esas cosas que creo ser. Esto es falso, erróneo y, como todo lo
erróneo, produce dolor.
Yo únicamente he de pretender ser yo mismo del
todo, pero no de una manera determinada. Yo mismo he de estar creando,
improvisando, mi manera en cada momento, no he de partir de unas ideas previas,
para luego obligarme a conformarme todo yo a esas ideas previas.
He de descubrir que la vida es un proceso
creador constante y que es en cada momento que he de tratar de ver, de
descubrir, de crear lo más adecuado, lo más correcto. Entonces afrontaré la
vida con esa actitud dinámica, con esa actitud centrífuga creadora. Entonces la
vida no me creará problemas.
Los problemas se originan cuando estoy
intentando poner condiciones a la vida, cuando estoy intentando que las
personas y las cosas sean de un modo y no de otro, cuando quiero que lo demás
se conforme a mí, que actúe o esté de acuerdo con mi idea, con mi gusto, con mi
interés. Al no responder lo exterior tal como yo deseo, tal como yo exijo, o al
responderme de un modo precisamente opuesto, esto lo vivo como una lesión a mi
dignidad, a mis derechos, a mi justicia. Los problemas siempre son de este
tipo.
Por
tanto, la persona que desarrolla el coraje de vivir en un cien por cien, esa
persona se hace invulnerable. Nada puede herirla porque no tiene nada que
proteger. La vida le viene dada, le viene renovada, le viene acrecentada en
cada instante, no solamente la vida física sino, además y sobre todo, su
conciencia de ser, de poder, de inteligencia, de amor, todo esto le está siendo
renovado y nadie puede quitárselo.
En la media en que la persona aprende a
centrarse más y más en esta fuente de vida, en esta capacidad de ser, de crear
y de expresarse, se desprende de todo lo que son formas. No es que no las
tenga. Lo que ocurre es que deja de depender de ellas, y, por lo tanto, no hay
nada que la pueda herir, ni problemas financieros, ni situaciones sociales, ni
problemas o desengaños personales, ni la muerte de un familiar; no hay nada que
sea una lesión real.
En
cambio, esta persona será la más capaz de ayudar, la más capaz de ser útil
porque no se trata de que la persona se aísle de los demás, se gire de espaldas
a los demás para protegerse y se desinterese de los demás, llevada de un fiero
egoísmo, sino todo lo contrario.
Bien,
entonces, manteniendo en este espíritu, o tratando de crecer en este espíritu,
entonces sí que las actividades de la vida diaria ofrecen en cada momento una
posibilidad espléndida, porque la ventaja que ofrece la vida diaria es que los
estímulos van cambiando en cada momento. En un momento, será un estímulo que
necesita responderse físicamente, en otro será a través del sentimiento, y en
otro será a través de la mente. Hay una pulsación que varia constantemente en
nuestras situaciones cotidianas. Por esto es un ejercitamiento global, total,
de nosotros mismos.
Se trata de que aprenda a responder a esto de
un modo total, de que trate en cada momento de vivir todo yo cada situación,
que todo yo viva cada situación como algo único, pleno, centrándome en el
instante, centrándome en lo inmediato, en lo presente. Que yo viva este
presente todo yo, con toda mi mente, mi afectividad y mi cuerpo, todo yo
presente expresándome, proyectándome en este instante, siempre de una manera
perfectamente adecuada. Manteniendo esto, se cambia y se cambia rápido.
La
persona que trabaja efectivamente en esta línea, en muy pocos meses verá
desaparecer sus estados de inseguridad, de angustia, sus sentimientos de
inferioridad, su insomnio, su problema de estómago, o cualquier otro.
Por
medio de la autoexpresión, se puede descargar todo lo que estaba retenido.
A. Blay
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