Cuando yo vivo mi centro es cuando descubro el centro de los demás. Cuando yo vivo mi conciencia profunda es cuando descubro mi parentesco con los demás.
Cuando yo vivo sólo lo externo es cuando vivo
lo que me separa totalmente de los demás. Por lo tanto, el lugar desde
dónde yo vivo es lo que señala mi capacidad de vivir.
Si vivo
lo periférico el otro será para mí un ser distinto, el cual podrá ayudarme o
oponérseme, pero siempre como un ser diferente.
Cuando
yo vivo desde mi conciencia interna, el otro es alguien que resuena como yo,
que tiene unos modos muy semejantes a mí, que tiene el mismo argumento básico
de existencia y que participa de lo que yo vivo -y yo de lo que él vive-, me dé
cuenta o no.
Y cuando llego más al centro descubro que hay
una profunda identidad de sujeto último.
Esta
profunda identidad de sujeto último no la realizo como identidad de mí, sino
como realidad e identidad última del Ser. Podríamos decir que descubro que él y
yo somos uno; que es lo mismo que descubrir que él y yo somos en
Dios. Somos uno en el Centro de los centros, en el Centro Supremo que
llamamos Dios.
Cuando
yo soy capaz de estar atento a mí y al otro, descubro este nuevo centro, que no
es ni yo ni el otro; este nuevo centro es el centro de mi centro, y a la vez es
el centro del otro centro. O sea que yo descubro mi identidad última, central,
con el otro, a través de mi vivencia de la presencia, central, de Dios.
Todo
esto es experiencia, todo esto es posible; si lo trabajáis podréis llegar a
ello. No se trata de ideas que he de aceptar porque me gustan, sino que son
para experimentarlas. No se trata de pensar: «dentro del otro está Dios y he de
esforzarme en creerlo»; no se trata de esto.
Se
trata de que yo viva mi conciencia de ser, que descubra lo que hay detrás de
eso, y entonces que trate de vivir lo que hay detrás en el otro. Y veré que me
es imposible vivir simultáneamente el estar detrás mío y el estar detrás en el
otro, si no voy a un punto detrás y encima de todo. A un punto que une absolutamente
todas las cosas. De ahí el sentido tan profundo de esta frase misteriosa que
encontramos en el evangelio, que dice: «Cuando dos o más estuvierais reunidos
en mi nombre allí en medio estoy yo».
O sea
que cuando alguien tiene que estar con otras personas y se sitúa en lo que
ocurre (por encima), no en yo, no en él, sino en lo que ocurre, entonces
descubrirá una conciencia más allá de su conciencia personal. Esta conciencia
es lo único que centra todos los centros, es la Conciencia Superior ,
el Ser Supremo.
De ahí que el estar presentes, muy
profundamente presentes a la situación individual y de grupo, es un medio
poderosísimo para el desarrollo de la intuición y para el crecimiento de la
conciencia espiritual.
A. Blay
Estupenda entrada de nuevo
ResponderEliminarExperimentar es la única forma de llegar a la comprensión de lo que es, de la presencia,
todo está más allá de lo meramente externo, al descubrirme yo, descubro a los demás en mí, al Ser
Gracias Juani, un fuerte abrazo
Otro para ti, Arianna!
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