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viernes, 20 de diciembre de 2024

El verdadero poder es interior: ver el mundo a la luz del Amor


Poder ver el mundo a la luz del amor, la cual sólo puede venir de adentro, es vivir sin temor, en una paz imperturbable.
El amor tiene muchos secretos que escapan a la atención de la gente. A fin de recibir amor, primero hay que darlo. Para aprender a amar a otro primero debemos amamos a nosotros mismos. Esto parece obvio. Sin embargo, ¿por qué no actuamos de conformidad?

Porque debemos desenterrar el amor, quitarle todas las capas de ira, temor y egoísmo que lo tapan con si fueran manos de pintura vieja. Para lograr una vida plena de amor debemos purificar nuestra vida. No existe una forma correcta o incorrecta de aproximarnos al amor.

 "Una persona que busca desesperadamente el amor", es como un pez que busca desesperadamente el agua".

La vida puede parecer muy carente de amor, pero es sólo el ojo de quien percibe, no el mundo "allá afuera", el que priva a una persona del amor.
El primer paso para lograr el amor como un aspecto completo, inalterable de la vida, consiste en redefinir aquello que llamamos amor en este momento. 
La mayoría de nosotros pensamos que el amor es una atracción hacia otra persona, una fuerza cálida que nos hace sentir importantes para otro, un placer y un deleite, o un sentimiento o emoción muy poderosa. Aunque el amor está presente en todas esas definiciones, éstas son parciales.

"El amor, como se suele definir comúnmente, está condenado a desvanecerse y perecer", “va y viene”. Pasa de un objeto de deseo a otro. Se convierte prontamente en odio si el deseo no se cumple.
El verdadero amor no puede cambiar, no tiene nada que ver con un objeto y no puede transformarse en otra emoción, puesto que, para comenzar, no es una emoción".

Si descartamos todos los tipos falsos o superficiales de amor, ¿qué nos queda?
Podemos vislumbrar la respuesta cuando comenzamos a aceptamos a nosotros mismos. Puesto que es una fuerza interior, el amor se percibe primero adentro, dirigido hacia nosotros mismos. "Los mortales viven ansiosos, inquietos y angustiados con el amor" . "Si no pueden poseer al objeto de su amor, sienten que van a morir. Pero el amor no puede producir inquietud, no el verdadero amor, porque éste nunca busca salir.

El ser amado más deseado es una extensión de ti mismo. El amor que piensas obtener de otra persona saca a flote una limitación de tu propia consciencia. Todas las formas de amor provienen del Yo.
Esto suena egoísta cuando confundes el Yo con el ego, cuando en realidad el Yo es espíritu. El egoísmo viene del ego, el cual siempre desea poseer, controlar y dominar. Cuando el ego dice: 'Te amo porque eres mío', está haciendo un planteamiento de dominio y posesión, no de amor.
Quienes han aprendido a amar realmente, se han deshecho primero del egoísmo. Sólo entonces comienza una experiencia completamente diferente.

Cuando hayas superado esta fiebre de ansiedad, verás una pequeña luz en tu corazón. Al principio será apenas una chispa, después la llama de una vela y finalmente una hoguera gigantesca. Entonces despertarás y la llama devorará al Sol, a la Luna y a las estrellas. En ese momento no habrá otra cosa que amor en el cosmos, aunque todo estará aún dentro de tu propio corazón".
El sendero del Mago (D. Chopra)

www.centroelim.org






martes, 17 de diciembre de 2024

Lo que Soy


Toda nuestra vida, toda, es constantemente un proceso de actualización de un potencial. Toda nuestra vida, sea desde el punto de vista físico, afectivo, mental, desde el punto de vista que sea, es una constante respuesta a estímulos internos o externos; y es mediante estas respuestas -sean de tipo energético, de tipo mental o de tipo afectivo-, que se va estructurando nuestra personalidad.

No hay nada absolutamente que nosotros podamos vivir, que no sea una actualización de un potencial interior. Yo no adquiero nada en sí del exterior sino que respondo al exterior y esta capacidad de respuesta es exactamente lo que constituye mi desarrollo.
Por lo tanto, si esto ocurre así en todos los aspectos de mi existencia, si toda mi vida es un constante proceso de actualización, eso quiere decir que yo ahora, de algún modo, ya soy todo lo que puedo llegar a actualizar. 
O sea, que si yo me imagino todo lo que yo podría llegar a actualizar, suponiendo unas condiciones determinadas, ideales, óptimas, favorables -lo que yo podría llegar a desarrollar como inteligencia, como felicidad, como conciencia de realidad, de plenitud-, todo esto me está dando indicios de eso que soy en ese centro de mi propia potencialidad.

Esa potencialidad, de donde surgen todas mis respuestas, no es algo alejado de la realidad.
A esa potencialidad, la llamo precisamente potencialidad sólo porque lo miro desde mi percepción física, o mi experiencia sensorial, ya que esta potencialidad, en su propio nivel, es mi realidad; y es en este plano de la experiencia concreta que se va manifestando como mi realidad personal en el tiempo y en el espacio. 
Pero todo lo que yo voy siendo y lo que pueda llegar a ser en este proceso de devenir, todo eso es la actualización en el tiempo, en lo fenoménico, de algo que yo ya soy en un nivel o en un punto más central. Y ese nivel o punto central es lo que realmente soy. Y además, lo soy constantemente, es mi identidad, es lo que soy en mí mismo; y lo que yo voy actualizando son modos de ser de ese Ser total. 
Antonio Blay



sábado, 14 de diciembre de 2024

La Rendición

 

Es la calidad de tu conciencia en este momento lo que más determina el futuro que  experimentarás. Así que rendirte es lo mejor que puedes hacer para traer cambios positivos.

Cualquier acción es secundaria. Ninguna acción verdaderamente positiva puede surgir del estado de conciencia de no-rendición.

Para algunas personas, “rendirse” puede tener connotaciones negativas: derrota, abandono, fracaso ante los retos de la vida, volverse letárgico, etc.

Sin embargo, la verdadera rendición no tiene nada que ver con eso. No significa que tolerar pasivamente cualquier situación en la que estés y no hacer nada al respecto. Ni tampoco significa dejar de planificar cosas o de realizar acciones positivas.

Rendirse es la simple pero profunda sabiduría de ceder, en lugar de oponerse al flujo de la vida. El único lugar en el que puedes experimentar el flujo de la vida es el Ahora.

Así que rendirse es aceptar el momento presente de manera incondicional y sin reservas. Es decir, renunciar a lo que interiormente se resiste a lo que es.

La resistencia interior es decir “no” a lo que es, a través de juicios mentales y negatividad emocional. Se nota más cuando las cosas “van mal”, lo que significa que hay una brecha entre lo que la mente pretende y lo que es. Esta brecha es el dolor.

Si has vivido lo suficiente, verás que las cosas “van mal” bastante seguido. Precisamente es ahí cuando se debe practicar la rendición, si es que quieres librarte del dolor y la tristeza.

La aceptación de “lo que es”, inmediatamente te libera de la identificación con la mente y te reconecta con el Ser. La resistencia es la mente.

La rendición es un fenómeno puramente interior. Esto no significa que no puedas intervenir en lo exterior o cambiar la situación. De hecho, no es la situación en general lo que debes aceptar cuando te rindes, sino el pequeño segmento llamado “el ahora”.

Por ejemplo, si te encontraras atascado en el barro, no vas a decir: “Bueno, me resigno a estar atascado en el barro”. La resignación no es lo mismo que la rendición.

No necesitas aceptar una situación indeseable o desagradable, ni tampoco mentirte a ti mismo y decir que todo está bien. No. Reconoces totalmente que quieres salir de esta situación y limitas tu atención al momento presente, sin etiquetarlo mentalmente.

Esto significa que no hay juicios mentales sobre el Ahora, y por consiguiente, no hay resistencia ni negatividad emocional. Aceptas que este momento ya es como es. Luego actúas y haces todo lo que esté a tu alcance para salir de la situación.

A estas acciones las llamo “acciones positivas”. Y son mucho más efectivas que las negativas, las cuales surgen a partir de la bronca, la desesperación o la frustración.

Hasta obtener el resultado deseado, sigues practicando la rendición absteniéndote de etiquetar el Ahora.

Déjame darte una analogía visual para que se entienda.

Vas caminando de noche por la senda, rodeado por espesa niebla, pero tienes una linterna muy potente que la atraviesa y crea un espacio estrecho y claro frente a ti.

La niebla en este caso es la situación en la que te encuentres, que incluye pasado y futuro. La linterna es tu presencia consciente. El espacio claro es el Ahora.

La no-rendición endurece a tu forma psicológica, el caparazón del ego, creando un fuerte sentido de separación. El mundo que te rodea y en particular la gente, se perciben como una amenaza. Surge la compulsión inconsciente de destruir a los demás juzgándolos. Como así también surge la necesidad de competir y dominar. Incluso la naturaleza se vuelve un enemigo, y tus percepciones e interpretaciones son gobernadas por el miedo.

La enfermedad mental que llamamos “paranoia” es apenas una versión un poco más aguda de este estado normal pero disfuncional de conciencia.

No solo tu forma psicológica, sino también tu forma física (tu cuerpo), se torna rígida con la resistencia. Surge la tensión en distintas partes del cuerpo. Y el cuerpo, como un todo, se contrae. El libre flujo de energía por el cuerpo, el cual es esencial para un funcionamiento saludable, queda restringido en gran medida.

El ejercicio y ciertas terapias físicas pueden ayudar a recuperar este flujo. Pero a menos que practiques la rendición en tu vida diaria, solo será una ayuda temporal, dado que la causa, es decir, el patrón de resistencia, no se ha disuelto.

Hay algo dentro de ti que permanece intacto a las situaciones pasajeras que conforman tu vida diaria. Y es solo a través de la rendición que puedes acceder a esto.

Se trata de tu vida, tu propio Ser, que existe eternamente en el presente sin tiempo. Si encuentras tu situación insatisfactoria o intolerable, es solo rindiéndote primero que puedes romper el patrón inconsciente que se resiste y prolonga esa situación.

La rendición es perfectamente compatible con realizar acciones, iniciar cambios o lograr objetivos. Pero en el estado de rendición, una energía totalmente distinta, una calidad distinta, fluye en tu hacer. La rendición te reconecta con la fuente de energía del Ser. Y si tu hacer está impregnado de Ser, se convierte en una alegre celebración de energía de vida que te lleva más profundamente hacia el ahora.

A través de la no-resistencia, la calidad de tu conciencia y, por consiguiente, la calidad de lo que sea que hagas o estés creando, mejora de manera inconmensurable. Los resultados entonces, vendrán solos y reflejarán esa calidad. A esto lo podemos llamar “acción proveniente de la rendición”.

En el estado de rendición, ves claramente lo que hay que hacer. Y actúas haciendo una cosa a la vez y enfocándote en una sola cosa a la vez. Aprende de la naturaleza, mira como todo se desarrolla y como el milagro de la vida se despliega sin insatisfacción.

Por eso Jesús dijo: “Mira las azucenas, como crecen… no se esfuerzan ni dan vueltas”.

Si tu situación en general es insatisfactoria o desagradable, toma solo este instante y ríndete a lo que es. Esa es la linterna que atraviesa la niebla. Entonces, tu estado de conciencia deja de depender de lo exterior.

Ya no reaccionas ni te resistes. Luego mira la situación más específicamente.

Pregúntate: “¿Hay algo que yo pueda hacer para cambiar la situación, mejorarla, o apartarme de ésta?”.

Si la hay, actúa adecuadamente. No te enfoques en las mil cosas que tendrás o puede que tengas que hacer en algún futuro, sino en la única que puedes hacer ahora.

Esto no significa que no debas hacer planes, puede que planear algo sea lo único que puedes hacer ahora. Pero asegúrate de no estar corriendo tras películas mentales que continuamente te proyectan hacia el futuro y te hacen perder el Ahora.

Puede que las acciones que realices no den fruto de manera inmediata; hasta que lo hagan, no te resistas a lo que es.

Si no hay nada que puedas hacer, y no puedes irte de la situación, úsala para entrar más profundamente en la rendición, en el Ahora, en el Ser.

Cuando entras a esta eterna dimensión del Presente, el cambio suele presentarse de manera extraña, sin requerir mucho de tu parte. La vida se torna servicial y colabora.

Si son factores internos como el miedo, la culpa o la pereza los que te impiden actuar, se disolverán a la luz de tu presencia consciente.

No confundas la rendición con una actitud de: “Ya nada puede molestarme” o “Ya no me importa”. Si miras más de cerca, verás que estas actitudes están contaminadas de negatividad en la forma de resentimiento oculto, de manera que no es rendición, sino resistencia enmascarada.

A medida que te rindes, lleva tu atención hacia adentro, para asegurarte si aún hay algún rastro de resistencia en ti. Estate muy alerta cuando lo hagas, de otra forma, una cierta cantidad de resistencia, puede seguir escondiéndose en algún oscuro rincón, en la forma de un pensamiento o de una emoción no reconocida.

Eckhart Tolle


lunes, 11 de noviembre de 2024

Cuentito para reflexionar


Un monje se encontró, en uno de sus viajes, una piedra preciosa, y la guardó en su talega.

Un día se encontró con un viajero y, al abrir su talega para compartir con él sus provisiones, el viajero vio la joya y se la pidió.

El monje se la dio sin más.

El viajero le dio las gracias y marchó lleno de gozo con aquel regalo inesperado de la piedra preciosa que bastaría para darle riqueza y seguridad todo el resto de sus días.

Sin embargo, pocos días después volvió en busca del monje mendicante, lo encontró, le devolvió la joya y le suplicó: 

“Ahora te ruego que me des algo de mucho más valor que esta joya… dame, por favor, lo que te permitió dármela a mí”.



viernes, 5 de abril de 2024

¿Con qué me identifico?


 Toda idea a la que me aferro es un deseo que quiere realizarse. Una parte grande o pequeña de mi identidad ha quedado retenida allí. En toda identificación o apego, voy perdiendo algo de mí mismo.

La realidad está en mi identidad, sin darme cuenta me esclavizo poniéndola en ideas en situaciones, en personas. Al hacer silencio deshago por comprensión esas identificaciones, suelto lo que había retenido y al soltar me libero a mí mismo, vivo mi verdadero ser sin límites.

Lo que allí puse de mi propia identidad real, ese apego, ha dado un aparente valor a todo aquello. Pero cuando recupero mi identidad mediante un acto de "recogimiento interior", como se ha llamado en nuestra tradición, compruebo que era un valor reflejado.

El acallar los ruidos del pensamiento, el vaciarme de ideas limitativas, es simultáneo con la plenitud del ser que va dando sentido a todo lo que hago.

Quién no ha conectado en su interior con esa plenitud, la busca todo el tiempo donde no está . No puede dejar de buscarla. Un ser humano, podríamos decir que es eso: un buscador de plenitud. La experiencia del que busca la felicidad por un camino equivocado es una experiencia frustrante. Al buscar amor se produce desamor, al buscar paz se produce conflicto, al buscar alegría, tristeza y depresión. Si hemos comprendido cómo es el proceso de la búsqueda, o del deseo; renunciaremos, sin esfuerzo de voluntad, a una experiencia limitada a cambio de la plenitud. Renunciaremos a una parte por el todo.

La observación paciente y continua va poniendo de manifiesto lo que verdaderamente sucede en la ambición, la búsqueda y el deseo. Cuando aparece un deseo, tengo que observar qué lo impulsa, qué le da fuerza. Puede ser que sienta que me falta amor, paz, energía, etc... y creo obtenerlo al conseguir algo determinado.

Lo que importa es qué es lo que impulsa mi deseo, porque si lo descubro podré seguir una investigación que me sacará de lo ilusorio del vivir condicionado y me conducir a lo real.

Muchas veces estamos divididos: deseo por un lado ir a divertirme y por otro, quiero ponerme a meditar. Si observo cuidadosamente lo que sucede, si empiezo a investigar en mí mismo, puedo hacer una unidad de esa dualidad. Ya que la conciencia es una, debo poder unificar las dos opciones contrarias en un sólo acto.

Mirando sin división mis deseos veo que lo que me empuja a irme a divertir, o a cualquier otra cosa y lo que me empuja a meditar o practicar alguna técnica para realizarme es lo mismo: mi anhelo de plenitud. Cuando descubra que en el silencio de mi conciencia profunda está siempre esa plenitud que anhelo, cambiaré el rumbo de mis pasos y los deseos perderán interés para mí.

Voy comprendiendo a partir de aquí que no tengo que renunciar a ningún deseo para quedarme en silencio, en el silencio de la meditación. Si dejo de satisfacer un deseo para meditar, no he comprendido nada. Y estará creando un conflicto en mi interior que impedirá la aparición del silencio. Un conflicto produce perdida de energía. Y al no tener energía no puedo abrirme a la energía profunda que soy.

Todo lo que deseo, lo deseo porque anhelo la paz o la belleza, la alegría o el amor, que son la expresión natural del ser, que son mi única naturaleza.

¿Porqué no ir directamente hacia esa plenitud del amor o la belleza, o la fuerza o la alegría que intuyo o que ya estoy descubriendo en el silencio interior?

Consuelo Martín


martes, 12 de marzo de 2024

Cuentito para reflexionar

                                                

Era un joven que había decidido seguir la vía de la evolución interior.

Acudió a un maestro y le preguntó:

- Guruji, ¿qué instrucción debo seguir para hallar la verdad, para alcanzar la más alta sabiduría?

El maestro le dijo:

- He aquí, jovencito, todo lo que yo puedo decirte: todo es el Ser, la Conciencia Pura. De la misma manera que el agua se convierte en hielo, el Ser adopta todas las formas del universo.

No hay nada excepto el Ser. Tú eres el Ser.
Reconoce que eres el Ser y habrás alcanzado la verdad, la más alta sabiduría.


El aspirante no se sintió satisfecho. Dijo:

- ¿Eso es todo? ¿No puedes decirme algo más?


- Tal es toda mi enseñanza -aseveró el maestro-. No puedo brindarte otra instrucción.


El joven se sentía muy decepcionado, pues esperaba que el maestro le hubiese facilitado una instrucción secreta y algunas técnicas muy especiales, incluso un misterioso mantra.

Pero como realmente era un buscador genuino, aunque todavía muy ignorante, se dirigió a otro maestro y le pidió instrucción mística.


Este segundo maestro dijo:

- No dudaré en proporcionártela, pero antes debes servirme durante doce años. Tendrás que trabajar muy duramente en mi ashram (comunidad espiritual).

Por cierto, hay un trabajo ahora disponible. Se trata de recoger estiércol de búfalo.


Durante doce años, el joven trabajó en tan ingrata tarea.

Por fin llegó el día en que se había cumplido el tiempo establecido por el maestro.

Habían pasado doce años; doce años recogiendo estiércol de búfalo.


Se dirigió al maestro y le dijo:

- Maestro, ya no soy tan joven como era. El tiempo ha transcurrido. Han pasado una docena de años. Por favor, entrégame ahora la instrucción.

El maestro sonrió. Parsimoniosa y amorosamente, colocó una de sus manos sobre el hombro del paciente discípulo, que despedía un rancio olor a estiércol.


Declaró:

- Toma buena nota. Mi enseñanza es que todo es el Ser. Es el Ser el que se manifiesta en todas las formas del universo. Tú eres el Ser.

Espiritualmente maduro, al punto, el discípulo comprendió la enseñanza y obtuvo iluminación. Pero cuando pasaron unos momentos y reaccionó, dijo:

- Me desconcierta, maestro, que tú me hayas dado la misma enseñanza que otro maestro que conocí hace doce años.

¿Por qué habrá sido?

- Simplemente, porque la verdad no cambia en doce años, tu actitud ante ella, sí.


El Maestro dice:

Cuando estás espiritualmente preparado, hasta contemplar una hoja que se desprende del árbol puede abrirte a la verdad.


miércoles, 7 de febrero de 2024

La Realidad

 

Vivir la realidad es eminentemente vivir el presente; es descubrir que sólo existe el presente y que el presente es una totalidad, y que ahora yo no estoy viviendo esa totalidad porque hay una parte de mi que está pendiente del pasado que llevo dentro no liquidado, y esa parte del pasado no liquidado que llevo dentro es la que se proyecta mecánica e inevitablemente en un deseo de futuro determinado, entonces, este juego de que mi pasado dentro se está proyectando hacia mi futuro, mi idea de futuro, está impidiendo que yo viva toda la realidad que soy, y que encuentre la plenitud en el presente.


Realizarse es eliminar toda esa carga, todo ese lastre que llevamos del pasado; y cuando eliminamos todo esto, la necesidad compulsiva de proyectar hacia el futuro desaparece, y entonces, la persona descubre la dimensión ilimitada del presente, del instante. Sólo existe el instante, pero estamos resbalando por encima de ese instante porque no tenemos disponibilidad interior para vivir la situación hasta el fondo y desde el fondo, entonces, esta inercia mecánica que está funcionando en mí, constantemente me hace interpretar el presente en función del pasado y proyectarlo en función del futuro y eso es una distorsión que me está impidiendo vivir mi propia realidad a fondo, ahora, mucho más la realidad de los demás y de las cosas, porque siempre el cristal estará empañado por un pasado que me está echando sus motas negras.

Lo que afecta a la mente no es el que existan percepciones y fenómenos de conciencia, lo que afecta a la mente son todas las cosas vividas que yo no he liquidado, son todos los asuntos pendientes, deseos y temores que subsisten dentro, todo lo que son experiencias no finiquitadas, o sea no vividas del todo, no digeridas del todo.

Cuando era pequeño y luego de grande porque ya lo he aprendido, cuando tengo una experiencia desagradable, procuro olvidarme de ella, cuanto más pronto mejor, entonces, busco un estímulo que me sustituya esa cosa desagradable y esto impide que yo viva aquella experiencia desagradable del todo, que haga la digestión mental de ello, entonces esto yo lo corto, quiero que no exista porque es desagradable, lo estoy inhibiendo y así corto su digestión consciente; esto quedará allí, cortado, inhibido, no seré consciente de ello, pero estará empujando desde dentro constantemente y se traducirá en una tendencia a desear o temer, según sea la experiencia.

Si es una experiencia de dolor proyectará en mí el miedo a todas las situaciones similares a esa, inevitablemente, sin saber por qué; si la experiencia es agradable proyectará mi deseo hacia esa experiencia agradable para que esta se repita una y otra vez. Como nuestra vida está llena de cosas agradables y desagradables que no hemos vivido a fondo, nuestra mente es un tejido, una red que está llena de cosas pendientes y es por eso que nuestra cabeza no para nunca, y esto viene de toda la agitación interior que hay constantemente y afecta hasta el dormir en profundidad, porque hay tal cantidad de material dentro que está tratando de liquidarse, incluso a nivel inconsciente que no se puede llegar a descansar en profundidad.

Porque todo asunto interior que no se ha vivido totalmente, tiende a quererse vivir totalmente, entonces es esa dinámica interior que me está proyectando compulsivamente hacia algo, lo que interfiere; no es el recuerdo del pasado, es la agitación mental, emocional, vital que está implicando este pasado no completado, no vivido totalmente. Ej. Si yo he tenido problemas de sentirme disminuido, menospreciado, habrá en mí una absoluta necesidad de resolver esa situación, y resolverla definitivamente, porque sino, estaré repitiendo el mismo problema una y otra vez, y mientras yo no elimine la situación a fondo, eso actuará compulsivamente a pesar mío.

Extraído de una conferencia de Antonio Blay


lunes, 29 de enero de 2024

Atención Plena

 

La atención a la que aquí nos referimos no es la que consiste en fijar la mente en algún objeto o idea de un modo exclusivo, sino más bien la que resulta del especial estado de la mente que significamos con los términos «estar muy despierto», «ser plenamente consciente» y «tener la mente vigilante, alerta y despejada».

Es el estado mental que se produce al adoptar la actitud compuesta simultáneamente de interés, deseo de comprender, expectación y amplitud mental. Es el estado de atención general pero apoyándose muy especialmente en la intención de estar más despierto, más consciente, más atento. Es la conjunción de la mente, como principio de intelección y de la voluntad, como principio de acción.

La mayor parte de las personas viven habitualmente y sin darse cuenta de ello con un nivel de atención extraordinariamente bajo. Sólo esporádicamente, y como consecuencia del interés que provocan determinados estímulos internos o externos, se despierta un poco de atención.

Así, por ejemplo, el dolor, el hambre o el amor son estímulos internos que avivan la mente, y un hecho que se sale de lo corriente o un acertijo que hay que resolver, son estímulos externos que despiertan igualmente la atención. Pero una vez desaparecidos los estímulos que tenían un definido interés para la persona, parece como si la mente se apagara de nuevo parcialmente, disminuyendo por igual su agudeza de percepción y la amplitud de su capacidad de reacción.

La mente sigue funcionando, pero de un modo restringido, sujeta a un ciclo de automatismos de amplitud muy limitada. En esta disposición, la conducta de las personas está prácticamente determinada por completo por la resultante de la inercia de los condicionamientos interiores más habituales, sean del signo que sean, y por la reacción más fácil ante los limitados estímulos externos que son así capaces de registrar.

Esta tendencia a la pasividad mental es tan fuerte que incluso la vida en una populosa ciudad moderna, cuyo ritmo y complejidad obligan a «ir con los ojos muy abiertos», no basta para que la gente se despierte por completo y viva de un modo más consciente.

El cultivo de esta clase de atención es la mejor «gimnasia» que puede hacer la mente para alcanzar su pleno desarrollo y madurez.


Sus principales efectos, cuando está ya bien consolidada, pueden resumirse como sigue:

- Aumenta la capacidad receptiva, permitiendo registrar mayor número de estímulos procedentes tanto del exterior como del interior del propio sujeto.

- Mejora la capacidad de fijación de las percepciones, aumentando por lo tanto, la memoria en general.

- Facilita la comprensión inmediata de las ideas, personas y situaciones.

- La mente dispone con mayor facilidad de todos los datos que tiene a su disposición, por lo que sus razonamientos y conclusiones serán más lúcidos y acertados.

- Favorece la constante visión de conjunto, impidiendo caer en exclusivismos o parcialidades.

- Aumenta la potencia de la mente y, por consiguiente, su poder de irradiación.

- Da mayor facilidad para concentrarse a voluntad sobre cualquier tema y, en general, aumenta el dominio de todas las facultades mentales.

- Estimula la percepción intuitiva procedente del nivel superior de la mente, gracias a la cual verá nuevas posibilidades y soluciones en cada situación.

- Facilita la visión inmediata de la esencia de los problemas, por dirigir automáticamente su mirada al núcleo de los mismos.

- Produce una permanente actitud positiva frente a las situaciones, erigiendo una poderosa barrera ante los estados negativos que pudieran intentar emerger del interior.

Antonio Blay



viernes, 5 de enero de 2024

Relaciones y conflicto (Antonio Blay)


Cada vez que eres capaz de aceptar profundamente, de amar, de comprender, de entrar en sintonía con el otro, estás poniéndote en unidad contigo mismo, con una porción de ti mismo, de tu consciencia, además de ponerte en armonía con la otra persona. Tus enemigos exteriores son tus enemigos interiores.

Cuando aprendes a distinguir a la persona, de lo que es su acción (su modo de funcionar), uno puede aceptar profundamente a la persona, porque en el fondo está hecha de lo mismo que estoy hecho yo: de una capacidad de comprender, de una capacidad de ser feliz, de una capacidad de actuar, y además, está tratando de buscar su propia plenitud, su propia realidad, tal y como la estoy buscando yo. 
Entonces siento que hay una vinculación profunda de persona a persona, siento que podemos estar viviendo el mismo argumento, que estamos juntos en la misma aventura, aunque su modo de hacer sea muy distinto (y a veces, contrapuesto) a mi propio modo de hacer, y aunque estos modos de hacer, a veces, impliquen una oposición, una lucha.

Cuando hay un enfrentamiento, es totalmente constructivo, totalmente creador. Pero cuando yo confundo el modo de hacer con el ser, entonces la lucha, es totalmente destructiva.

Es evidente que puede haber dificultades. Lo importante es ver en qué medida yo, como persona, soy capaz de comprender al otro como persona, a parte de lo que nos diferencia.

En la medida en que yo me viva a mi mismo profundamente, entonces soy capaz de comprender a la otra persona, y, al ver que hay algo profundo esencial que nos une, podré tratar las diferencias, y puede haber polémica y salir todo lo necesario, pero tendrá un carácter muy distinto a lo que se suele vivir habitualmente, en forma de oposición de persona a persona.

Las dificultades surgen siempre que hay una no comprensión y una no aceptación; ahora bien, comprendiendo y aceptando la dificultad fundamental desaparece, lo cual no significa que no desaparezca la confrontación, la interacción; puede haber lucha, y hasta intensa, pero será dentro de una base de armonía.

Esto parece algo inconcebible, porque estamos acostumbrados a que para luchar por algo, tengamos que ir en contra de, y no es así. Yo puedo estar totalmente de acuerdo con la otra persona, como persona, pero a la vez defender, lo que considero mi verdad, o bien frente a lo que el otro defiende, y a la vez, estar profundamente vinculados.

No hay motivos para rechazar a la otra persona, esto lo hacemos, porque estamos viviendo en la idea que nos formamos, que tiende a rechazar todo aquello que se vive como peligro hacia su propio valor, hacia su propio desarrollo.

Todo esto se vive, luego de un trabajo de maduración, sin ese trabajo, se ve como muy difícil; pero visto en un marco de desarrollo, de una maduración de la consciencia profunda, entonces esto no presenta mayor dificultad, aunque no sea fácil.