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martes, 20 de marzo de 2012

Quién


Quién mira con mis ojos?
Que es el alma?
No puedo dejar de preguntar...
Si pudiera probar un sorbo de respuesta
Podría librarme de esta prisión para borrachos.
No vine aquí por mi propia voluntad,

Tampoco puedo irme de esa manera...
Aquel que me trajo aquí, 
tendrá que devolverme a casa.
Rumi

domingo, 18 de marzo de 2012

Visión



"Una vez tengas la Visión, aunque puedan surgir en tu mente las engañosas percepciones del samsara, serás como el cielo; cuando aparece ante él un arco iris, no se siente especialmente halagado, y cuando se presentan las nubes tampoco se siente especialmente disgustado.
  Hay una profunda sensación de satisfacción. Interiormente te ríes al ver la fachada de samsara y nirvana; la Visión te mantiene constantemente divertido, con una sonrisita interior burbujeando todo el tiempo.” 
                                                                                                                  Rimpoche

miércoles, 14 de marzo de 2012

El Centramiento



    Podemos estar en la vida con una actitud muy exteriorizada, periférica, o, una centrada, profunda.

    A nivel físico, cuando voy por un lugar peligroso, pongo la atención en mis movimientos, el máximo control de mi actividad física, estoy buscando el centro. 
   En determinadas situaciones afectivas, trato de estar todo yo presente, no permito que salga algo inapropiado, sino que intento estar en el centro de lo que siento profundamente.   
   Cuando se trata de hablar, o tomar una decisión muy importante, ocurre lo mismo, me sitúo en una zona central, donde pueda decir lo que me parece más adecuado. 
   Esta actitud de vivir desde ese punto donde yo soy más yo mismo y que me hace manejar mejor las cosas, las reservamos para momentos muy importantes o de urgencia. 

   Toda la vida está fluyendo desde ese centro, desde ese eje central (centro mental, centro afectivo y centro de energía) de donde surge toda capacidad de comprensión, de sentimiento y de acción; todo lo demás es manifestación periférica de ese centro. 
  Desde el centro, la identidad, se funciona con soltura, se actúa con rapidez y eficacia, y no hay identificación; hay plena disponibilidad de ver, sentir y actuar. 

   Todo trabajo interior, cualquiera sea el enfoque, es para alcanzar ese fondo; algunos buscan el fondo energético (físico, mental), como las artes marciales; otros, como la meditación religiosa, tratan de llegar a vivir el fondo del sentir y amar desde ahí; en meditaciones de tipo metafísico es llegar al fondo de la mente y desde allí conectar otros niveles de consciencia. 
  Es aconsejable para un equilibrio personal, trabajar los tres niveles, de lo contrario, el nivel que esté menos desarrollado, nos traerá dificultades.

   Centrarse, es aprender a vivirse como sujeto que ve, que siente, que conoce, que actúa; es tratar de estar más allí donde uno es uno mismo. Es una luz central que ilumina todo lo que se mueve alrededor, entonces se puede ser consciente de una cosa o de otra, sin perder la consciencia del que ve, sin pensar. 
   En el pensar, la mente hace un gesto automático y se cierra sobre algo en particular, excluyendo el resto. La atención central, es una atención como sujeto, no hacia el objeto y está implicada en el centramiento en su fase mental. 

  Estar centrado es una actitud interior profunda, significa vivir cada momento con toda mi lucidez, con toda mi capacidad de sentir, con toda la capacidad de movilizar la energía que pueda. 

“CUANDO VIVAS CENTRADO, EL EXTERIOR NO TE PODRÁ AÑADIR NI QUITAR NADA DE LO QUE ERES." 
                                                                                  A. Blay


lunes, 12 de marzo de 2012

Realización



Int. Puesto que la realidad está siempre con nosotros, ¿en qué consiste la realización de sí mismo? 

Mah: La realización es únicamente lo opuesto de la ignorancia. Tomar el mundo como real y el sí mismo de uno como irreal es ignorancia, la causa del sufrimiento. Conocer el sí mismo como la única realidad y todo lo demás como temporal y transitorio es liberación, paz y gozo.
 Todo esto es muy simple. En lugar de ver las cosas como las imagina, aprenda a verlas como son. Cuando usted pueda ver todo como ello es, usted también se verá a usted mismo como usted es. Es como limpiar un espejo. El mismo espejo que le muestra a usted el mundo como es, también le mostrará a usted su propio rostro. El pensamiento «yo soy» es el paño de pulir. Úselo.
                                                                                                                      Nisargadatta

miércoles, 7 de marzo de 2012

El Ahora

            
               Siente la vida dentro de tu cuerpo. Eso te ancla en el Ahora.
  No te responsabilizas definitivamente de la vida hasta que te responsabilizas de este momento, del Ahora. Esto se debe a que en el Ahora es en el único lugar donde se halla la vida.
  Responsabilizarse de este momento significa no oponerse internamente a la «cualidad» del Ahora, no discutir con lo que es. Significa estar alineado con la vida.
  El Ahora es como es porque no puede ser de otra manera. Ahora los físicos confirman lo que los budistas han sabido siempre: no hay cosas ni sucesos aislados.
  Por debajo de las apariencias superficiales, todas las cosas están interconectadas, son parte de la totalidad del cosmos que ha producido la forma que toma este momento.
  Cuando dices «sí» a lo que es, te alineas con el poder y la inteligencia de la Vida misma. Sólo entonces puedes convertirte en un agente del cambio positivo en el mundo.

  Una práctica espiritual simple pero radical es aceptar lo que surja en el Ahora, dentro y fuera.
  Cuando tu atención te traslada al Ahora, estás alerta. Es como si despertases de un sueño: el sueño del pensamiento, el sueño del pasado y del futuro. Hay claridad, simplicidad. No queda sitio para fabricarse problemas. Simplemente este momento es como es.

  En cuanto entras con tu atención en el Ahora, te das cuenta de que la vida es sagrada. Cuando estás presente, hay una sacralidad en todo lo que percibes. Cuanto más vivas en el Ahora, más sentirás la simple pero profunda alegría de Ser, y la santidad de toda vida.

  La mayoría de la gente confunde el Ahora con lo que ocurre en el Ahora, pero son dos cosas distintas. El Ahora es más profundo que lo que ocurre en él. Es el espacio en el que ocurren las cosas.
  Por tanto, no confundas el contenido de este momento con el Ahora. El Ahora es más profundo que cualquier contenido que surja en él.

  Cuando entras en el Ahora, sales del contenido de tu mente. La corriente incesante de pensamientos se apacigua. Los pensamientos dejan de absorber toda tu atención, ya no te ocupan completamente. Surgen pausas entre pensamientos, espacio, quietud. Empiezas a darte cuenta de que eres mucho más profundo y vasto que tus pensamientos.
  Pensamientos, emociones, percepciones sensoriales y experiencias constituyen el contenido de tu vida. «Mi vida» es de lo que derivas tu sentido del yo; «mi vida» son los contenidos, o al menos eso crees.
  Pasas por alto continuamente el hecho más evidente: tu sentido más interno Yo Soy no tiene nada que ver con lo que ocurre en tu vida, nada que ver con los contenidos. Este sentido del Yo Soy es uno con el Ahora. Siempre permanece igual. En la infancia y en la vejez, en la salud o en la enfermedad, en el éxito y el fracaso, el Yo Soy —el espacio del Ahora— permanece inmutable al nivel más profundo.
  Habitualmente se confunde con el contenido, y por eso sólo experimentas el Yo Soy o el Ahora levemente, indirectamente, a través de los contenidos de tu vida. En otras palabras: tu sentido de Ser queda oscurecido por las circunstancias, por la corriente de pensamientos y por todas las cosas de este mundo. El Ahora queda oscurecido por el tiempo.

  Y así olvidas que estás enraizado en el Ser, en tu realidad divina, y te pierdes en el mundo. Confusión, ira, depresión, violencia y conflicto afloran cuando los seres humanos olvidan quiénes son.
   Sin embargo, qué fácil es recordar la verdad y volver a casa.
  Yo no soy mis pensamientos, emociones, percepciones sensorias y experiencias.
  Yo no soy el contenido de mi vida.
  Yo soy Vida. Yo soy el espacio en el que ocurren todas las cosas. Yo soy conciencia. Yo soy el Ahora. Yo Soy.
                                                                                                 E. Tolle


sábado, 3 de marzo de 2012

La pregunta ¿quién soy yo?


Descubrir la propia identidad: Si yo no soy nada de lo que le ocurre a mi cuerpo (aunque todo lo que le ocurre a mi cuerpo es mío), si yo no soy nada de lo que pueda fabricar mi mente (aunque la mente es mía), ¿qué soy yo? ¿Cuál es mi verdadera naturaleza, mi verdadera identidad? ¿Quién soy yo, realmente?
 Sólo cuando esta pregunta se plantea de un modo directo, intenso, dramático, sólo entonces uno puede empezar a descubrirlo. El camino para descubrir quién soy yo pasa por el planteamiento sincero de la pregunta, mediante una actitud investigadora, de querer ver, de querer descubrir quién soy. Yo he de tener una actitud reivindicativa, de protesta correcta, dirigida a descubrir y vivir mi verdad, la verdad de mí mismo. Y para esto uno ha de quererlo con toda el alma.
Para descubrir la propia verdad, la propia identidad, uno ha de obligarse a vivir cada instante con una conciencia más clara, más exigente, de sí mismo. Si soy yo quien está viviendo cada situación, yo he de exigirme ser consciente, no sólo de la situación, sino del yo que la está viviendo. He de obligarme a ampliar la conciencia que tengo de mí y de las cosas que estoy viviendo para que no viva sólo las cosas en su proceso -lo que pienso, lo que siento, lo que hago o lo que me hacen-, sino que yo esté atento a «yo que estoy haciendo» «yo que estoy pensando», etc., atento al yo que es el denominador común de todos mis actos. Mi conciencia suele vivir sólo la mitad externa de mi experiencia y deja de vivir (está cerrada a) la parte interna, el extremo interno de la experiencia. Hay que estar atento a la noción que uno tiene de sí mismo como sujeto mientras está viviendo cada cosa: «yo y lo que hablo», «yo y lo que hago», «yo y lo que estoy escuchando», «yo que estoy descansando», - etc. Siempre es un yo, siempre hay alguien que está haciendo (lo que sea). Se debe estar consciente de toda experiencia (lo que se hace, se percibe, etc.) y del yo que es el protagonista de esta experiencia.

Esta autoconciencia no debe aislarnos de nada; al contrario, significa una ampliación de mi actual conciencia de modo que incluya al sujeto en lugar de limitarse al objeto de la experiencia.
Esto sólo puede practicarse correctamente cuando existe una urgente demanda interna, y ésta sólo existe cuando uno ve que no tiene sentido vivir constantemente en el error. Pues si yo estoy viviendo sobre una base errónea, todas mis acciones, todas mis valoraciones, participarán de este carácter erróneo básico. Yo solamente podré adquirir, o recuperar, la objetividad cuando deje de estar subjetivamente equivocado.
Lo que yo soy nunca puede ser descrito de un modo intelectual; porque lo que yo soy no es objeto. Lo que yo soy es algo que parece intangible. Y porque parece intangible frente a las experiencias concretas y tangibles que vivimos, por eso no le prestamos atención, y quedamos «amarrados» a cada una de las experiencias. Y no obstante, este yo que parece intangible, que parece una abstracción, este yo es la fuente de donde surge toda experiencia; es la fuente de donde surge toda mi energía, toda mi capacidad de lucidez y de comprensión, toda mi capacidad de afecto y de felicidad, todo surge de este núcleo que yo soy. Así este núcleo es lo más intenso, lo más rico que existe, ya que toda mi vida, por espléndida que pueda ser (o que pudiera llegar a ser), no será más que una expresión parcial de este yo que soy.

No existe ninguna cualidad básica que me venga dada del exterior; no hay ni un poco de voluntad que me venga del exterior; no hay ni un poco de felicidad, ni un poco de inteligencia (o comprensión) que me vengan del exterior. Del exterior me vienen estímulos y datos, pero es mi respuesta, mi actualización frente a estos estímulos, datos o situaciones, lo que produce el desarrollo de las facultades. ¿De dónde surgen pues estas capacidades, estas cualidades básicas? Salen del núcleo central, surgen del yo, de este sujeto, de esa identidad profunda.

No podemos describir qué es este yo, pues describirlo sería dar un contenido delimitado, objetivo, a lo que es esencialmente sujeto, lo cual sería una contradicción. Pero todos podemos intuir que se trata de lo más importante de nuestra vida. Y lo intuimos; una prueba de que lo intuimos es que la palabra yo es la que más pronunciamos a lo largo de nuestra vida. Pero estamos pronunciando la palabra sin saber a qué corresponde. Es como si percibiéramos el aroma pero sin ver la flor que desprende el aroma. Sentimos una resonancia de algo importante cuando decimos yo, pero no vivimos la fuente de donde surge esta resonancia.

                                     Personalidad y Niveles Superiores de Conciencia  
                                                            Antonio Blay